"La probabilidad de que haya un acuerdo es del 50%", explica un alto funcionario en vísperas del decisivo Eurogrupo de este lunes. Transcurridos siete años y tres rescates que totalizan 260.000 millones de euros desde el primer estallido de la crisis de deuda, la Unión Europea sigue sin encontrar una solución definitiva para Grecia. Todas las medidas de ayuda no han sido más que parches para salir del paso que acaban fracasando por los incumplimientos de Atenas y la división entre los acreedores. El resultado es que cada cierto tiempo -la última vez, en julio de 2015- Grecia se asoma al abismo de la bancarrota y la salida del euro.
El Eurogrupo de este lunes vuelve a ser otra hora de la verdad para Atenas. Si los ministros de Economía y el Fondo Monetario Internacional (FMI) alcanzan un pacto para desbloquear el rescate, se despejará la incertidumbre y la economía helena volverá a crecer, un 2,1% este año según los cálculos de Bruselas. Grecia se beneficiaría de un alivio de su deuda, lograría acceder al programa de compra de deuda del Banco Central Europeo (BCE) y aceleraría su vuelta a los mercados para financiarse.
Si por el contrario persisten las divisiones en la troika, regresará el fantasma de la suspensión de pagos y del Grexit. Atenas tiene vencimientos de deuda de más de 7.000 millones de euros en julio que no puede afrontar sin un nuevo tramo de ayuda europea. De momento, las vacilaciones sobre el rescate han provocado una nueva recaída de Grecia en la recesión: se contrajo un 1,2% en el último trimestre del año pasado y otro 0,1% entre enero y marzo.
Tsipras cumple
A priori, el Gobierno de izquierda radical de Alexis Tsipras ha cumplido esta vez su parte del trato. Tras resistirse durante meses, ha cedido y ha aceptado una nueva tanda de recortes por valor de más de 4.000 millones de euros. El paquete incluye un total de 140 medidas. Las más importantes son una rebaja de las pensiones y una subida del impuesto sobre la renta (reduciendo el mínimo exento), equivalentes a un ajuste del 2% del PIB. Entrarán en vigor en 2019 y 2020, una vez que haya concluido el tercer rescate.
Esta ronda extra de austeridad responde a las exigencias del FMI. El organismo dirigido por Christine Lagarde cree que es la única manera de que Atenas cumpla el objetivo de un superávit primario del 3,5% después de 2018. Sólo así podrá reducir su abultada deuda pública, que roza ya el 180% del PIB.
En paralelo, Grecia ha pactado con sus acreedores una serie de medidas compensatorias: rebajas en el impuesto de sociedades, en el de la renta y en la tasa sobre la vivienda y más gasto social en niños y familias. Pero a diferencia de los recortes, que se activarán de forma automática en 2019, las medidas expansivas sólo entrarán en vigor si Atenas sobrepasa sus metas fiscales.
El nuevo ajuste, que fue aprobado por el Parlamento griego el jueves, le ha costado a Tsipras otra huelga general, protestas masivas en la icónica plaza Sintagma y choques entre los manifestantes y la policía. "Merecemos y esperamos del Eurogrupo del lunes una decisión sobre el alivio de la deuda que se corresponda con los sacrificios del pueblo griego", ha reclamado el primer ministro.
Alemania contra el FMI
La rebaja de la deuda es la última pieza que falta para desbloquear el rescate griego y también la más difícil. Es la gran cuestión que intenta resolver el Eurogrupo de este lunes. "Alemania y el FMI siguen estando muy alejados", explica un diplomático. El Fondo exige a los europeos compromisos firmes para aliviar la deuda helena como condición previa a sumarse al tercer rescate. El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, sostiene que en este momento no son necesarios.
Paradójicamente, el parlamento alemán (y también el holandés) reclama la participación del FMI en el rescate de Grecia como prerrequisito para aprobar el desembolso del siguiente tramo de 7.000 millones. No se fía de la Comisión, a la que considera demasiado indulgente con Atenas. Es decir, si no hay acuerdo sobre el alivio de la deuda (al que Berlín se opone), el FMI se desentenderá del rescate, Alemania bloqueará cualquier pago y Grecia se dirigirá a la bancarrota en verano.
El Eurogrupo ya se comprometió hace un año a adoptar una serie de medidas para reducir la deuda de Grecia, excluyendo, eso sí, la posibilidad de una quita. Para cuando termine el rescate, en 2018, los ministros de Economía están dispuestos a alargar los plazos de devolución, ampliar la moratoria de pago y dar a Atenas los beneficios obtenidos por el BCE de la compra de bonos helenos. Para Alemania y la mayoría de capitales, esta promesa es suficiente. Pero el FMI pide más precisión.
"Nuestros socios europeos deben ser más concretos por lo que se refiere al alivio de la deuda, que es un imperativo", ha dicho Lagarde. El fondo de rescate de la UE (MEDE) ha preparado para el Eurogrupo una serie de escenarios con diferentes alternativas más o menos ambiciosas en materia de deuda. Pero la decisión final es sobre todo política.
El tiempo apremia. Una vez que el Eurogrupo cierre un acuerdo, se necesitarán alrededor de cuatro semanas para tener el visto bueno de los parlamentos nacionales y algo más de tiempo para que el Fondo apruebe sumarse al rescate. Hasta entonces no puede haber ningún desembolso. Si no se logra un compromiso este lunes que satisfaga a la vez a Alemania y al FMI, la crisis griega volverá a despertar en toda su potencia.