Una vez más, Donald Trump hará historia y una vez más, lo hará a costa de Joe Biden. El presidente saliente sigue sin reconocer la legitimidad de la victoria del mandatario entrante, robándole el protagonismo en su propia ceremonia de investidura y forzando una jornada de inauguración prácticamente clandestina. Aforo limitado, un muro “imposible de escalar” y 25.000 efectivos de la Guardia Nacional protegerán a Biden de posibles ataques de los grupos ultra defensores de Trump.
Un día antes de que Joe Biden tome posesión como el 46 presidente de Estados Unidos, se ultiman los preparativos para la Jornada de Inauguración en la capital del país. Lo que otrora fuera una jornada de fiesta y celebración, se ha convertido en una ceremonia que roza lo clandestino, envuelta de secretismo y medidas de seguridad sin precedente. Nunca vista ha sido tampoco la obcecación del presidente saliente por dificultar una transición pacífica y democrática.
Trump no sólo ha “incitado a la insurrección” a los cientos de asaltantes que tomaron el Capitolio por la fuerza el pasado 6 de enero, tal y como recoge el artículo de juicio político o impeachment, sino que, en palabras del senador Mitch McConnell, el líder republicano, los insurrectos que irrumpieron asaltaron la sede de la democracia de EEUU habían sido "provocados por el presidente y otras personas poderosas". "
La mafia fue alimentada con mentiras", dijo McConnell, refiriéndose a los intentos de Trump de revertir la elección basándose en falsas acusaciones de fraude electoral. “Fueron provocados por el presidente y otras personas poderosas. Y trataron de usar el miedo y la violencia para detener un proceso específico de la primera rama del gobierno federal que no les gustó”, declaró McConnell en su último día como líder de la mayoría en el Senado.
Fiesta virtual
En vez del desfile de celebridades y figuras reconocidas de la ciencia, el deporte, la cultura y el mundo diplomático, Washington se llenará de barricadas, despliegues policiales y militares y fiestas virtuales para celebrar la toma de posesión del nuevo presidente de Estados Unidos.
El comité inaugural del presidente electo Joe Biden ha cambiado las galas oficiales por un completo programa de eventos televisados y virtuales, en un manifiesto esfuerzo por evitar que la jornada de inauguración se convierta en un foco de contagio de coronavirus. A menos de 24 horas de que dé comienzo la ceremonia, los estadounidenses no saben si verán al nuevo presidente y a su primera dama danzar en el tradicional baile inaugural. Desde el equipo del presidente electo prometen no obstante que los eventos programados "honrarán nuestras tradiciones al tiempo que permitirá que más estadounidenses que nunca antes participen desde sus propios hogares".
Del muro de Trump al de Biden
El Departamento de Seguridad Nacional emitió recientemente un nuevo informe de inteligencia alertando de que los extremistas nacionales representan la mayor amenaza para la toma de posesión del presidente electo Joe Biden. Algunos extremistas están motivados por la creencia de que Biden sería un presidente ilegítimo, según dicho boletín. En el comunicado interno también se menciona a adversarios extranjeros que “amplificaron la desinformación en el período previo a la inauguración y después de los disturbios del Capitolio” y concluye avisando sobre las "oportunidades continuas de violencia contra funcionarios públicos, edificios gubernamentales y las fuerzas del orden locales y federales".
Ante tales amenazas, el equipo encargado de coordinar la veintena de agencias estatales y firmas privadas para garantizar la seguridad de los asistentes a la ceremonia de inauguración, lleva trabajando sin descanso desde hace días. Una de las medidas de protección que más han dado que hablar es la valla de más de 2 metros de altura coronada con alambre de espino que protegerá a Joe Biden y Kamala Harris, así como a los asistentes de primera fila a la ceremonia. Calificada de “inexpugnable” por varios expertos en seguridad, el muro en cuestión ha sido comparado por muchos con el infame muro de Trump, el que separa las fronteras mexicana y estadounidense, orgullo particular del presidente saliente que ha sido objeto de numerosas polémicas.
Jeff Reinbold, superintendente del National Mall, explicó que el Servicio Secreto pidió el jueves que el acceso al "área central" del parque fuera prohibida para garantizar que sus estructuras icónicas "estén protegidas". "A partir de esta mañana, el secretario del Interior ha cerrado oficialmente el National Mall", dijo Reinbold, añadiendo que se han levantado vallas alrededor de todo el Capitolio y que los grupos que tengan permiso para manifestarse el día de la inauguración tendrán acceso a lugares separados donde la asistencia se limitará a 100 personas cada uno. Los manifestantes tendrán que atravesar detectores de metales y ser escoltados a cada área por agentes de la Policía de Parques de Estados Unidos, dijo.
Por otra parte, los periodistas que cubrirán el evento, deberán de hacerlo protegidos con chalecos anti-balas. En ciertos medios de comunicación han proporcionado máscaras anti-gas y otros efectos de protección personal.
Los ‘feos’ a los Biden van en aumento
No contento con romper con la tradición y no asistir a la ceremonia de investidura, Trump ha dedicado sus últimos días en la Casa Blanca a boicotear la llegada de sus nuevos inquilinos. Así pues, los Trump no recibirán a los Biden el miércoles en la residencia presidencial, ni tomarán el té, como han hecho la práctica totalidad de los presidentes y primeras damas salientes anteriores. En su lugar, Joe y Jill Biden recibirán la bienvenida a la Casa Blanca del ujier principal Timothy Harleth.
Melania Trump ha decidio seguir los pasos de su marido y romper con una tradición de más de un siglo, la de invitar a Jill Biden a dar un paseo por las habitaciones privadas en el segundo y tercer piso.
Es más, con ánimo de restar más protagonismo si cabe a Joe Biden durante su toma de posesión, Donald Trump ha ordenado a su equipo más cercano organizar su propia despedida.
El presidente saliente quiere todo la pompa y boato posibles en su despedida en la Base Conjunta Andrews, a las ocho de la mañana con una banda militar y una alfombra roja flanqueada por tropas.
Fuentes citadas por varios medios nacionales apuntan que ha llegado a insistir en que aviones de combate de la Fuerza Aérea den una pasada mientras sube al Air Force One por última vez. Esto último resulta una afrenta descarada al presidente electo, quien ha tenido que desplazarse hasta Washington D.C. en un avión privado dado que el Gobierno en funciones no ha puesto a su disposición un avión militar, como sugiere el protocolo, tanto por decoro, como por seguridad.
Agenda secreta
De acuerdo con fuentes cercanas al asunto citadas por NBC News, cerca de una docena de miembros de la Guardia Nacional habrían sido relevados de sus funciones antes de la toma de posesión de Joe Biden, en relación con la investigación que están llevando a cabo el departamento de defensa y el FBI sobre los 25,000 miembros del cuerpo armado que fueron enviados a la capital para asegurar los eventos previstos para el 20 de enero.
Aunque se desconocen por el momento los detalles y las razones por las que se ha llevado a cabo esta purga de última hora, lo cierto es que el gobierno federal se ha tomado muy en serio la posibilidad de que la amenaza al transcurso de la ceremonia de investidura venga desde dentro, tras comprobar que varios de los asaltantes del Capitolio tenían vínculos con las fuerzas del orden y el ejército.
Sin ir mas lejos, apenas 24 horas antes de que Joe Biden jure el cargo, dos agentes de la Guardia Nacional han sido apartados de las funciones de seguridad de la toma de posesión después de descubrirse que tenían vínculos con grupos de milicias de extrema derecha.