Es muy difícil encontrar ahora mismo en Ecuador un solo indicio de normalidad. El país está hoy llamado a las urnas para celebrar la segunda vuelta de unas elecciones presidenciales doblemente inéditas. Por un lado, es la primera vez en la historia de la República que se celebran elecciones anticipadas, después de la renuncia de Guillermo Lasso tras un supuesto caso de malversación pública. Y por otro, todo el territorio nacional se encuentra actualmente inmerso en la peor crisis de seguridad de su historia y se rige por el estado de excepción declarado por el Gobierno.
A primera hora de la mañana, en Quito impera el frío, el tráfico y el caos en general de una ciudad que se levanta muy pronto, también los fines de semana. Aquí viven más de dos millones de personas, que acuden a las urnas arrastrando, dicen, un gran cansancio electoral: "En agosto sí voté, pero ahora ya no sé", explica Rosa, que tiene un puesto de artesanías en el mercado de La Mariscal. Kevin trabaja en una tienda de alimentación de la Avenida Patria y tampoco lo tiene muy claro: "Tanta violencia, ya no sabe uno por quién votar", responde.
Marcelo es uno de los quince mil taxistas de la capital y, a diferencia de Rosa y Kevin, sí que sabe cómo, cuándo, a quién y hasta dónde va a votar. Al preguntarle recita de memoria la dirección del colegio electoral que tiene asignado: "No puede ser que la gente no vote, estamos peor que nunca y es siempre por culpa de los mismos", enuncia, mientras dedica tiempo a explicar el fenómeno de la migración ecuatoriana hacia España. "En mi edificio todos salieron para allá, dejaron hasta a los hijos atrás porque uno quiere pero no puede con todo, van a trabajar para enviar dinero".
[Ecuador celebra elecciones anticipadas en plena ola de violencia política e inseguridad en el país]
Izquierda o derecha, correísmo o neoliberalismo
Son dos los candidatos que se pelean la confianza de la mayoría de la población para acabar con los diversos problemas en los que el país se encuentra inmerso. La primera vuelta mostró el apoyo del pueblo ecuatoriano por Luisa González, de Revolución Ciudadana (33,24%) y Daniel Noboa, de Acción Democrática Nacional (23,78%). Se podría decir que Daniel Noboa representa a la derecha y Luisa González a la izquierda. Pero es algo un poco más complejo.
Noboa fue la irrupción y sorpresa, ninguna encuesta le situaba en tales porcentajes. "Irrumpe a partir del debate de la primera vuelta, diferenciándose del resto de candidatos al huir de las peleas relacionadas con el correísmo y el anticorreísmo", interpreta Pablo Pardo, docente de Ciencias Políticas en el Centro de Estudios Sociopolíticos de la Universidad Ecotec de Guayaquil. El candidato, hijo del magnate y cinco veces candidato presidencial Álvaro Noboa, propone en su programa la creación de empleo, la reducción de impuestos, la disminución de las tarifas eléctricas o el impulso de tratados internacionales de libre comercio. Trata de apelar al voto joven, y de hecho podría convertirse este domingo en el presidente de menos edad de la historia de Ecuador.
Mientras, Luisa González es la continuidad del correísmo: "Una corriente política integrada por los simpatizantes del que fuese presidente de la República de Ecuador, Rafael Correa. Ambientalistas, feministas, movimientos de izquierda antiimperialista cercanos a lo que se denominó como "socialismo del siglo XXI" y algunos miembros de los partidos de izquierda tradicional", comenta José Luis Fuentes, catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de las Américas. "Es la primera vez en la historia del Ecuador que una mujer saca tan alto porcentaje en primera vuelta", dijo González en su discurso poselectoral. Si este domingo logra la victoria, estaríamos ante un hecho insólito: sería la primer mujer en la historia del país que se convierte en presidenta después de ganar las elecciones.
Para Andrea Endara Ordóñez, coordinadora del grado de Ciencias Políticas de la Universidad Casa Grande de Ecuador, el asesinato de Villavicencio descolocó por completo el tablero electoral: "Sabíamos que iba a llegar Luisa González a la segunda vuelta porque es la candidata del correísmo, pero nunca nos esperamos a Daniel Noboa", explica. También analiza la división y el descontento de la población ecuatoriana: "Todos los días nos levantamos con hechos violentos. Se ve cómo está la ciudadanía atemorizada por el crimen, lo que dificulta aún más la poca inversión social por parte del gobierno hace que la ciudadanía quiera migrar". Y, por último, hace un augurio de la dificultad que tendrá González o Noboa en caso de ganar: "Tenemos una asamblea sumamente dividida, donde no hay gobernabilidad, ninguna bancada tiene mayoría absoluta y esto va a ser complejo para quien llegue a la presidencia".
Uno de los tres países más violentos del continente
Hace tan sólo unos días que se cumplieron dos meses del asesinato en estas calles del candidato Fernando Villavicencio, que silenció a un país ya muy acostumbrado e inmerso en la violencia del narco. Una tragedia que sentenció otra: los seis sicarios acusados de su asesinato fueron hallados muertos en la Penitenciaría del Litoral, la mayor cárcel de Guayaquil, a 400 kilómetros de la capital. Durante estos días, en los mítines políticos las banderas y los carteles complementaban los chalecos antibalas y las armas largas en un Ecuador que sufre una grave espiral de violencia: 2022 concluyó con el peor registro de violencia criminal, con una tasa de 25 homicidios intencionados por cada 100.000 habitantes. Según el informe del Observatorio del Crimen Organizado, 2023 muestra "un avance inusitado de las tasas de homicidios". La tendencia señala que para finales de este año el país puede superar la cifra de 35 homicidios por cada cien mil habitantes, ubicándose entre los tres países más violentos del continente.
Mientras tanto, la migración aumenta y se consolida en números insólitos: según el Instituto Nacional de Migración de México, en lo que llevamos de año han llegado al país azteca para establecerse casi 30.000 ecuatorianos, nueve veces más que en todo el 2022. Un poco más al norte, en Estados Unidos, han llegado casi 70.000 ecuatorianos, frente a los 5.727 del año anterior. Esteban es venezolano pero lleva viviendo en Quito ocho años, junto a su esposa y un hijo de ahora 17 años. Tiene pensado vender su coche y su casa e intentar empezar de cero en España: "Principalmente me gustaría darle una educación de calidad a mi hijo, y que no tenga que vivir su adultez en una situación parecida a la que nos hizo huir de Venezuela".
El futuro de la República, a sentencia dentro de pocas horas
En Quito el atardecer amenaza bastante pronto y una lluvia torrencial inunda repentinamente la ciudad. Acaban de venderse las últimas cervezas hasta el mediodía del lunes: el país declara una Ley Seca durante las 36 horas anteriores a la jornada electoral que prohíbe la venta y el consumo de alcohol. Mientras el granizo y la lluvia intentan hacer estragos entre algunas de las precarias carreteras de la ciudad, seis jubilados se resguardan bajo el techo de una terraza de la Avenida Río Amazonas, como si nada pasara.
Entre ellos hay división de pensamiento, algunos votarán a González y otros de Noboa pero no se dan cuenta hasta este mismo instante: "¿Pero cómo vas a votar al correísmo?", formula sorprendido uno de ellos. La respuesta que encuentra es sencilla, pero directa: "¿Y por qué no?" Y mucho antes de que las preguntas se conviertan en un ávido debate, Mauricio, que hasta ahora permanecía en silencio, irrumpe en la escena con un "lo importante es ir a votar". En Ecuador el voto es obligatorio, no hacerlo conlleva una multa. Y así, entre la lluvia y el granizo de la capital, Ecuador mantiene la esperanza en la democracia a pocas horas de elegir a la próxima persona que dirija el Gobierno de la República. Quien logre vencer se enfrentará a uno de los momentos más complicados que ha vivido la región en su historia