En 2015 Antonello Tropea, sacerdote de Calabria, es detenido por la policía en un coche junto a un chico de 17 años con el que mantenía relaciones sexuales y mientras es investigado sigue ejerciendo como sacerdote. El mismo año otro cura de Sicilia, Calogero La Piana, renuncia a su cometido después de aparecer el testamento –del que nadie habla en el Vaticano- de un hombre que asegura haber tenido relaciones sexuales con el religioso. Y quizás el caso más clamoroso, en 2014, el cardenal australiano George Pell, investigado por encubrir presuntamente casos de pederastia cuando era obispo de Sidney y Melbourne, es nombrado jefe de las finanzas de la Santa Sede.
Son algunos de los episodios que repasa el periodista italiano Emiliano Fittipaldi en su nuevo libro, Lussuria (Lujuria), que se podrá encontrar en las librerías italianas a partir del próximo jueves 19 de enero, editado por Feltrinelli. A Fittipaldi ya lo conocen bien en el Vaticano, porque con su anterior publicación, Avarizia, terminó siendo procesado en el caso llamado Vatileaks 2. Entonces fue acusado de difusión de documentos clasificados, que dejaban en evidencia la limpieza de las cuentas vaticanas emprendidas por el papa Francisco.
El periodista fue finalmente absuelto, junto a su colega Gian Luigi Nuzzi. Aunque ahora con Lussuria se dispone a proseguir con la lista de pecados capitales de la Iglesia. “Entre 2013 y 2015 la Congregación para la Doctrina de la Fe –órgano que se encarga de estos casos- ha recogido denuncias verosímiles sobre 1.200 curas pederastas, el doble de las que se procesaron entre 2005 y 2009”, denuncia a EL ESPAÑOL el autor del libro en entrevista telefónica.
Sólo 200 de estos casos se produjeron en Italia, que, según Fittipaldi, no se queda atrás con respecto a los casos destapados en Estados Unidos por el Boston Globe y que fueron llevados al cine por la oscarizada Spotlight (2015). La diferencia para el cronista es que en “Italia, América Latina y España existe una cultura del silencio, derivada de su fuerte tradición católica”.
En Italia, América Latina y España existe una cultura del silencio, derivada de su fuerte tradición católica
De España no falta en el libro el llamado caso Romanones, por el que el padre Román Martínez se enfrenta a una pena de nueve años por presuntos delitos sexuales cometidos contra un menor desde 2004 a 2007, mientras el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, niega estar al corriente de lo sucedido. “Lo grave de este caso”, explica el autor de Lussuria, “es que Francisco anima al denunciante a acudir a los tribunales, el obispo no ha colaborado con la Justicia y el Papa no ha castigado al obispo”.
Más allá de los casos particulares que afectan a prelados de todo el mundo, “la estructura” –que citaban los periodistas del Boston Globe- según Fittipaldi, no sólo no ha sido apartada, sino que “ha hecho carrera”. Al cardenal Pell, prefecto de la Secretaría de Economía de la Santa Sede y miembro del Consejo de Cardenales – el llamado C9, una suerte de Consejo de Ministros vaticano-, le persigue un proceso abierto por la supuesta ocultación de decenas de casos de pederastia entre los años 70 y 90. Pell ya dijo ante la comisión que lo investiga que en aquella época la pederastia en la Iglesia “era un asunto de poco interés”.
Lussuriarecoge que otro de los miembros del C9 y uno de los hombres más cercanos al Papa, el hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga, acogió en el arzobispado de Tegucigalpa a un cura investigado en Costa Rica por abusos sexuales. Maradiaga respondió después que preferiría ir él mismo a prisión, antes que incriminar a uno de sus sacerdotes.
Se puede decir que Ratzinger hizo más de lo que ha hecho Bergoglio
“No me esperaba que ésta fuera la respuesta de Francisco”, sostiene Fittipaldi. El periodista señala que Benedicto XVI aumentó la prescripción de los delitos de 10 a 20 años. “Hizo poco, es inaceptable en una Iglesia que reclama transparencia, pero se puede decir que Ratzinger hizo más de lo que ha hecho Bergoglio”, sostiene.
El problema de la pederastia es una constante en los discursos del Papa argentino. Se ha reunido en diversas ocasiones con víctimas de los abusos, creó una comisión para investigar estos casos y estableció un nuevo procedimiento para que cuatro congregaciones diferentes estudien la revocación de los obispos que han ocultado episodios de este tipo antes de la decisión final de Papa.
No juzgo las declaraciones del Papa en esta materia, soy un periodista de investigación y juzgo los hechos
"Un obispo que cambia a un sacerdote de parroquia cuando se detecta a un pederasta es un inconsciente y lo mejor que puede hacer es presentar la renuncia”, declaró el año pasado Francisco en el regreso de su viaje a México. También durante su pontificado, el Vaticano abrió su primer proceso judicial por pederastia, contra el exarzobispo de la República Dominicana, Jozef Wesolowski, pero el religioso murió súbitamente apenas iniciado el juicio.
“No juzgo las declaraciones del Papa en esta materia, soy un periodista de investigación y juzgo los hechos”, afirma Fittipaldi. Esta vez, espera “al menos no ser procesado por un nuevo trabajo periodístico”, como ya le ocurrió en el caso del Vatileaks 2. Entonces se le acusó de haber publicado papeles robados por el prelado español Lucio Vallejo Balda y la relaciones públicas Francesca Chaouqui.
“Los documentos en esta ocasión son públicos, sólo hay que dedicar tiempo para encontrarlos”, señala el autor del libro. Avarizia fue publicado también en español, aunque con Lussuriahabrá que esperar para que las editoriales españolas decidan si compran sus derechos.