Aún quedan incógnitas por esclarecer sobre el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021. Y entre las sospechas de quién estaba detrás de ello sigue saliendo el nombre del expresidente Donald Trump, que tras perder las elecciones de 2020 no admitía su derrota, recurriendo a acusaciones de fraude electoral y a frases alentadoras para sus seguidores. "Y si no peleas como un demonio, ya no tendrás un país", exclamó Trump poco antes del suceso del Capitolio.
La semana pasada, miembros del grupo extremista 'Oath Keepers' fueron detenidos tras ser acusados por delito de sedición. Es la primera vez que el delito de sedición entra en la investigación tras más de un año después del suceso.
Es decir, la Justicia estadounidense sí considera que el ataque del 6 de enero de 2021 fue un asalto organizado que tenía como objetivo prevenir una transición presidencial pacífica de Trump a Joe Biden.
El posible rol de Trump en el suceso del Capitolio está siendo investigado por el Comité Selecto de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, una comisión de investigación creada específicamente para el ataque al edificio histórico que alberga a las dos cámaras de representación.
Pero el Departamento de Justicia no está investigando directamente al expresidente, según ha informado el Washington Post, que añade la información de que el FBI no ha solicitado material ni ha querido interrogar a miembros del equipo de Trump presentes en las reuniones que tenían en un hotel de la capital para planear una estrategia que tenía como objetivo impedir que Biden llegara la Casa Blanca. "Centro de comando", así llamaban al hotel donde mantenían esas reuniones, según desveló el diario de la capital.
Aunque los esfuerzos de Trump para desprestigiar el resultado electoral y sus discursos apelando a la acción fueran abundantes los días previos al asalto al Capitolio, no es sencillo para la Justicia acusar al expresidente de estar detrás del asalto, según informa el diario estadounidense citando a analistas y abogados.
Una de las opciones es acusar al expresidente de incitar a sus seguidores a actuar de manera violenta con frases con la palabra "pelear". Pero ese discurso de Trump estaría protegido por la Primera Enmienda, que defiende la total libertad de expresión. Además, no era la primera vez que un político apelaba a "pelear".
Por eso, más de un año después, Donald Trump no se ha visto salpicado por la invasión al Capitolio, al menos judicialmente. La Justicia solo ha investigado a los que aparecen en grabaciones de ese día y conectado a estar personas a grupos o líderes de movimientos.
Más de 725 personas han sido acusadas de participar en el ataque al Capitolio y agentes del FBI están buscando a unas 200 más. Entre ellas diez miembros del grupo 'Oath Keepers', acusados de sedición.
Su líder y fundador, Stewart Rhodes, planearon parar el cambio de presidencia de Trump a Biden y se armaron con pistolas y equipamiento de combate para viajar a la capital estadounidense.
"Solo veo a Trump quejarse. No le veo de intención de hacer algo. Por lo que los patriotas van a tomar el asunto con sus propias manos. Ya han tenido suficiente", dijo Rhodes por un chat en redes sociales el 6 de enero, según la acusación.
El abogado de Rhodes, Jonathan Moseley, dice en declaraciones al Washington Post que no sabe si la Justicia está intentando encaminar la investigación hacia Trump, pero sí ha afirmado que el arresto de su cliente es sorprendente porque él no estuvo en el Capitolio.
Un exasistente del fiscal general que cita el mismo diario cuenta que la acusación a Rhodes es un paso significativo, pero que puedan dar el salto de él a Trump está por ver.
La investigación para encontrar a cada participante de la invasión al Capitolio no está cerca de terminar. Trump, por ahora, no es considerado como uno. El fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland, prometió que cada persona involucrada en el asalto al Capitolio rendirá cuentas, pero más de uno año después, uno de los episodios más denigrantes en la historia democrática de Estados Unidos sigue arrastrando la incógnita de si el poder político estaba detrás de ello, como se sospecha, o si fue un golpe a la democracia orquestado únicamente por individuos y grupos extremistas.