El deadline está prácticamente a la vuelta de la esquina. El próximo domingo 1 de octubre a las 00:01 horas empieza el nuevo año fiscal de Estados Unidos, y si para entonces no se han aprobado las leyes que habilitan el presupuesto anual, el Gobierno podría verse abocado al cierre parcial. Es lo que en inglés se conoce como government shutdown. Evitar que eso suceda está ahora en manos del Congreso, donde los republicanos llevan semanas tratando de ponerse de acuerdo sobre el paquete de financiación.
En concreto son los representantes del ala dura del Partido Republicano los que han bloqueado en varias ocasiones las propuestas del presidente de la Cámara de Representantes, el también conservador Kevin McCarthy. Espoleados por el expresidente Donald Trump, esta media docena de legisladores de extrema derecha exige mayores recortes de gastos y la suspensión total del apoyo económico a Ucrania porque, opinan algunos, no hay suficientes controles sobre cómo se utilizan los fondos.
"Están dispuestos a quemarlo todo", ha llegado a proclamar McCarthy sobre sus rebeldes compañeros de filas. Y provocar ese incendio significa que 438 agencias del Gobierno dejarán de disponer de fondos estatales y no podrán continuar operando con normalidad. Así, algunos servicios federales, como los de recogida de basura, los parques nacionales o los tribunales de inmigración se verán obligados a cerrar, lo que incluye despidos temporales masivos. Mientras, un reducido número de trabajadores de los servicios esenciales, como los controladores aéreos, los agentes aduaneros o los carteros seguirán trabajando, pero, los agentes aduaneros o los carteros seguirán trabajando pero no cobrarán por ello.
Ante este escenario, el presidente de EEUU, Joe Biden, advirtió el sábado que el cierre "podría afectar todo, desde la seguridad alimentaria hasta la investigación del cáncer y los programas para niños de familias con pocos ingresos". Asimismo, aclaró, los miembros del Congreso y los del ejército estadounidense no cobrarán y tendrán que seguir trabajando. De hecho, aunque todo el personal militar está obligado a seguir en activo, aproximadamente 429.000 empleados civiles del Pentágono serían despedidos, según recoge Reuters.
"Financiar al Gobierno es una de las responsabilidades más básicas del Congreso", acusó Biden durante su discurso, en el que arremetió contra los republicanos más radicales. "Es hora de que los republicanos comiencen a hacer el trabajo para el que Estados Unidos los eligió", pidió. Sin embargo, parece que el mandatario demócrata no tiene grandes esperanzas de que los legisladores conservadores salgan del punto muerto en el que se encuentran. Por ello, la Casa Blanca ya ha pedido a las agencias federales que hagan los preparativos necesarios para echar el cierre. "Hay que estar preparados", dicen desde el Ejecutivo.
Lo cierto es que el tiempo apremia: quedan siete días para aprobar un paquete de 12 leyes que normalmente lleva semanas o meses de negociaciones y cambios tramitar. Entre otras cosas porque tras su paso por la Cámara de Representantes tiene que ser aprobado por el Senado, de mayoría demócrata, y firmado por el presidente. Este martes, cuatro de los proyectos de ley de gastos para el próximo año fiscal volverán a debatirse en la Cámara, pero no hay visos de que la situación cambie.
En un acto desesperado, durante el fin de semana, McCarthy ya intentó aprobar lo que se conoce como resolución continua (RC), un proyecto de ley de financiación temporal que permitiría mantener abierto el Gobierno mientras se busca un acuerdo sobre la financiación permanente. Una suerte de prórroga que los conservadores de línea dura no han aceptado porque no incluye algunas de sus exigencias (como la de recortar el presupuesto al Departamento de Justicia y a la agencia de seguridad, el FBI, para dificultar las investigaciones penales de Trump) y que tampoco es de buen gusto para los demócratas por los recortes que propone.
Así que, aunque los republicanos rebeldes hubiesen dado su brazo a torcer, es prácticamente imposible que hubiese logrado el apoyo de la Cámara Alta. Mucho menos después de que a principios de año, Biden accediese a pactar con McCarthy un acuerdo para elevar el techo de la deuda soberana de Estados Unidos en el que ya se incluían recortes y evitar así que el país entrase en suspensión de pagos o default.
Los 35 días de cierre de Trump
Desde finales de los años 70, cuando se aprobaron las nuevas leyes presupuestarias, la Administración estadounidense se ha quedado sin fondos en unas 20 ocasiones, aunque la mayoría de las veces ha sido durante apenas un día. El cierre más largo fue de 35 días, durante el Gobierno de Donald Trump. En aquella ocasión, sin embargo, el bloqueo se produjo por un desacuerdo entre demócratas y republicanos por los fondos para la creación del muro que el exmandatario quería construir en la frontera con México.
La sombra de Trump, no obstante, está también presente ahora, en lo que podría convertirse en el último cierre del Ejecutivo. Hace apenas unos días, el magnate, que parte como favorito a la nominación republicana para las elecciones de 2024 a pesar de que arrastra cuatro acusaciones judiciales en su contra, pidió a los republicanos de extrema derecha que forzasen un shutdown. "Es la última oportunidad de retirar fondos a estos procesamientos políticos contra mí y otros patriotas. Fracasaron en el límite de deuda, pero no deben fracasar ahora. ¡Usa el poder de la bolsa y defiende el país!", indicó en su plataforma Truth Social.