Bruselas

Otra ronda de conversaciones del brexit que se salda en fracaso. Los negociadores de la UE y de Reino Unido no han logrado esta semana ningún avance importante, ni en los problemas pendientes de la separación ni en la forma de relacionarse tras el divorcio. Sobre esta segunda cuestión, el representante europeo, Michel Barnier, ha vuelto a quejarse de que Londres vive "en una especie de nostalgia en el momento de abandonar la UE, porque quiere quedarse prácticamente en todo sin respetar las normas comunitarias".

"Cuando les respondemos a los dirigentes británicos que, fuera del sistema creado por la UE, no pueden acceder a estos beneficios por su propia decisión, algunos en Reino Unido intentan culparnos a nosotros de las consecuencias de esta decisión. Pero yo no voy a dejarme impresionar por esta forma de juego de acusaciones", se ha quejado el veterano negociador francés. "Se necesita más realismo sobre lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer", les reclama a los británicos.

Pero lo que más preocupa en Bruselas es el bloqueo sobre la cuestión de la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte. La UE y Reino Unido coinciden en que es imprescindible evitar que se levanten nuevas infraestructuras de control fronterizo en la isla, porque eso podría poner en riesgo el Acuerdo de Paz del Viernes Santo en en el Ulster. Pero discrepan sobre las soluciones necesarias para lograr una frontera invisible.

Tras semanas de discusiones que han estado a punto de hacer estallar su gabinete -de hecho, el negociador británico, David Davis, amenazó con dimitir-, la primera ministra, Theresa May, publicó este jueves su última oferta a Bruselas. Reino Unido estaría dispuesto a quedarse en la unión aduanera -y renunciar por tanto a firmar sus propios acuerdos comerciales- hasta que se encuentren soluciones tecnológicas que eviten una "frontera dura" en Irlanda. La fecha orientativa que maneja Londres es 2021, pero tampoco descarta prolongar los plazos más allá.

La propia May admite que su plan es incompleto. Permanecer en la unión aduanera no es suficiente para evitar los controles, por ejemplo sobre los productos alimentarios. Se necesitaría además una armonización de normas entre Bruselas y Londres para que la libre circulación de mercancías sea posible. Pero el documento británico guardia silencio sobre esta cuestión. Aunque deja la puerta a seguir negociando, Barnier ha rechazado las propuestas de Reino Unido por inviables. 

El plan debe aplicarse sólo a Irlanda del Norte y no a todo Reino Unido

Mientras que el Gobierno británico busca una solución que cubra a todo el territorio británico, Bruselas insiste en que la única alternativa factible es un estatus especial para Irlanda del Norte. Barnier ha propuesto que -al mismo tiempo que Reino Unido se marcha- Belfast se quede en la unión aduanera y aplique las reglas comunitarias en materia de productos, agricultura, electricidad y algunas dimensiones de la política medioambiental. Este escenario trasladaría en la práctica la frontera al mar de Irlanda.

"Seamos prácticos. Los controles en barcos causan menos problemas que en una frontera terrestre de 500 km (entre Irlanda e Irlanda del Norte)", defiende el negociador de la UE. Este escenario no cuestiona el orden constitucional británico sino que es una forma de descentralización para resolver la cuestión de la frontera, ha dicho. Pero Londres rechaza cualquier trato diferenciado para Belfast. "La primera ministra nunca aceptará una frontera aduanera entre Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido", ha respondido un portavoz de May minutos después de la rueda de prensa de Barnier.

Londres no puede elegir a la carta en el mercado interior

¿Por qué la UE no quiere que su propia solución para Irlanda del Norte se aplique al conjunto del territorio británico? El principal motivo es que este plan permitiría a Londres seguir beneficiándose de determinadas partes del mercado interior, como la libre circulación de mercancías, sin aplicar las reglas de la UE ni estar controlado por el Tribunal de Justicia de Luxemburgo. "No habrá acceso a la carta al mercado único, aceptar las mercancías, los servicios o los capitales y dejar de lado la libre circulación de personas. El mercado único es indivisible", ha insistido Barnier.

Reino Unido debe escoger: o acepta las reglas europeas y se mantiene en el mercado interior y la unión aduanera aunque no participe ya en la toma de decisiones, siguiendo el modelo de Noruega; o bien sale de la unión aduanera y del mercado interior, como pretende May, y la única relación posible con la UE es un acuerdo de libre comercio.

Cualquier solución debe ser permanente y no temporal

Bruselas y Londres se han comprometido a pactar una solución de último recurso para evitar la frontera dura en Irlanda en todos los escenarios, pase lo que pase. Si más tarde se encuentra una alternativa mejor, por ejemplo si la tecnología hace posible esa frontera invisible, se sustituiría. Pero las dos partes están de acuerdo en que se necesita una red de seguridad permanente. Sin embargo, el plan de May está planteado como una opción con fecha de caducidad, ya sea 2021 o más adelante. "Si la solución que plantea Reino Unido es temporal, no puede decirse que sea una auténtica red de seguridad que funcione en cualquier circunstancia", dice Barnier.