La Casa de Willy Brandt en Berlín es la sede del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD). Desde la acera de enfrente, donde comienza al sur la Wilhemstraße, el aspecto del edificio del arquitecto Helge Bofinger levantado en los años noventa recuerda a un barco, a una embarcación transatlántica de cemento, metal y cristal. Su acera forma un ángulo de 45 grados en cuyo vértice se unen la Wilhemstraße y la Stresemansstraße, dos calles que cruzan de norte a sur parte del centro de Berlín.
Ese navío, con la tripulación socialdemócrata y su capitán y candidato a canciller, Martin Schulz, hace agua. El otrora presidente del Parlamento Europeo y no hace tanto excepción de la socialdemocracia por las esperanzas generadas nada más tomar el timón del SPD lleva ahora una campaña con rumbo hacia el fracaso. Su destino es una previsible derrota ante la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de Angela Merkel. De aquí al domingo –salvo que ocurra algo dramático– nada ni nadie puede relanzar la marcha del barco del capitán Schulz.
El duelo televisado que Schulz protagonizara ante Merkel hace unos días no trajo viento a favor para la embarcación socialdemócrata. Al contrario, a partir de entonces la campaña del SPD no sale de la mar gruesa que compone un electorado alemán mayoritariamente conservador. “Tras el debate, una victoria del SPD se ve como algo muy difícil. Muchos creen que la votación ya está decidida y que Merkel volverá a ser canciller. Esto está perjudicando al SPD, es como un efecto de viento en contra”, explica a EL ESPAÑOL Stefan Marschall, profesor de ciencia política en la Universidad de Düsseldorf (oeste germano).
En los últimos días se han presentado sondeos de intención de voto que sitúan al SPD en un 20%, un 17% menos que la CDU, según datos del instituto Infratest dimap. De hacerse realidad ese 20%, el capitán Schulz estaría llevando a su partido hacia la peor derrota de su historia. Ese porcentaje está incluso por debajo de los que se atribuyeran al partido con Sigmar Gabriel al frente de la embarcación socialdemócrata. Gabriel cedió la dirección del barco a Schulz a principios de año, cuando el ahora candidato a canciller tenía supuestamente más posibilidades de batir a Merkel en las elecciones del domingo.
La amenaza de una derrota histórica
No todo es culpa de Martin Schulz. “Lo hizo en el debate televisado mejor de lo esperado. Como siempre, el que desafía a quien está en el poder sale mejor valorado. Pero incluso si ahora se le valora mejor en la opinión pública, eso no ha tenido efecto sobre su partido”, explica a EL ESPAÑOL Andrea Wolf, analista del centro dedicado a la demoscopia Forschungsgruppe Wahlen, con sede en Mannheim (suroeste alemán).
Sus encuestas sobre la intención de voto son algo más optimistas para el SPD. Pero incluso Wolf y su equipo atribuyen a los socialdemócratas una intención de voto del 22%. Ese resultado también es sinónimo de derrota histórica. “También sería el peor resultado de la historia del SPD”, comenta Wolf. Otros sondeos más optimistas para los socialdemócratas sitúan la intención de voto en un 24%.
“Cuando Schulz llegó a la dirección del SPD se generaron muchas expectativas, hubo sondeos que ponían al SPD en un 32%, la imagen del partido era más atractiva, pero las derrotas en los Länder de El Sarre, Schleswig-Holstein y Renania del Norte-Westfalia este año hicieron que volviera de nuevo a la opinión pública una visión más realista sobre el partido”, abunda esta analista.
La realidad es que ya había socialdemócratas que hablaban poco después del 14 de mayo, el día de la votación en Renania del Norte Westfalia, de que no había nada que hacer en septiembre. Así citaba, a principios de junio, el diario berlinés Tagesspiegel a un socialdemócrata que se mantenía el anonimato pero al que se presentaba como alguien “experimentado en campañas electorales”: “No hay ninguna intención de cambio en el voto cuando a la gente le va bien. ¿Para qué dejar de votar a una canciller que tiene éxito?”.
Las derrotas en Schleswig-Holstein y Renania del Norte-Westfalia fueron especialmente dolorosas. Los socialdemócratas perdieron el poder en esas regiones. Allí eran sus presidentes Torsten Albig y Hannelore Kraft, respectivamente. Ambos salieron derrotados pese a prometérselas muy felices antes de sus citas con las urnas. Con sus decepciones empezó a hundirse la campaña de Schulz.
Achicar aguas, un imposible en la Gran Coalición
Apenas han servido para achicar aguas en la campaña los méritos que ha hecho el SPD en la Gran Coalición. “En esta legislatura los socialdemócratas han conseguido muchas cosas, promesas como el salario mínimo se han cumplido, por ejemplo. Pero ese éxito se ve como algo del Gobierno que, al estar liderado por la CDU, se atribuye a la CDU”, valora Wolf. Por eso Marschall, el politólogo de la Universidad de Düsseldorf, dice que el “SPD sufre ser el partido pequeño de la gran coalición”.
Porque duele políticamente gobernar con Merkel, los socialdemócratas no dan por hecho repetir una Gran Coalición. De hecho, Schulz ha planteado en declaraciones al semanario Der Spiegelque la militancia decidirá qué ha de hacer el SPD tras las elecciones del domingo.
El mantra de la “justicia social”
El SPD trataba en vano de relanzar la campaña tras el revés de Renania del Norte-Westfalia presentando un programa político de unas setenta páginas centrado en la economía y en temas sociales. No en vano, la “justicia social” se ha convertido en un mantra que aún repiten Schulz y compañía en sus actos de campaña. Más inversiones en infraestructuras, mejoras en el sistema educativo o mayor justicia salarial forman parte de las promesas hechas por los socialdemócratas.
Pero a pocos interesan esos temas en un país que flirtea con el pleno empleo y en el que, según resume Marschall, el politólogo de la Universidad de Düsseldorf, “la situación económica es buena”. “El SPD tata de ganar atención y de diferenciarse con los temas de la justicia social y el trabajo precario, pero esto no es útil en el contexto actual”, asegura Marschall. Tampoco lo es, a su entender, querer hablar de políticas de educación. “La política de educación es algo de la que son responsables los gobiernos de los Länder. No es un tema para llevar a la campaña de unas elecciones generales”, abunda.
Merkel no deja salir a flote
Eso no impedía que Schulz, por ejemplo, planteara a finales de agosto un plan de educación con inversiones valoradas en 12.000 millones de euros. A esto Merkel respondió, diciendo que con ella en el poder ya se habían invertido 3.500 millones y que otro tanto está al llegar.
“Eso es típico de Merkel, decir que eso de invertir ya está hecho, o que era idea suya. Lo que hace es restar credibilidad a los adversarios”, comenta a EL ESPAÑOL Judy Dempsey, investigadora de Carnegie Europe, centro de estudios dedicado al 'viejo continente'. La estrategia de la canciller no ha permitido al SPD salir a flote. Al contrario, algunos sondeos indican que el barco de los socialdemócratas parece hundirse en esta campaña. Si llega a puerto, será para claudicar ante la CDU de Merkel.