Mientras Portugal cierra su segundo día de luto oficial por las al menos 64 víctimas del incendio de Pedrógão Grande, más de 1150 efectivos siguen intentando controlar la conflagración que ha quemado decenas de miles de hectáreas de los distritos centrales de Leiría, Coimbra y Castelo Branco desde su inicio el pasado sábado.
El comandante operacional de Protección Civil, Vítor Vaz Pinto, afirma sentir confianza que el incendio estará controlado en cuestión de 24 horas, pero a lo largo del martes las autoridades lusas se vieron obligadas a evacuar 27 aldeas y un asilo de ancianos en el municipio de Góis, distrito de Coimbra ante el avance imparable de las llamas.
“Estamos ante una situación grave que puede pasar a ser gravísima”, reconoció Lurdes Castanheira, presidente de la Cámara Municipal de Góis, población que se sitúa a unos 40 kilómetros del punto de inicio del incendio. “El incendio ha logrado atravesar la sierra y el viento ha hecho que llegue hasta aquí con una intensidad increíble”.
Castanheira reconoció temer por la vida de algunos de sus conciudadanos, ya que “en varias aldeas los más ancianos han rechazado dejar sus casas, pese al peligro evidente que supone el avance de las llamas. En una aldea ocho personas han decidido obviar el aviso de evacuación. Infelizmente no les podemos retirar a la fuerza”.
Mientras siguen las labores de extinción, crece la indignación contra las autoridades ante noticias que revelan graves fallos de coordinación en las primeras horas del incendio. Errores que, según cuentan los supervivientes, pueden haber provocado la muerte de decenas de personas.
Hacia la “carretera de la muerte”
Maria de Fátima se encontraba volviendo de Coimbra el sábado cuando se enteró que un incendio afectaba la zona donde vive su padre, residente de Pedrógão Grande.
“Cuando le llamé me dijo que era verdad, que el fuego les tenía completamente rodeados y que estaban en peligro”, cuenta Fátima en declaraciones a los medios lusos. “Conseguí llegar al pueblo y encontrar a mi padre, pero cuando intentábamos salir de la zona y tomar la IC8 [una autopista que pasa cerca de la zona], la Guardia Nacional Republicana (GNR) la había cortado”.
Según Fátima, cuando preguntó a los agentes de la GNR por dónde debía evacuar la zona, estos le indicaron que la carretera nacional 236 estaba libre de peligro. Al avanzar por esta vía, sin embargo, se encontró con un escenario apocalíptico.
“El humo era tan denso que no se veía absolutamente nada, lo único que resaltaba eran las llamas entre los árboles”, recuerda Fátima. “Chocamos con algo que estaba tirado en medio de la carretera, y de pronto un coche que venía detrás impactó chocó con el nuestro, y en nada el nuestro comenzó a arder. Queríamos salir del coche, pero a la vez el calor era tan intenso que no sabíamos si seríamos capaz de sobrevivir ahí fuera”.
Vi a una madre arder con los dos hijos agarrados a ella. Yo sólo conseguí salvar a mi nieta de milagro
Finalmente, Fátima y su padre se decidieron y lograron salir de la zona a pie, junto a otra mujer que encontraron malherida, con gran parte de su cuerpo quemada. Ante los medios, la superviviente denuncia que los agentes de la GNR la enviaron al sitio donde más de medio centenar de personas murieron calcinados el sábado.
“¡Sólo me salvé gracias a la intervención de Nuestra Señora! ¡Qué horror, qué horror!”
Armindo Graça, que también escapó del infierno de la carretera nacional 236, es más explícito en su condena de los agentes de la GNR.
“Nos arrastraron hacia la muerte”, sentencia el residente de Pobrais. “Literalmente señalaron el camino que acabaría con nuestras vidas. Vi a una madre arder con los dos hijos agarrados a ella. Yo sólo conseguí salvar a mi nieta de milagro”.
“No quiero ver ni a un político paseando por aquí, dando condolencias. Deberían haber estado cuando les necesitábamos, ellos y la GNR, que debería haber cortado las vías y avisado sobre lo que se tenía que hacer. Podrían haber salvado a tantas personas…”.
De momento, la GNR no esclarece si los agentes desplegados por la zona el sábado cometieron el grave error del cual se les acusa, pero el cuerpo de gendarmes luso ha prometido abrir una investigación para determinar que falló en esos momentos cruciales.
Falta de información
Entre los testimonios de los supervivientes otra queja frecuente es la falta de información por parte de las autoridades, y el pánico que se vivió al no saber si era necesario evacuar la zona o, por lo contrario, esperar la llegada de auxilio.
El relato más devastador es, sin duda, el de Mário Pinhal, otro de los pocos supervivientes de la “carretera de la muerte”, que se vio sorprendido por el incendio en su casa de vacaciones en Pedrógão Grande.
Nadie nos informaba sobre lo que debíamos hacer, no decían si debíamos evacuar o no
“No sabíamos que hacer”, explica el residente de Póvoa de Santa Iria ante los medios congregados. “Nadie nos informaba sobre lo que debíamos hacer, no decían si debíamos evacuar o no. Cuando vi que el incendio se acercaba y que los eucaliptos del bosque estaban todos en llamas, le dije a mi mujer que metiera nuestras hijas en el coche y que saliera de ahí. Yo seguía atrás en otro coche, con mis padres y mi tía”.
“Vi como mi mujer, Suzana, y mis hijas Joana y Margarida murieron en esa calle”, relata Pinhal, intentando mantener la compostura pero en evidente estado de shock. “Iban por delante y no consiguieron escapar el fuego que nos rodeó en esa carretera. La calle estaba llena de coches desechos por las llamas, vi personas corriendo por el andén con el pelo en llama, la ropa ardiendo. Di marcha atrás como pude, mientras nuestros retrovisores se derretían. Poco después de salir de ahí explotaron nuestras ruedas por la intensidad del calor, pero seguimos como podíamos”.
“¿Por qué no las encerré en casa?”, se pregunta. “Habrían sobrevivido. La casa es nueva, sigue en pie. Las debía haber encerrado en casa. Nunca deberíamos haber intentado escapar. Tenía una vida feliz, a mis chicas les encantaba esta casa de vacaciones. Ahora me he quedado sin nada”.
Costa busca respuestas
Ante la indignación colectiva, el primer ministro António Costa ha pedido explicaciones a los máximos dirigentes de la GNR y Protección Civil.
Entretanto, en las zonas donde ya se ha controlado el incendio los forenses han logrado identificar a la mitad de las víctimas, entre las cuales se encuentran al menos cuatro niños y numerosos turistas. Al menos uno de los fallecidos es extranjero, un ciudadano galo cuya muerte ha sido confirmada por la Embajada de Francia en Lisboa.
La primera víctima en ser identificada ha sido Rodrigo, de apenas cuatro años de edad, que murió junto a su tío Sidel Belchoir en la carretera nacional 236. El pequeño se encontraba en la zona de vacaciones con familiares ya que sus padres –empleados de la aerolínea estatal TAP– estaban en Santo Tomé y Príncipe, celebrando su luna de miel.
Tres generaciones de una familia de Nodeirinho –abuelo, hija y nieta– también fallecieron en esa vía maldita mientras intentaban escapar. El cadáver de la pequeña Bianca fue hallado junto al de su abuelo; su madre, Gina, consiguió escapar del coche a pie, pero murió poco después de ser llevada al hospital local debido a la gravedad de las quemaduras que sufrió por todo el cuerpo.
Varios turistas portugueses, entre ellos la familia Machado, de Santarém –compuesta por Lígia, Sérgio, y sus dos hijos menores– están entre las víctimas mortales. Amigos de la familia que los cuatro se habían desplazado a la zona para visitar la popular playa fluvial de Rocas, a pocos kilómetros de Pedrógão Grande.
El matrimonio compuesto por José Maria y São Graça, de la ciudad de Loures, y Cristina y Eduardo Costa, del suburbio lisboeta de Pontinha, también fallecieron en la conflagración. Los primeros huyeron de la aldea de Vila Facaia, haciendo caso omiso a los vecinos que les aseguraban que estarían más seguros en sus casas que en su coche. El matrimonio de Pontinha parece haber sido sorprendido en la carretera mientras se dirigían a visitar la madre del fallecido, que consiguió sobrevivir el desastre.
Mientras los forenses siguen identificando a las 64 víctimas mortales confirmadas por el Gobierno, las autoridades lusas anticipan que el número total de fallecidos aumente debido a la gravedad de muchos de los 160 heridos. Fuentes de Protección Civil también temen encontrarse más víctimas en las aldeas que se sitúan en el centro de la zona afectada por el incendio, algunas de las cuales han estado incomunicadas desde el pasado sábado, cuando ya estaban rodeadas por las llamas.