"El presidente más viejo de la historia de Estados Unidos", "sin plan de sucesión", "índices de aprobación en picado", "no hace más que vacilar mientras se pierden los logros progresistas"… La lista de peros que le sacan propios y ajenos a Joe Biden de cara a su posible candidatura para una reelección en 2024 crece a pasos agigantados.
Las reticencias de los demócratas no son infundadas. El presidente más vetusto de la historia de EEUU -celebró su 80 cumpleaños sin pena ni gloria en noviembre- ha ocupado más portadas en 2022 por sus patinazos que por sus triunfos. En plena ola inflacionaria y aún sufriendo las secuelas de una pandemia que ha dejado un país cada vez más dividido, los estadounidenses no pueden olvidar la desorientación del presidente cada vez que habla en público, su conversación con un Conejito de Pascua imaginario o la famosa caída de la bici. La revocación de la ley del aborto libre (la famosa sentencia Wade Vs Roe) y los precios desbocados de la gasolina y la electricidad han hecho el resto.
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Buena muestra de la preocupación –o descontento, según se mire– del electorado son las encuestas a pie de urna de la CNN en noviembre, cuando el 67% de los votantes que participaron en las elecciones de mitad de legislatura dijeron que no querían que Biden se presentara a la reelección en 2024.
Para más inri, la confianza en Biden se ha ido desvaneciendo entre los votantes jóvenes y las personas de color, grupos indispensables para un triunfo demócrata. Así lo puso de manifiesto una reciente encuesta del New York Times/Siena College, que reveló que casi dos tercios de los demócratas preferían otro candidato para 2024, alegando la avanzada edad de Biden. Argumento de peso si se tiene en cuenta que un viaje oficial típico, como el que realizó recientemente el presidente a Egipto y Asia, supone volar 24 horas seguidas en el Air Force One para regresar a la Casa Blanca, algo que agota a cualquiera, mucho más a un octogenario.
Lo cierto es que los índices de aprobación de su labor al frente del país han caído por debajo del 39%, según el promedio de encuestas FiveThirtyEight. Este suspenso le sitúa por detrás de Trump en el periodo equiparable de sus respectivas legislaturas.
#DontRunJoe
Mientras, son sus propios compañeros de partido los que ponen en entredicho la habilidad de Biden para liderar a los demócratas en los próximos años y ya hablan del actual presidente como "un ancla que debería soltarse en 2024", según publicó el New York Times en verano.
Por ejemplo, Norman Solomon, fundador del grupo de activistas de izquierdas RootsAction, tiene claro que no votará por Biden si decide presentarse en 2024, ya que "Sus índices de aprobación pública siguen siendo pésimos, como lo han sido durante todo el año". Solomon forma parte de un grupo de demócratas progresistas que comulgan con las ideas de Bernie Sanders y Noah Chomsky y que tiene claro que "nada de lo que hagan en la Casa Blanca puede cambiar las graves vulnerabilidades a las que se enfrentaría Biden en la carrera electoral de 2024".
De hecho, si en 2020 RootsAction puso su maquinaria al servicio de Biden "con tal de evitar otros cuatro años de Trump", en 2022 el grupo de izquierda acaba de lanzar una campaña de presión pública para bloquear su reelección en 2024. RootsAction, cuya lista de correo electrónico cuenta con unos 1,2 millones de contactos, planea gastar seis cifras en la campaña digital titulada #DontRunJoe para disuadir a los votantes progresistas de respaldar a Biden si éste decidiera presentar su candidatura a principios de enero.
"Si estás en contacto con activistas del Partido Demócrata, la frustración es palpable", según destaca Jeff Cohen, cofundador de RootsAction. Cohen se queja sobre todo de cómo "Biden parece vacilar mientras los logros progresistas simplemente se tiran por la ventana, desde el derecho al aborto hasta la Ley de Aire Limpio".
"Biden nos ha rescatado de otro mandato de Trump, pero creo que necesitamos a alguien más para defender los cambios que necesitamos"
La hasta ahora representante demócrata de New Hampshire en el Congreso, Sherry Frost (D), se suma al descontento de Solomon y Cohen, reconociendo que "no está segura de que Joe Biden sea el líder que necesitamos para llevarnos al próximo mandato". Frost, feminista declarada y defensora de una reforma estructural de la actual ley electoral, está "ansiosa por apoyar a un candidato que comprende la disfunción fatal en nuestra economía y que esté dispuesto a hacer que las personas y corporaciones ultra ricas cumplan con sus obligaciones", pero "no está segura de que Biden sea ese candidato" y, aunque aprecia que "nos haya rescatado de otro mandato de Trump, creo que necesitamos a alguien más para defender los cambios grandes y sistémicos que necesitamos para continuar esforzándonos por lograr una unión más perfecta".
Falta de sucesor
Con o sin el apoyo de los progresistas, las perspectivas de Biden para 2024 "son probablemente las mejores durante su presidencia", según apuntó un estratega demócrata en declaraciones para The Hill. "Joe puede argumentar que los votantes en gran medida están de acuerdo con él y su tipo de política, y no está equivocado", añadió este experto en campañas electorales.
Por su parte, Biden repite hasta la saciedad que él es el único que ha vencido a Trump en las urnas y que puede volver a hacerlo en 2024. No obstante, es Ron DeSantis, estrella en alza de los republicanos, quien realmente le quita el sueño al equipo de campaña de Biden. "Tienen que estar preocupados por enfrentarse a alguien como DeSantis", reconoció un ex asesor de Barack Obama. "¿Cómo no van a estarlo?", añadió este veterano de la Casa Blanca en referencia a la victoria electoral sin precedentes del gobernador de Florida.
Expertos en campañas electorales consultados por EL ESPAÑOL apuntan que el principal problema de los demócratas es la "falta de un plan de sucesión" además de "figuras contradictorias" entre los aspirantes a suceder a Biden al frente de la candidatura demócrata. Argumentan que si bien la postura oficial del partido es que si Biden decidiera no volver a postularse, la vicepresidenta sería su primera opción, "lo dicen con la boca pequeña".
Harris, cuyos comienzos en Washington han sido de todo menos fáciles, no ha logrado en estos dos años que sus conciudadanos tengan una mejor opinión sobre su capacidad de liderazgo. Aunque Harris se ha beneficiado "de rebote" de los resultados electorales de noviembre, en el seno del partido demócrata preocupa que "no haya tenido una plataforma lo suficientemente sólida como vicepresidenta". "Creo que si se presentara, sería desafiada por otros demócratas", dijo en este sentido un estratega citado por el Washington Post quien agregó que "hay muchas personas que todavía piensan que ella no vencería ni a Trump ni a DeSantis".
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También se habla de las ambiciones presidenciales del Secretario de Transporte, Pete Buttigieg, y de las de la gobernadora de Michigan Gretchen Whitmer, que venció por goleada al candidato de Trump en las elecciones de noviembre y que rivalizó con Harris por el puesto de vicepresidenta en las elecciones de 2022.
Pero es quizás el nombre del gobernador de California, Gavin Newsom, al que algunos empiezan a llamar "el DeSantis de la izquierda" por su campaña por la "libertad" en su estado durante las elecciones, el que suena con más fuerza para liderar la propuesta demócrata en 2024. "Se le percibe como fuerte y lo ha hecho bien manteniendo su nombre en la prensa; mantener tu nombre ahí fuera es la mitad de la batalla", tal y como destacan fuentes cercanas a la maquinaria electoral de Washington.
Otros contendientes a tener en cuenta son la representante más veterana por Arizona, Kyrsten Sinema, quien amenaza con abandonar el centro- izquierda para presentarse como candidata independiente al Senado en 2024, o el también representante por Arizona Rubén Gallego, quien ha presionado a sus compañeros de partido para ampliar el techo de gasto en los Presupuestos Generales del Estado para 2023.
La incógnita de Trump
Para E.J. Dionne, Jr., analista político sénior del Instituto Brookings y profesor universitario de Fundamentos de la Democracia y la Cultura en la Universidad de Georgetown, "sería maravilloso pensar que los republicanos decentes y razonables finalmente se volverían contra Trump por razones de principios, especialmente después de sus comentarios sobre modificar la Constitución" para poder volver a presentarse como candidato presidencial. Tal y como recuerda Dionne, "ese fue el camino que ya tomaron los representantes Liz Cheney y Adam Kinzinger –miembros del Comité del 6 de enero que ha investigado los asaltos al Capitolio de enero de 2021–, así como los otros ocho republicanos de la Cámara de Representantes que votaron a favor de la destitución de Trump por segunda vez en 2021 y los siete republicanos del Senado que votaron para condenar al expresidente".
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Pero Trump, quien es objeto de varias investigaciones dirigidas por el Congreso, el Departamento de Justicia y el FBI, ha ignorado descaradamente las críticas, ruegos y desafíos de sus compañeros de partido, lanzándoles un órdago a sus detractores con un anuncio (para muchos descafeinado) de su tercera campaña presidencial. Para rematar la faena, el expresidente cenó en su residencia privada de Mar-a-Lago con Nick Fuentes y Kanye West, quienes ha sido objeto de fuertes críticas por sus actuaciones racistas y comentarios antisemitas en redes sociales.
"Los mundos de la política y la erudición se han acostumbrado tanto a la capacidad de Trump para recuperarse de escándalos que destruirían las carreras de todos los demás, que ahora ven a Trump como dotado de superpoderes milagrosos", reflexiona Dionne. "Su mayor superpoder ha sido la renuencia de la mayoría de los republicanos a actuar en su contra sin importar lo que haya hecho o dicho. En gran medida, eso todavía se mantiene. Los políticos del Partido Republicano siguen teniendo mucho miedo de los leales a Trump.
La debilidad de Trump es su fuerza: cuanto más expulse a los no extremistas del partido, más dominarán sus partidarios las primarias republicanas", advierte el catedrático de Georgetown. En este sentido, es de destacar que tan sólo dos de los 10 miembros republicanos de la Cámara que votaron contra Trump durante el último juicio político (el segundo impeachment del expresidente) formarán parte del 118º Congreso de Estados Unidos que se inaugurará a principios de 2023. Peor aún, cuatro de ellos, incluida Cheney, han perdido las primarias este año y cuatro más, entre los que se cuenta Kinzinger, han decidido poner fin a su carrera en el Capitolio.
"Trump solo será dejado de lado cuando su costo político para su partido se vuelva intolerable. Eso es precisamente lo que está a punto de suceder. Nada ha perjudicado más a Trump que el daño evidente que les hizo a los republicanos en las elecciones de 2022, que culminó con la derrota de su candidato elegido a dedo, Herschel Walker, ante el senador Rafael Warnock en la segunda vuelta de Georgia", tal y como destacó Dionne en un artículo de opinión publicado a principios de diciembre.
El congresista de Alabama y otrora entusiasta partidario de Trump, Mo Brooks, encarna ese drástico cambio de bando vaticinado por el experto del Instituto Brookings. Brooks ha llegado a decir del que fuera su héroe político que "sería un grave error de los republicanos tener a Donald Trump como su candidato en 2024". El político, quien decidió romper con la disciplina de partido tras la victoria a medio gas de los republicanos en las elecciones del midterm, cuando la tan anunciada "oleada roja" no se dejó ver, cargó contra el expresidente en un popular blog político, subrayando que "Donald Trump ha demostrado ser deshonesto, desleal, incompetente, grosero y muchas otras cosas que alienan a tantos independientes y republicanos. Incluso un candidato que hace campaña desde su sótano puede vencerlo".
No hay que olvidar que la crítica proviene de alguien que el 6 de enero de 2021 se puso un chaleco antibalas y habló con los partidarios de Trump en un mitin cerca de la Casa Blanca, repitiendo la mentira de Trump sobre el fraude electoral y pidiendo a los "patriotas estadounidenses que comiencen a anotar nombres y patear traseros".
Por su parte, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, considerado el principal rival potencial de Trump, no ha anunciado oficialmente su candidatura aunque ha comprado recientemente anuncios en Google y Facebook dirigidos a una audiencia nacional. DeSantis saltó a la fama nacional durante la pandemia de COVID-19, convirtiéndose en el abanderado anti-mascarillas y anti-vacunas. Desde entonces, ha defendido causas sociales conservadoras, incluido el proyecto de ley "No digas gay" y los derechos de los padres. Por último, pero no menos importante, DeSantis ganó cómodamente la reelección durante las elecciones de noviembre, convirtiéndose en el único candidato republicano que ha superado a Trump en número de votos, algo que ha desatado la ira del expresidente en más de una ocasión.
Pero DeSantis no es el único que podría plantarle cara a Trump en las próximas primarias. El gobernador saliente de Maryland, Larry Hogan, compartió con los miles de asistentes a su fiesta de despedida en noviembre que "nunca he estado más preocupado por la dirección de nuestra nación". A continuación, dejó la puerta abierta a una posible candidatura en la primarias de 2024, adelantando que “Lo que puedo decirles esta noche es que no voy a renunciar al Partido Republicano ni a Estados Unidos".
"Donald Trump ha demostrado ser deshonesto, desleal, incompetente, grosero y muchas otras cosas"
En la misma línea, el senador de Carolina del Sur, Tim Scott, quien también ganó la reelección en noviembre, también ha reforzado su inversión en anuncios electorales en redes sociales, según el Washington Post. El ex vicepresidente Mike Pence, el gobernador de Virginia, Glenn Youngkin, y el gobernador de Arkansas Asa Hutchinson, cada vez más críticos con Trump y más generosos en su financiación de campañas en su contra, también suenan en la quiniela electoral republicana.
Sangre nueva
La avanzada edad de buena parte de los dirigentes del país ha abierto el debate ciudadano sobre si es saludable para la democracia estadounidense que los políticos más jóvenes no estén asumiendo más responsabilidad o tengan más poder en lo que muchos tildan de punto de inflexión para el país.
Lo cierto es que el número de legisladores que peinan canas en las bancadas roja y azul es alarmante. Nancy Pelosi, abanderada de los demócratas en Washington en las últimas dos décadas, ha esperado a cumplir 82 años para ceder el testigo en la Cámara de Representantes. En el Senado, el líder de la minoría Mitch McConnell, representante por Kentucky, de 80 años, se resistió como gato panza arriba para no cederle su puesto de liderazgo a un colega más joven, el senador de Florida Rick Scott, de 69 años. El reelegido líder de la mayoría en el Senado, el demócrata Chuck Schumer, es un "joven" de 71 años que sitúa la edad media de los habituales del Capitolio en torno a los setenta años.
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"Existe la sensación de que ninguno de los partidos políticos mayoritarios ha hecho un buen trabajo a la hora de preparar herederos más jóvenes", tal y como apunta preocupado un conocido comentarista político desde Washington. En el escenario actual, se corre el riesgo de crear una mayor distancia entre los políticos y las generaciones de votantes futuras, "lo que podría ser un problema particularmente grave para los demócratas", según este experto. Cabe recordar que las últimas encuestas de intención de voto de CNN indicaron que el 55 % de los votantes demócratas tenían entre 18 y 44 años mientras que el 54% del electorado republicano supera los 45 años de edad.