Cuando George Orwell escribió una de sus novelas más emblemáticas, 1984, imaginó una distopía represiva en la que la libertad y la intimidad de los individuos era reducida a la nada. En la ficticia realidad que planteó el autor británico, la “policía del pensamiento” disponía de una tecnología extraordinaria que le otorgaba el poder absoluto para vigilar en todo momento a cualquier ciudadano, y así reprimir cualquier indicio de disconformidad o rebeldía popular con los cánones autoritariamente establecidos.
La sociedad quimérica propuesta por Orwell fue desarrollada como algo inverosímil con finalidad didáctica sobre los riesgos del despotismo. Sin embargo, China está avanzando con pasos agigantados hacia un Estado no muy diferente al de 1984. La red de cámaras de videovigilancia de este país cuenta con una cantidad de dispositivos que oscilan entre los 60 y los 80 millones, de los cuales se estima que unos 20 millones disponen de tecnología de reconocimiento facial.
“Las cámaras no sólo analizan los rostros, sino que también analizan los vehículos, a los peatones y recogen otros tipos de información”, explica a EL ESPAÑOL Fu Xiaolong, miembro de la compañía Cloudwalk, encargada de fabricar estos aparatos. “El proceso habitual de reconocimiento facial es la detección, la captura y la comparación de los rostros capturados con los registros de la base de datos para después analizarlos y obtener unos resultados”, indica.
Durante el primer mes de utilización de éstas cámaras, instaladas en abril de este año, se detuvieron a unos 60 delincuentes y se ha multado a más de 6.000 infractores leves. Con ellas las autoridades también pueden hacer un seguimiento de todos los posibles sospechosos y personas que actúen de manera extraña, por ejemplo dando vueltas a la misma plaza durante un tiempo prolongado,vigilando, o comprando distintos productos que puedan ser utilizados para hacer daño. “Como todos sabemos, China es un país enorme con 1.300 millones de habitantes. No es fácil manejar y reducir la tasa de criminalidad”, defiende el representante de la compañía.
La instalación de esta red de videovigilancia cuesta millones de euros y su objetivo, según el Gobierno, es prevenir ataques terroristas, especialmente por parte de grupos separatistas según la propia empresa, y perseguir a los criminales. Solamente tienen acceso a ella los cuerpos de seguridad chinos y, gracias a las prestaciones de estas cámaras, pueden “advertir y seguir la trayectoria de los fugitivos y de los sospechosos de alto riesgo, cuya presunta culpabilidad depende de la opinión de la policía”, sostiene Xiaolong.
Preguntado sobre el riesgo que conlleva un posible pirateo de este sistema de videovigilancia y el uso indebido que se haga de él, el miembro de Cloudwalk asegura que “todos los datos se almacenan y se ejecutan en la red privada de la policía, -conocida como el Ojo del Cielo- la cual no está conectada a Internet”.
Las cámaras con esta tecnología de inteligencia artificial se pueden encontrar instaladas en plazas, avenidas, zonas residenciales, aeropuertos, estaciones de tren o en centros comerciales. También pueden instalarse en establecimientos privados como tiendas u oficinas con autorización previa, de este modo, los propietarios pueden conectarse al sistema de seguridad pública.
Otros usos del reconocimiento facial
La tecnología de reconocimiento facial está notablemente implantada en China. Allí es posible utilizarla para pagar al realizar compras, para avergonzar a los peatones imprudentes reproduciendo sus tropelías en pantallas enormes, o incluso para racionalizar el uso del papel higiénico en los baños públicos y no hacer un uso indebido de él.
Donde su uso es más asiduo es en los restaurantes. Cadenas internacionales como Mc Donald’s o KFC tienen integrado el sistema Smile to Pay (Sonreír para pagar) que permite abonar el importe de los menús.
En cuanto a la seguridad, Alipay, la compañía responsable de este método de pago, aseguró que sus equipos son capaces de reconocer entre una cara real y una fotografía o vídeo. Esto es posible a que analiza no sólo la cara, sino también el entorno, haciendo imposible engañar a la máquina suplantando la identidad de otra persona.
Noticias relacionadas
- China ejecuta a miles de presos para comerciar con sus órganos
- China se erige como abanderado de la globalización como alternativa a EEUU
- Por qué China prefiere carbón a renovables
- El hombre que batió a la gran cibermuralla china
- China advierte a Trump de que su reto a la 'China única' es un peligro para la paz