Matteo Salvini se ha puesto al frente de la crisis tras la tragedia del puente Morandi en Génova con un objetivo claro: depurar responsabilidades fuera de su Gobierno y aprovechar para hacer política populista con 39 muertos sobre la mesa. "Si las limitaciones externas nos impiden gastar para tener carreteras seguras y escuelas, realmente hay que cuestionarse si tiene sentido seguir estas reglas", ha amenazado en referencia a la Unión Europa, a la que ha trasladado la responsabilidad de lo ocurrido.
El viceprimer ministro italiano ha utilizado sus postulados euroescépticos para defender que la tragedia de Génova demuestra la importancia de aumentar el gasto de inversión en Italia, justificando el mal estado de la infraestructura con los límites de gasto de la UE. "No puede haber un intercambio entre las reglas fiscales y la seguridad de los italianos", ha apuntado este miércoles durante una visita al lugar del suceso.
Por su parte, Bruselas ha recordado que los Estados miembros de la UE deben ser responsables del mantenimiento y buen estado de las carreteras. Asimismo, recuerdan que no existe un marco legal en la UE para investigar a ese nivel un accidente, una responsabilidad que recae en las autoridades nacionales.
El derrumbe se produce justo cuando el Gobierno italiano trabaja en la aprobación de los presupuestos de 2019 e intenta que la UE flexibilice el déficit exigido al país, para que pueda aumentar el gasto, insistiendo en que determinados tipos de inversión no sean incluidos en los cálculos de la UE.
Los datos llevan la contraria a los ataques de Salvini. En los primeros cinco meses del año el gasto en carreteras ha caído un 12%. Además, sus socios de Gobierno del Movimiento 5 Estrellas ha sido un importante activista contra el gasto en infraestructuras como superautopistas o nuevos tramos de trenes de alta velocidad.
Además, el titular de la cartera de Transportes había dado instrucciones el mes pasado para paralizar grandes proyectos de construcción en varias zonas del país, incluido Génova.