“Los ministros de finanzas del G-7 han asumido un compromiso significativo y sin precedentes hoy que brinda un tremendo impulso para lograr un impuesto mínimo global sólido a una tasa de al menos el 15%”, dijo el sábado en declaraciones desde Londres la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen. Además, apuntó Yellen, "el impuesto mínimo global acabaría con la carrera a la baja en los impuestos corporativos y garantizaría la equidad para la clase media y los trabajadores en Estados Unidos y en todo el mundo".
El ejecutivo estadounidense se ha mostrado particularmente ansioso por lograr este acuerdo para reparar la relación con sus principales socios europeos y aplacar las preocupaciones presupuestarias a las que se enfrentan en casa.
De aprobarse oficialmente, los miembros del G-7 (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos) respaldarán una tasa impositiva mínima del 15% sobre las ganancias de corporaciones multinacionales. Los impuestos se aplicarán en aquellos países donde operen dichas empresas, no donde estén registradas, de manera que las principales economías del mundo puedan compartir los ingresos generados mediante gravámenes a empresas como Google o Facebook.
Pese a lo trascedente del acuerdo, cabe destacar que aún quedan muchos escollos por sortear. En julio, los ministros de economía del G-7 tendrán que ser capaces de convencer a sus homólogos del G-20, de manera que cuando este grupo se reúna en octubre, ratifiquen el acuerdo.
Prisas de Biden
Un día antes de conocerse el resultado de las negociaciones del G-7, Biden promocionaba a bombo y platillo el progreso que Estados Unidos ha logrado en su recuperación de la pandemia, argumentando que ahora es el momento de "aprovechar el impulso económico" y aprobar su propuesta de infraestructura a gran escala.
No obstante, el presidente estadounidense es consciente de que alguien tiene que pagar su ambicioso plan de recuperación económica. Desde marzo de 2020, el gasto del gobierno central para hacer frente a los efectos de la pandemia ha superado los 5.900 millones de dólares, o lo que es lo mismo, la cuarta parte del PIB de EE.UU. En abril, los precios al consumidor subieron un 4,2%, alcanzando la tasa más alta desde la crisis financiera de 2008. A este respecto, el que fuera secretario del Tesoro con Bill Clinton y artífice del plan de estímulo económico de Barak Obama, Larry Summers, destaca que el equipo de Biden se precipitó en pos de "la política macroeconómica fiscal menos responsable que hemos tenido en los últimos 40 años".
Con vistas a asegurarse el apoyo parlamentario que necesita, Biden ha apostado fuerte por un plan fiscal "Made In America" que generaría alrededor de 2.500 millones de dólares en 15 años a base de medidas como subir el impuesto de sociedades del actual 21% al 28% y eliminar incentivos para que las corporaciones nacionales sigan llevándose fábricas, puestos de trabajo y ganancias al extranjero.
El posible aumento de impuestos corporativos ha levantado ampollas, con un número cada vez mayor de detractores destacando que lo único que van a conseguir es obstaculizar la ya de por si frágil recuperación económica y hacer de Estados Unidos un lugar menos atractivo para los empresarios. Dada la fiera oposición de los republicanos a revertir aunque sea parcialmente los recortes de impuestos de 2017 del expresidente Donald Trump, restar atractivo a la internacionalización de las empresas estadounidenses se postula como la mejor opción.
Ninguna otra economía importante en el mundo está creciendo tan rápido como la nuestra. Y nada de este éxito es un accidente.
"Ninguna otra economía importante en el mundo está creciendo tan rápido como la nuestra. Y nada de este éxito es un accidente. No es suerte", añadió el presidente estadounidense. En una alusión indirecta a la negociación entre demócratas y republicanos que tendrá lugar esta semana para fijar el techo de gasto del Plan de Empleo Estadounidense y el Plan de Rescate Estadounidense, Biden reiteró que Estados Unidos está "en el camino correcto". "Nuestro plan está funcionando. Y no vamos a ceder ahora", afirmó.
Las tecnológicas
Facebook fue una de las primeras empresas en manifestarse sobre esta medida, que afectará a sus operaciones fuera y dentro de Estados Unidos. Nick Clegg, vicepresidente de asuntos globales del gigante de medios sociales tuiteó: "Queremos que el proceso de reforma fiscal internacional tenga éxito y reconocemos que esto podría significar que Facebook pague más impuestos y en diferentes lugares".
Mientras, un portavoz de Amazon también calificó el acuerdo como "un paso adelante bienvenido" en declaraciones a FOX Business, aunque añadió que "Creemos que un proceso liderado por la OCDE que cree una solución multilateral ayudará a traer estabilidad al sistema tributario internacional".
Google también dijo en un comunicado que apoya "firmemente" una actualización de las reglas fiscales internacionales y que espera que “los países sigan trabajando juntos para garantizar que pronto se finalice un acuerdo equilibrado y duradero".
Europa, dividida
“Los ministros de finanzas del G-7 hoy, después de años de discusiones, han llegado a un acuerdo histórico para reformar el sistema tributario global, para adaptarlo a la era digital global, y de manera crucial para asegurarse de que sea justo para que las empresas adecuadas paguen impuestos correctos en los lugares correctos”. Así anunció el acuerdo el ministro de Finanzas británico Rishi Sunak. Para Sunak, el compromiso alcanzado hará que el sistema fiscal global "se adapte a la era digital global" y garantice que "las empresas adecuadas paguen los impuestos correctos en los lugares correctos".
"Nuestros intensos esfuerzos de los últimos tres años están dando sus frutos. Las siete naciones industriales más importantes han apoyado hoy el concepto de un impuesto mínimo para las empresas", tuiteó el ministro de Finanzas alemán Olaf Scholz, añadiendo que "Esta es una muy buena noticia para la justicia fiscal y la solidaridad, y una mala noticia para los paraísos fiscales de todo el mundo".
Por su parte, el ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, calificó la medida de "histórica" aunque apuntilló que el impuesto de sociedades del 15% era el mínimo y que el gobierno galo "lucharía" para asegurarse de que el gravamen fuera "lo más alto posible". Aunque por motivos distintos, organismos internacionales como Oxfam también opinan que el impuesto corporativo global mínimo debería revisarse al alza, pues el acuerdo alcanzado por el G-7 "establece una tasa impositiva corporativa mínima global que es similar a las tasas suaves que cobran los paraísos fiscales como Irlanda, Suiza y Singapur. Están poniendo el listón tan bajo que las empresas pueden pasar por encima de él".
En el extremo opuesto se encuentra Irlanda, sede europea de Google o AirBnB, que tiene una tasa impositiva del 12,5% y que se opone a este impuesto mínimo global, argumentando que sería perjudicial para su modelo económico. Según la Cámara de Comercio Estadounidense de Irlanda, su atractivo fiscal ha atraído a cientos de empresas estadounidenses cuya inversión total en el país supera los 444.000 millones de dólares.