"Alguien trata de matarme". Shannan Gilbert, una trabajadora sexual de 24 años, llamó desesperada a los servicios de emergencia en mayo de 2010 con esa impactante declaración. Su posterior desaparición alertó a las autoridades de Long Island, que en su búsqueda descubrieron que la llamada de la joven se produjo tras la visita a un cliente a cinco kilómetros de Gilgo Beach (Nueva York). Meses después, los agentes hallaron su cuerpo a principios de 2011.
Durante la investigación, la policía encontró cuatro cadáveres envueltos en arpillera y enterrados en paralelo con cierto orden. Todos los cuerpos encontrados correspondían a trabajadoras sexuales que rondaban los veinte años. Los restos pertenceían a la propia Shannan Gilbert y a Amber Lynn Costello, Maureen Brainard-Barnes, Megan Waterman y Melissa Barthelemy. Meses más tarde se encontró el cuerpo de otra mujer, Valerie Mack, que había desaparecido 20 años antes.
Durante los primeros meses de 2011 se encontraron seis cuerpos más, incluyendo un esqueleto de una bebé, un total de 10 cuerpos y tras esos sucesos, nada.
Una década más tarde, se ha detenido a un sospechoso por ser el presunto culpable de esos crímenes que ya llevan el título popular de 'el asesino en serie de Long Island'.
El presunto asesino en serie es Rex Heuermann, un arquitecto de 59 años propietario de la firma de consultoría y arquitectura RH Consultants & Associates, padre de dos hijos. Él residía en Massapequa Park, a escasos 25 minutos de la zona donde se hallaron los cuerpos. Fue detenido el pasado viernes 14 por la noche en Manhattan, donde trabajaba.
Heuermann ha sido acusado del asesinato de tres de los cuatro cuerpos que se encontraron primero, y que la prensa bautizó como las 'Gilgo Four' ('las Cuatro de Gilgo'). La policía no descarta su implicación en el cuarto asesinato, aunque no ha sido imputado por ello. La investigación mantiene como posibilidad que esté involucrado en el resto de las muertes que se le atribuyen al 'asesino en serie de Long Island'.
Novedades sobre la investigación
El caso contra Heuermann se fue consolidando en los dos años que transcurrieron tras reabrir la investigación por parte del comisionado de policía del condado de Suffolk, Rodney Harrison, según fuentes de la CNN.
Harrison decidió formar un grupo de trabajo donde se incluían detectives, policías del condado, investigadores de la oficina del sheriff, la policía estatal y el FBI.
A partir de ese momento, los investigadores comenzaron a revisar registros telefónicos, ya que se sabía que las víctimas habían contactado con su agresor mediante teléfonos desechables que utilizaba el asesino para no dejar rastro. Las autoridades recopilaron los registros de las torres de telefonía móvil. Se revisaron los registros del centro de Mahattan y del área de Massapequa Park, dos zonas donde se detectó un teléfono que presuntamente habría utilizado el asesino.
Los investigadores fueron reduciendo la lista de presuntos sospechosos y finalmente dieron con unas pocas personas que podrían coincidir con el asesino. En ese momento, decidieron enfocarse en las personas que vivían en el área de la torre de comunicaciones y que podían cumplir con alguna característica más señalada por los testigos.
A partir de ahí fueron buscando coincidencias gracias a algunos testigos que decían haber visto al presunto asesino o su coche. Finalmente la descripción física de un testigo coincidía con el aspecto de Heuermann. Además, el sospechoso vivía cerca de las antenas tanto de Long Island como de la ciudad de Manhattan.
Con un posible sospechoso claro, los investigadores necesitaban pruebas que no fueran circunstanciales para poder acusar al arquitecto.
La prueba irrefutable ha acabado siendo el ADN. Durante la investigación de 2011, los agentes se percataron de que había un pelo en uno de los envoltorios de arpillera que amortajaban a los cadáveres. Ya con Heuermann en el punto de mira, los investigadores consiguieron contrastar el código genético de aquella prueba con un familiar cercano del sospechoso. Y, efectivamente, el laboratorio demostró que había una relación de parentesco.
Solo quedaba corroborar que era del propio sospechoso. Tras varios intentos de encontrar el ADN del propio arquitecto, un trozo de pizza mordido y tirado a la basura por Heuermann fue la clave para conseguir su ADN. Un equipo de vigilancia rescató los restos de esa pizza y pudo enviar el resto al laboratorio para analizarlos, según ha informado el fiscal. La muestra tomada de la caja de la pizza coincidía con el ADN hallado en el lugar de los primeros crímenes.
Heuermann se ha declarado no culpable de los hechos, aunque la fiscalía ha decretado prisión permanente sin derecho a fianza, ya que el fiscal del distrito del condado de Suffolk explicó que la decisión de detenerlo fue la sospecha de que volvería a actuar próximanente, “Seguía usando direcciones de correo electrónico ficticias, identidades ficticias, teléfonos desechables, acosando a trabajadoras sexuales”, aclaró. La próxima comparecencia ante el tribunal está programada para el 1 de agosto.