Un horrorshow. Así describían este viernes los medios de comunicación estadounidenses lo ocurrido anoche durante el primer debate presidencial entre Joe Biden y Donald Trump. Durante 90 minutos, en un silencioso plató sin público, el candidato demócrata y el republicano discutieron sobre temas como la inflación, los impuestos, la guerra de Ucrania o la inmigración.
Pero no fue el fondo de la discusión, sino las formas las que horrorizaron a los telespectadores y, en concreto, al Partido Demócrata, que vio como un Biden ronco, lento y apagado se ahogaba entre titubeos, balbuceos y frases inconclusas y mal estructuradas ante un Trump desafiante e incluso menos combativo de lo habitual.
Así, a cinco meses de las elecciones, los mensajes que tanto el actual presidente de Estados Unidos como el primer expresidente convicto de la historia del país trataron de colocar quedaron eclipsados, ya no por los ataques personales (que los hubo), sino por las dudas sobre si Biden, de 81 años, está cognitiva y físicamente preparado para dirigir el país durante cuatro años más.
El tema de la edad y la condición del mandatario demócrata ha sido una de las principales preocupaciones de los estadounidenses. Durante meses, el Partido Demócrata se ha esforzado por disipar esas dudas tratando de presentar a un candidato vigoroso y hábil y, al fin y al cabo, no mucho mayor que su rival, de 78 años.
Su intervención de ayer, sin embargo, parece haber sido un golpe de realidad para los demócratas, que podrían estar ya planteándose sustituirle por otro candidato, según recoge The New York Times, el Washington Post y prácticamente toda la prensa internacional. Así, la pregunta es: ¿pueden los demócratas reemplazar a Biden? Y sobre todo: ¿llegan a tiempo? Y parece que la respuesta es que sí, pero no lo tendrán fácil.
Antes de la Convención
Durante las primarias y caucus -que han durado de enero a junio- los demócratas escogieron a su candidato a las presidenciales, pero no a través del voto directo al político, sino a través de la elección de delegados estatales que serán los que luego votarán y confirmarán al nominado durante la Convención Nacional Demócrata. Joe Biden fue el ganador de esa contienda y, según las reglas del partido, lo normal es que los delegados le apoyen hasta el final.
"Los delegados elegidos para la convención nacional comprometidos con un candidato presidencial reflejarán en conciencia los sentimientos de quienes los eligieron", sostienen las normas, que no fijan una obligación, pero sí un compromiso.
Antes de esa reunión pueden ocurrir dos cosas que permitirían el reemplazo del actual candidato: que Biden abandone la contienda (y por el momento no ha dado señales de que quiera hacerlo) o que los miembros se reúnan antes de la convención (que se celebrará en Chicago el 19 y 22 de agosto) y cambien las normas. En este último caso, sería necesario que muchos delegados se pusieran de acuerdo para modificar su voto y dar la mayoría a otro político. Pero sería algo extraño, ya que por el momento, tras las primarias, Biden cuenta con el 95% de los apoyos de los delegados.
Si Biden se retira
En el supuesto de que Biden decidiese tirar la toalla, los escenarios cambiarían dependiendo de cuándo y cómo lo hiciera. Si optase por retirarse antes de agosto, podrían aparecer nuevos candidatos que deberían tratar de conseguir contrarreloj el apoyo de los delegados estatales antes de la convención.
Esto podría complicarse para algunos de los nombres que resuenan para sustituirle, como el de la vicepresidenta, Kamala Harris. Y es que aunque sería la opción más lógica, lo cierto es que no cuenta con gran popularidad.
Otra opción sería que Biden se apartase después de ser nominado. Si eso sucediese, los procedimientos oficiales del Comité Nacional Demócrata para la convención otorgan al comité la autoridad de elegir un nuevo candidato si éste se retira o muere.