"El Estado es laico pero esta ministra es terriblemente cristiana. Creo en los designios de Dios y me siento en casa, con los que defienden la familia, la vida y los derechos humanos". Con estas palabras, Damares Alves asumió este miércoles la cartera del recién creado Ministerio de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos.
Aseguró que el gobierno de Bolsonaro eliminará el "adoctrinamiento de género", destacó que la prioridad de la cartera serán las políticas públicas "que favorezcan la vida desde la concepción" y dejó clara su postura contra el aborto y los derechos reproductivos de la mujer.
Damares Alves era una completa desconocida fuera de los círculos evangélicos, hasta su nombramiento como ministra. Abogada de profesión, ejercía como asesora de la bancada evangelista en el Congreso brasileño y del senador Magno Malta, uno de los impulsores de la candidatura de Bolsonaro y pastor evangélico como ella. Conocida por su carácter conservador, su militancia antiabortista y sus críticas al feminismo, Damares es una de las dos únicas mujeres en el Gobierno de Bolsonaro, que cuenta con 22 carteras y seis exmilitares en ellas.
Una de las prioridades de la ministra será la aprobación del Estatuto del niño no nacido, que prevé el "derecho a la vida de todo el ser humano concebido y no nacido" y que podría restringir los derechos de las mujeres con relación al aborto.
En Brasil, el aborto es legal en casos de riesgo de muerte para la mujer y en embarazos resultantes de una violación. Y pese a que el Estatuto no incluye ningún cambio respecto a estos supuestos, las asociaciones feministas temen que se utilice esa premisa para restringir el aborto incluso en los casos en los que es legal, porque el feto tendría "derecho a la vida".
Las declaraciones de Alves sobre el tema son reveladoras de su posición. "Esta cartera va a lidiar con la vida y no con la muerte, ninguna mujer quiere abortar. Si el embarazo es un problema que sólo dura nueve meses, el aborto camina la vida entera con la mujer", ha dicho en diversas ocasiones. En un país donde, en 2016, 203 mujeres han muerto a consecuencia de abortos clandestinos, cualquier cambio en la legislación podría suponer un incremento del riesgo. Sobre todo para las mujeres negras y pobres, las que más hacen crecer esta estadística.
Los niños, de azul y las niñas, de rosa
Contraria al feminismo, Alves dice que le preocupa "la ausencia de la mujer en casa", que "la mujer nació para ser madre, eses es su papel más especial" y que "las feministas están generando una guerra entre hombres y mujeres".
Tampoco es adepta de la educación sexual en las escuelas, algo que, según ella, deja a los niños "confundidos y locos" y que las escuelas deben enseñar que "los niños y las niñas no son iguales. "Cuando la ideología de género entra en la sala de aula y dice que todos son iguales, lo que pasa es que los niños pueden pegar a las niñas porque son iguales a ellos. Nosotras somos frágiles, somos especiales, hacemos cosas que ellos no pueden hacer", dice. Y para educar en el respeto a las mujeres y combatir el abuso sexual, dice que hará que "los niños regalen una flor a las niñas en las escuelas para que entiendan que no somos iguales". "Ha empezado una nueva era en Brasil, los niños vestirán de azul y las niñas de rosa", ha dicho en su discurso de toma de posesión.
Sobre los derechos LGTBI, la perspectiva tampoco es optimista. Pese a haber dicho que estará "en las calles con los travestis o en la puerta de las escuelas con los niños que son discriminados" también son suyas las declaraciones donde afirma que "la deconstrucción de la heteronormatividad es la destrucción de la familia tradicional, el ejemplo sano de familia".
El discurso cuadra con el del presidente, Jair Bolsonaro, que plagó su campaña de declaraciones misóginas y homófobas. De las mujeres dijo que "deben cobrar menos porque se quedan embarazadas", y le espetó a una diputada del Congreso que "jamás la violaría porque ni eso se merece, es demasiado fea". A los gays, según Bolsonaro, "no se les quiere, se les aguanta", y la mejor manera de "evitar" que un hijo sea homosexual "es golpearle, en seguida cambia de comportamiento".
Arropada por los sectores más conservadores de la sociedad y por los evangélicos, fundamentales en la victoria de Bolsonaro en las elecciones, Damares Alves tendrá que enfrentar la resistencia de los grupos feministas y defensores de los derechos LGTBI que ya han anunciado su fuerte oposición. Una lucha que empezará a tomar forma más concreta a partir de febrero, cuando se inicie el año legislativo en Brasil y el Congreso empiece a dar pasos en la aprobación de algunas medidas.