Pedro Castillo, durante el mensaje a la Nación el pasado febrero.

Pedro Castillo, durante el mensaje a la Nación el pasado febrero. Presidencia de Perú

América

Pedro Castillo, esperanza populista, homófoba y antiabortista de Perú que huyó por la puerta de atrás

Rechazado por su partido y despreciado por los miembros de su Gobierno, el ya considerado 'golpista' se enfrenta ahora a una situación diametralmente opuesta a la ilusión que su elección generó en Perú.

8 diciembre, 2022 02:59

"Hoy más que nunca, el pueblo peruano ha levantado la cabeza para decir democráticamente que vamos a salvar esta patria". Las primeras palabras de Pedro Castillo como presidente de Perú el 16 de junio de 2021 resultan tan irónicas como la lectura de los elogios que la izquierda populista de medio mundo le dedicó el día de su nombramiento, calificándole incluso, en palabras de la vicepresidente española Yolanda Díaz, como "brizna de esperanza para Perú" y "oportunidad para la democracia".

Alejado de los piropos, rodeado por los casos de corrupción y con un cada vez más menguante apoyo de la izquierda, Pedro Castillo, el profesor de pueblo, el sindicalista, huyó por la puerta de atrás del Palacio de Gobierno para refugiarse y pedir asilo político en la embajada de México en Lima. Fueron ciudadanos de a pie quienes bloquearon el paso rodado hasta el lugar. Fueron ciudadanos de a pie quienes le obligaron a intentar refugiarse hasta que la policía peruana le detuvo acusado por el Procurador General del Estado de sedición, abuso de autoridad y grave perturbación de la tranquilidad pública.

Minutos después de decretar la disolución del Congreso en una grabación donde sus manos temblorosas no prometían nada bueno para él, el líder del partido Perú Libre, que llegó a la política de la mano de Vladimir Cerrón, también inhabilitado y condenado por corrupción, se encontró con la defensa de las instituciones no sólo por parte de los diputados que se encerraron en el Palacio Legislativo ante la pasividad de Policía y Ejército -quietos en sus acuartelamientos-, sino de su propio Gobierno en una catarata de dimisiones por el ataque a la democracia que suponían sus actos.

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Esos congresistas adelantaron la votación de la 'vacancia' (moción de censura) a la que Castillo debía haberse enfrentado por tercera vez este mismo miércoles y que según todos los cálculos no tenía visos de prosperar. Sólo que esta vez había una diferencia, cambiaron la idea de la 'vacancia' por una votación que declarase la "permanente incapacidad moral" del todavía presidente. Más de 100 de los 130 congresistas votaron a favor de la moción -apenas unos pocos diputados de su partido votaron en contra- y consumaron su destitución, abriendo un abismo ante sus pies que bien podría dar con sus huesos en cualquier penal peruano.

El hombre esperanza

Tras 20 años de un crecimiento continuo en los que Perú rescató a más de siete millones de personas del umbral de la pobreza, el milagro peruano se fue apagando en la medida en que la exportación de materias primas frenaba y, en consecuencia, desequilibraba la balanza del país. Desde 2016 han pasado cuatro presidentes incapaces y la corrupción ha campado a sus anchas por todos los estamentos del país. Y para colmo llegó la pandemia de la Covid. El 2020 condenó a Perú a una caída de su economía del 11% y a sus ciudadanos a la tasa de mortalidad más alta del mundo (6.458 fallecidos por cada millón de habitantes, según datos de WorldMeter).

Las elecciones de 2021 era la oportunidad de voltear la situación y Pedro Castillo era la sangre fresca de la renovación frente a la tercera intentona electoral de Keiko Fujimori, acosada por su pasado, la herencia política de su padre y sus propios escándalos de corrupción.

Pedro Castillo, durante una rueda de prensa con corresponsales internacionales en Lima (Perú), el pasado octubre.

Pedro Castillo, durante una rueda de prensa con corresponsales internacionales en Lima (Perú), el pasado octubre. Efe

Castillo, con un fuerte apoyo en las zonas rurales del país, casi un desconocido para muchos peruanos a dos semanas del inicio del proceso electoral pese a haber encabezado una gran huelga docente que duró 75 días durante el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, proponía una serie de reformas estructurales que implicaban un cambio total al modelo económico peruano. Entre otras cosas, su sistema buscaba la nacionalización de sectores estratégicos como el minero, el gasista y el petrolero, sin despreciar la iniciativa privada siempre y cuando ésta se tradujese en "beneficio de la mayoría de los peruanos".

Curiosamente, y pese a sus propuestas económicas, en lo social Castillo es más bien conservador: se ha posicionado en contra del aborto, del matrimonio homosexual o de la eutanasia, y en temas como la lucha contra la inseguridad y el orden público, ha apoyado la mano dura del Estado y las fuerzas del orden. Además, siempre ha sido partidario de expulsar del país a todos los inmigrantes ilegales con antecedentes penales en 72 horas y ha sido un firme defensor de instaurar el Servicio Militar Obligatorio.

La leyenda negra

Pedro Castillo levantó también una gran polvareda por sus críticas a la herencia española y a la Conquista de América, convirtiéndose en un auténtico apóstol de la leyenda negra. "Colonialistas", "atracadores" o "explotadores" han sido algunos de los calificativos que ha dedicado a los colonizadores españoles. "Durante cuatro milenios y medio nuestros antepasados encontraron maneras de resolver los problemas y de vivir en armonía con la naturaleza. Fue así hasta que llegaron los hombres de Castilla, que aprovechando un momento de caos y desunión consiguieron conquistar el estado", dijo en su discurso de investidura.

En aquella ceremonia Castillo también llamó a destruir toda la simbología colonial del país y anunció que no gobernaría desde la Casa de Pizarro, sede de la Presidencia en Perú que debe su nombre al conquistador extremeño. Todo ello en presencia de Felipe VI con quien, curiosamente, se había reunido horas antes para hablar de “intereses comunes”.

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Acusaciones de corrupción

El pasado 22 de octubre, la Fiscalía peruana acusó al presidente de liderar una organización criminal dentro de su Gobierno en la que, además, estarían involucrados varios funcionarios cercanos a Castillo así como miembros de su propia familia. Según Patricia Benavides, fiscal general peruana, existían indicios de que Castillo comandaba una red responsable de delitos como tráfico de influencias, organización criminal y colusión. Una trama, "enquistada en el Gobierno", que tenía como objetivo final "de copar, controlar y direccionar procesos de contrataciones para obtener ganancias ilícitas”.

En apenas los escasos 18 meses que Castillo ha ocupado la presidente peruana, la Fiscalía ha abierto seis investigaciones preliminares en torno a su figura. En esta última llegó incluso a registrar la vivienda de la hermana del presidente en uno de los mejores barrios de Lima.

Además, en el pasado mes de mayo ya se había emitido una orden de busca y captura contra dos sobrinos del presidente, Fray Vásquez Castillo y Gian Marco Castillo Gómez, que hoy continúan huidos de la Justicia, y su cuñada, Yenifer Paredes, a la que según cuenta el mismo Castillo ha criado como a una hija y quien fue encarcelada el 31 de agosto por su supuesta pertenencia a la red liderada por Castillo.

Este maestro rural de 51 años nació en Puña, un pueblo del distrito de la Chota, en la región norteña de Cajamarca. Ha vivido allí toda la vida, donde trabajaba como profesor desde hace 26 años. Estudió en el Instituto Pedagógico Octavio Matta Contreras, de Cutervo, y en 2006 sacó su bachillerato en Educación y una maestría en psicología educativa en la Universidad César Vallejo. Antes de su salto a la política nacional, Castillo se postuló sin éxito a la alcaldía de Anguía, en Chota, por Perú Posible, partido al que se afilió hasta su desaparición hace cuatro años.

Pedro Castillo era la gran esperanza de Perú y su suicidio político no es más que otro mazazo para un país que vive una espiral descendente desde hace ya demasiado tiempo. Con la hasta ahora vicepresidenta Dina Boluarte asumiendo en el máximo cargo de la nación queda por ver qué salidas tiene ante sí el que ya para siempre será considerado 'golpista', aunque entre sus actos y los idénticos que Alberto Fujimori protagonizó en 1992 siempre pesará la diferencia del apoyo social que aquel tenía y Castillo nunca consiguió plenamente después de ganar las elecciones.