El primer año de negociaciones del brexit termina con la capitulación total de Theresa May sobre las condiciones de divorcio. Políticamente debilitada por la pérdida de la mayoría en las elecciones anticipadas de junio y por las divisiones en su equipo, la primera ministra británica se ha visto obligada a hacer grandes concesiones. Pagará una factura de salida de 45.000 millones de euros, acepta el derecho a quedarse de los ciudadanos europeos y garantiza una "frontera invisible" entre Irlanda del Norte e Irlanda.
Se trata a juicio de Bruselas de "progresos suficientes" en la separación, gracias a los cuales los líderes europeos han aprobado pasar a la segunda fase del brexit: las negociaciones comerciales y el periodo transitorio de adaptación. Una etapa que según coinciden todos los dirigentes será todavía más difícil y en la que además se activa el veto que la UE ha dado a España sobre Gibraltar. Apenas cinco días después del Consejo Europeo, el negociador de la UE, el conservador francés Michel Barnier, ha presentado este miércoles el mandato para negociar la transición y el calendario para 2018. La principal conclusión es que el tiempo apremia.
29 de enero: empieza a negociarse la transición
Ese día, los ministros de Asuntos Europeos de los 27 -todos salvo Reino Unido- darán luz verde al mandato negociador sobre la transición. Su principal novedad es que por primera vez pone una fecha: la prórroga para un aterrizaje suave del brexit durará hasta el 31 de diciembre de 2020, es decir, un año y nueve meses. Un poco menos de los dos años que había pedido May en su discurso de Florencia. ¿El motivo? Hacerla coincidir con el final del actual marco presupuestario plurianual de la UE, que cubre el periodo 2014-2020.
¿Cuánto tiempo tardará en negociarse la transición? "El acuerdo puede ser muy rápido si Londres acepta las condiciones", asegura un alto diplomático. Pero la UE plantea unas exigencias muy difíciles de digerir para los partidarios más acérrimos del brexit. La transición es el peor de los mundos para Reino Unido. Desde su salida de la UE el 29 de marzo de 2019 hasta el fin de la prórroga el 31 de diciembre de 2020, Londres deberá cumplir todas las reglas de la UE, pero no tendrá ni voz ni voto en la toma de decisiones. Todo lo contrario a recuperar la soberanía.
Cinco son los principios básicos que ha enumerado Barnier para la transición: 1) Incluirá todos los sectores económicos y las cuatro libertades en que se basa el mercado único, entre ellas la libre circulación de personas; 2) Londres tendrá que seguir aplicando la tarifa aduanera común y controlando los productos procedentes de países terceros; 3) Deberá respetar las nuevas reglas que la UE adopte durante la prórroga, bajo control del Tribunal de Justicia de Luxemburgo; 4) No habrá transición a la carta, a Reino Unido se le siguen aplicando todas las políticas europeas; 5) Londres deja de participar en las instituciones de la UE.
Mantener el conjunto del marco reglamentario para Reino Unido garantiza, según Barnier, que los ciudadanos y las empresas no estén obligados a adaptarse dos veces, sino que sólo tengan que hacerlo en una ocasión, al final del periodo transitorio.
En paralelo a la negociación de la transición, Bruselas y Londres convertirán su acuerdo de divorcio en un Tratado sobre la salida de Reino Unido de la UE, jurídicamente vinculante. Barnier ha dicho que su objetivo es presentar la primera versión a finales de enero. Y ha vuelto a avisar a Londres: no es posible dar marcha atrás en ninguna de las concesiones.
23 de marzo: pistoletazo de salida para el diálogo comercial
La negociación propiamente comercial entre Bruselas y Londres se ha vuelto a retrasar hasta marzo. El motivo es que el Gobierno británico sigue sin aclararse sobre el tipo de relación futura que quiere mantener con la UE tras el brexit. Las discusiones internas en el gabinete de May han empezado esta semana, pero todavía no hay resultados. Londres sigue buscando un traje a medida, pese a que la UE ha dejado claro que esta solución no es posible. Sea cual sea la decisión de Reino Unido, los líderes de los 27 aprobarán su posición negociadora sobre el futuro en la cumbre que celebran el 23 de marzo en Bruselas.
Para Barnier, las líneas rojas que se ha fijado el Gobierno británico determinan ya cuál será el modelo de relación futura. May no quiere seguir en mercado único porque pretende restringir la entrada de inmigrantes europeos. Tampoco se quedará en la unión aduanera porque desea recuperar la soberanía para firmar pactos comerciales. Y no acepta la supervisión del Tribunal de Justicia de la UE. El único resultado posible si se aplican todas estas restricciones es "un acuerdo de libre comercio como el que hemos firmado con Canadá, Corea del Norte o Japón".
En contra de lo que pretende el equipo de May, este acuerdo dejaría fuera a la City de Londres. No puede haber brexit a la carta. Las empresas británicas de servicios financieros perderán automáticamente su pasaporte de la UE. Un pasaporte que ahora les permite ofrecer sus servicios a un mercado de 500 millones de consumidores y 22 millones de compañías. "No hay ningún acuerdo de comercio que permita un acceso privilegiado a los servicios financieros", ha resaltado Barnier.
Octubre de 2018: fecha tope para cerrar un acuerdo final
Dado que no hay tiempo para concluir un acuerdo comercial antes del brexit, Bruselas y Londres deben pactar una declaración política que defina los contornos de su relación futura. Una declaración política que acompañará al Tratado sobre la salida de Reino Unido de la UE y que será "bastante precisa", según Barnier. Tiene que desarrollarse y formalizarse antes de que termine la transición. Un plazo muy corto si se tiene en cuenta que el acuerdo comercial con Canadá ha costado 7 años.
Además del capítulo económico, esta declaración política debe incluir otras tres dimensiones: 1) Cooperación en materia de aviación civil puesto que Londres abandona el cielo único europeo; 2) Colaboración en asuntos judiciales; 3) Cooperación en defensa, seguridad y política exterior.
Tanto el Tratado sobre la salida de Reino Unido de la UE, que definirá los términos del divorcio y el periodo de transición, como la declaración política sobre el futuro deben estar concluidas como muy tarde en octubre de 2018. Hay que dejar tiempo, varios meses -desde octubre a febrero-, para que la Eurocamára y el Parlamento británico se pronuncien.
¿Qué pasará si el Parlamento británico, que ya ha infligido una derrota a May, rechaza los términos del acuerdo? Barnier no quiere hacer especulaciones. Pero lanza un aviso a la primera ministra británica. Debe empezar a construir las condiciones de ratificación desde ahora mismo, sin esperar al final, en contacto permanente con los parlamentarios para construir la confianza y evitar sorpresas. Es lo que el negociador de la UE está haciendo ya con el Parlamento Europeo.