Apenas un par de días después de haber "liberado al pájaro", en referencia a su compra de la red social Twitter con el fin de acabar con la supuesta censura "woke", Elon Musk se encargaba en primera persona de abrir el fuego de la conspiración. En respuesta a un tuit de Hillary Clinton en el que la ex secretaria de estado vinculaba el ataque a Paul Pelosi, marido de Nancy, la presidenta de la Cámara de Representantes, con la violencia verbal del Partido Republicano, Musk enlazaba, dando por buena, una información delirante de un medio semidesconocido.
En la noticia en cuestión, se afirmaba que Paul Pelosi, borracho, había ido a frecuentar bares gays en San Francisco, donde reside con su esposa, y había contratado los servicios de un prostituto, quien le habría golpeado en su residencia tras una pelea por sus honorarios, fracturando el cráneo del empresario de 82 años. Obviamente, todo era falso y a Musk le habría bastado con una rápida búsqueda para atar cabos. El medio que citaba (Santa Monica Observer) había anunciado en el pasado la muerte de Hillary Clinton y su sustitución por un doble en los debates contra Trump en 2016 o el descubrimiento de que la luz de sol curaba el Covid. Musk borró posteriormente su mensaje.
Pese a que el FBI y el fiscal de distrito solo dan por buena una versión de los hechos -David DePape, de 42 años, habría entrado en torno a las dos de la madrugada en la residencia de los Pelosi armado con un martillo y preguntando por Nancy, con la intención de partirle las rodillas si no confesaba que las elecciones de 2020 se habían amañado-, tanto el Partido Republicano como sus medios afines y muchos de sus simpatizantes -incluido el propio Musk- se han lanzado a una peligrosa campaña de desinformación y odio.
El propio expresidente Donald Trump afirmó este martes en el podcast de Chris Stigall, uno de los comunicadores estrella de la alt-right estadounidense, que “la situación es extraña: parece que los cristales se rompieron de dentro afuera; más que alguien intentando entrar, parece que estamos ante alguien que intentaba salir”. Se refería Trump al hecho de que hubiera cristales rotos en el jardín, algo que es bastante habitual cuando se golpea una vidriera desde el exterior. Lo que venía a decir, en realidad, era que Pelosi se había inventado la agresión para poder acusar al Partido Republicano de haber puesto a su esposa en el punto de mira.
Chistes, burlas y teorías de la conspiración
Teniendo en cuenta que el intento de golpe de estado del 6 de enero de 2021, con asalto violento al Capitolio incluido, no solo no ha tenido consecuencias políticas, sino que sus instigadores se mantienen en la teoría del fraude electoral y probablemente consigan el control de ambas cámaras en las elecciones legislativas del 8 de noviembre, tampoco debe extrañar que el presunto intento de secuestro de la máxima responsable de la Cámara de Representantes haya acabado como motivo de mofa.
Por ejemplo, la congresista republicana por Nueva York, Claudia Tenney, bromeaba en sus redes sociales publicando una foto de hombres con martillos en la casa de David DePape. La candidata republicana a la gobernatura de Arizona, Kari Lake, autodenominada “candidata de Trump”, aunque simpatizara con el Partido Demócrata hasta el año pasado, se burlaba de los Pelosi en un acto electoral. “Si podemos proteger a Nancy Pelosi cuando va a Washington -aunque su casa no parece que la esté protegiendo nadie-, podemos proteger también las escuelas de nuestros hijos”, afirmó Lake, a quien las encuestas dan una ligera ventaja frente a su rival demócrata, Katie Hobbs.
Entre las carcajadas del público, la candidata republicana volvía a difundir el mensaje de la conspiración. Parece que los candidatos trumpistas tienen claro que hay que enturbiar todo lo posible la información relacionada con este tema… y hacer pensar que en realidad es todo un invento. Un “ataque de falsa bandera”, que se diría en términos bélicos o, directamente, una conspiración a nivel federal para perjudicarles en las elecciones. Es la estrategia Steve Bannon, copiada directamente de Vladimir Putin. Ha funcionado demasiadas veces como para pensar que no puede funcionar de nuevo ahora.
"El disfraz de Paul Pelosi para Halloween"
La fijación de los republicanos con Nancy Pelosi viene de lejos. Es, junto a Hillary Clinton, la figura más odiada del Partido Demócrata. No parece casualidad que ambas sean mujeres. De hecho, Pelosi es la única en la historia en presidir la Cámara y ocupaba ese cargo cuando un grupo incontrolado de seguidores de Trump intentaron irrumpir en plena sesión de recuento de votos electorales el citado 6 de enero de 2021. Antes, tanto como líder de la minoría demócrata como en su papel de presidenta, había tenido todo tipo de enfrentamientos con Trump: desde la política inmigratoria hasta los cierres del gobierno por falta de acuerdo presupuestario, pasando por el proceso de “impeachment” que empezó en otoño de 2019 pero fue tumbado en el Senado por la mayoría republicana.
Probablemente por ello, el despacho de Pelosi fue uno de los objetivos de la turba golpista en su asalto al Capitolio, destrozando papeles y colocando los pies en su escritorio como señal de conquista. Pelosi era el objetivo mal disimulado de un intento de linchamiento que David DePape estuvo a punto de culminar el pasado 28 de octubre. Un linchamiento que sigue activo en las redes sociales: Donald Trump Jr., el hijo del expresidente, publicó este lunes una foto de un martillo y un par de calzoncillos con el siguiente mensaje: “Ya tengo mi disfraz de Paul Pelosi para Halloween”. Mientras, el empresario sigue ingresado en la UCI, rodeado de sus familiares. Se espera que en los próximos días pueda pasar a planta, aunque su avanzada edad obliga a los médicos a ser prudentes.
Nadie miraba las cámaras de seguridad
Explica The Washington Post este miércoles cómo David DePape pudo acceder con tal aparente facilidad al domicilio familiar de Pelosi. Es la Policía del Capitolio la responsable de la seguridad de los 535 integrantes de la cámara. Sus oficiales revisaban a esa hora las imágenes en vivo de 1.800 cámaras. A cerca de 5.000 kilómetros de allí, en San Francisco, alguien allanaba la vivienda de la presidenta, pero solo se percataron posteriormente, retrocediendo en la grabación. Nadie lo vio en directo, lo que habría dado la opción de evitar la agresión.
La seguridad del Capitolio instaló las cámaras en casa de Pelosi hace ya ocho años. Dispone de personal solo para ella las 24 horas del día, reforzado desde el asalto del 6 de enero de 2021. Pero Pelosi no se encontraba en San Francisco y buena parte de estos agentes se marchó con ella a Washington, donde se encontraba en el momento del ataque a su marido. Este es el motivo también, según los responsables de la investigación, de que se bajara la guardia sobre las transmisiones desde su vivienda en California.
Las autoridades admiten la imposibilidad de garantizar la seguridad de los parlamentarios, incluida la vida de Pelosi, la integrante con más amenazas. El Capitolio trabaja en el refuerzo de su dispositivo ante la evidencia también de una escalada de violencia contra los políticos demócratas en cualquiera de sus circunscripciones.