Donald Trump declaró la guerra al acuerdo nuclear con Irán incluso antes de su firma, y cinco años después, el presidente de EEUU ha cumplido su objetivo de debilitarlo, aunque no su sueño dorado de negociar directamente con Teherán para "mejorar" un pacto que describe a veces como si fuera un contrato inmobiliario.
"Si se aprueba ese acuerdo con Irán, puede que Israel no exista durante mucho más tiempo. Es un desastre, y tenemos que proteger a Israel", afirmó Trump durante el discurso en el que anunció su primera campaña presidencial en junio de 2015.
Menos de un mes después, el 14 de julio de 2015, el Estados Unidos que entonces presidía Barack Obama (2009-2017) firmaba en Viena junto a Irán, Rusia, China, Francia, el Reino Unido y Alemania un pacto destinado a limitar el programa nuclear iraní, a cambio del levantamiento de parte de las sanciones internacionales a Teherán.
Una promesa electoral
Trump, al que muy pocos consideraban por entonces un aspirante presidencial con opciones serias, no tardó en convertir su rechazo frontal al arreglo con Irán en uno de los temas recurrentes en su campaña electoral, y en marzo de 2016 llegó a proclamar que había "estudiado" el acuerdo nuclear "en más detalle que casi nadie".
Pero el magnate describía a menudo el acuerdo en términos engañosos, al definirlo como un "contrato" por el que EEUU. había pagado supuestamente "150.000 millones" de dólares a Irán a cambio de sus compromisos nucleares, cuando el monto fue de 1.700 millones y en concepto de deudas por una compra militar incompleta de 1979.
Una retirada aplazada
Una vez que llegó al poder, Trump tardó más de un año -hasta mayo de 2018- en anunciar que Estados Unidos abandonaba el pacto, un retraso que los expertos consultados por Efe atribuyen sobre todo a la reticencia de sus asesores.
"Nunca hubo demasiadas dudas de que Trump se retiraría del acuerdo con Irán una vez que llegara al poder. Tardó un poco más de lo esperado porque prácticamente todo su equipo de seguridad nacional se oponía a ello", explicó Suzanne DiMaggio, experta en Irán en el centro Carnegie Endowment for Internacional Peace.
Además, a Trump le horrorizaba tener que cumplir cada cuatro meses con un requisito legal que le exigía garantizar periódicamente al Congreso de EEUU que Irán cumplía con el acuerdo y algunos analistas creen que la vergüenza de emitir esa certificación -que contradecía su retórica sobre Teherán- contribuyó a su decisión.
Las presiones a Europa
Pocos en Washington hicieron más presión a favor de la retirada que Mark Dubowitz, presidente de un centro de estudios conservador llamado Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD) que el año pasado fue sancionado por el Gobierno iraní por su presunta hostilidad hacia el país.
Durante meses, diplomáticos estadounidenses y europeos consultaron a Dubowitz mientras conversaban sobre un posible acuerdo paralelo que evitara la retirada de EEUU del pacto nuclear, y el analista cree que Trump intentó en serio encontrar una alternativa.
"Les dio tiempo a los europeos y a los demócratas en el Congreso para que accedieran a arreglar el acuerdo, pero cuando llegó a la conclusión de que no iban a hacerlo, decidió abandonarlo", aseguró Dubowitz a Efe.
Para un presidente que presume de ser un negociador infalible y sueña con cerrar acuerdos históricos con enemigos de EEUU como Corea del Norte, la idea de llegar a un nuevo pacto con los iraníes se convirtió rápidamente en una esperanza que planteó varias veces en 2018 y 2019, pero a la que Teherán nunca dio pábulo.
La escalada
De hecho, las tensiones con Irán fueron en aumento desde que EE.UU. volvió a imponer todas las sanciones a Teherán que había levantado a raíz del pacto, y llegaron al borde del conflicto militar a comienzos de este año, cuando Trump ordenó asesinar al general iraní Qasem Soleimaní.
"Aunque Trump ha cumplido su objetivo de someter a Irán a un estrangulamiento considerable, especialmente en lo económico, la estrategia de 'máxima presión' ha resultado por ahora en una mayor agitación en los frentes nuclear y regional", dijo a Efe el analista jefe sobre Irán del centro de estudios Crisis Group, Naysan Rafati.
La decisión de Trump también ha tensado su relación con los firmantes europeos del pacto nuclear, que tuvieron que sentarse a pensar sobre cómo salvar el acurdo mientras lidiaban con el impacto extraterritorial de las sanciones recién reimpuestas por Washington.
Nuevo debate en la ONU
El último escenario de ese tira y afloja es el Consejo de Seguridad de la ONU, donde Estados Unidos está en plena campaña para extender el embargo de armas que pesa sobre Irán, una medida que expira en octubre.
Prorrogar ese embargo dificultaría al máximo la supervivencia del acuerdo nuclear, pero los expertos coinciden en que hay pocas opciones de que eso ocurra, dado el poder de veto de Rusia y China.
No obstante, si Estados Unidos no logra ese objetivo, las consecuencias también podrían ser notables: es probable que, en ese caso, "el Gobierno (de Trump) recurra a su derecho de reimponer unilateralmente todas las sanciones de la ONU" a Irán, pronosticó Dubowitz.
Si eso ocurre, "las cosas podrían calentarse muy rápido" e incluso llevar a la retirada iraní del acuerdo nuclear, lo que provocaría una "crisis internacional", según DiMaggio.
A ese escenario hay que añadir el hecho de que Trump está en plena campaña por su reelección en los comicios estadounidenses de noviembre, lo que podría aumentar los choques con Teherán.
"Trump querrá seguir demostrando que es duro con Irán", opinó para Efe una experta en Oriente Medio en el Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense, con sede en Washington.