Jeanine Áñez, una abogada de 52 años, se ha convertido en la segunda mujer en tomar el mando de Bolivia en medio de una prolongada crisis con la meta fundamental de establecer un Gobierno de transición y convocar a nuevas elecciones generales.
La noticia no ha sido una novedad en Bolivia, pues desde hace un par de días se manejaba su nombre por encontrarse en la línea de la sucesión constitucional ante la renuncia del vicepresidente del país y de los presidentes del Senado y la Cámara de Diputados.
Añez debe manejar una situación muy delicada en el país, sin aclarar la fecha de las elecciones anticipadas, y con Evo Morales en México acusando a toda la oposición de "golpe de Estado".
Este mismo lunes la autoproclamada presidenta ha tenido que cancelar un viaje por temor a un atentado. El ministro de Interior asegura que "un grupo criminal que quiere atentar contra la presidenta", sin ofrecer más detalles.
Además, Añez ha levantado una gran polémica nada más tomar posesión al poner en marcha un decreto que exime de responsabilidad penal a policías y militares cuando actúen en legítima defensa. Un cambio legal que en la práctica daría a las fuerzas del orden 'licencia para matar' en situaciones de choques con manifestantes.
El Gobierno transitorio ha asegurado que la normativa es perfectamente legal y rechaza que otorgue 'licencia para matar'. El ministro interino de la Presidencia, Jerjes Justiniano, manifestó que la medida dictada el pasado viernes "no contribuye a ningún estado de mayor violencia" sino que es un instrumento para "contribuir a la paz social".
Lidia Gueileir, la pionera
La historia de las mujeres en la Presidencia de Bolivia no es extensa, ya que únicamente pervive en la historia el caso de la ya fallecida Lidia Gueiler Tejada, que condujo las riendas del país de 1979 a 1980.
Gueiler asumió esa responsabilidad tras un furtivo golpe de Estado militar de quince días y después de una elección del Congreso que la designó mandataria.
Sin embargo, otro golpe de Estado, el del general militar Luis García Meza, puso fin a su mandato.
La situación de Áñez tiene ciertas coincidencias con esa historia como la crisis política y el emergente rol de la mujer en situaciones determinantes de la realidad del país.
Nacida en una región periférica
Áñez es oriunda de San Joaquín, una pequeña población del departamento amazónico de Beni, región que ha tenido un peso relativo en la política nacional y con contados mandatarios en la historia del país.
En el tiempo reciente se recuerda el esporádico mandato del también beniano Alberto Natusch Busch que accedió al poder por vía del golpe de Estado, que forjó un Gobierno de tan solo quince días que, justamente, antecedió al de Gueiler.
La participación de Áñez en la política se consolidó en 2006 cuando fue electa representante departamental en la Asamblea Constituyente que redactó la nueva Carta Magna promulgada en 2009 por el expresidente Evo Morales.
Su llegada a la Presidencia del país ha despertado esperanza y orgullo en su región natal que ha celebrado la noticia con algarabía y bailes al son de ritmos tradicionales.
Diputada desde 2010
Áñez llegó al Parlamento en la elección de 2009 para ejercer a inicios de 2010 el rol de senadora por su región en representación de la desaparecida alianza Plan Progreso y Convergencia Nacional, que comandaban los exprefectos de La Paz y Cochabamba, José Luis Paredes y Manfred Reyes Villa, respectivamente.
En el periodo parlamentario 2010-2015, Áñez se mostró como una persistente opositora a la construcción de la carretera por el corazón del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis), un proyecto de Morales que se interrumpió gracias a la protesta de un grupo de indígenas que marcharon hacia La Paz.
En su segunda legislatura como senadora, desde 2015, además de repeler una nueva postulación de Evo Morales para un cuarto mandato, se centró en el trabajo legislativo para prevenir los feminicidios y la violencia contra la mujer.
Su labor como legisladora no estuvo apartada de algún momento jocoso como aquella sesión legislativa en la que confundió una ley de Newton y se la atribuyó a Albert Einstein, al señalar que todo lo que sube tiene que bajar, refiriéndose al Gobierno de Morales.