A espaldas de los hoteles de cinco estrellas y campos de golf de Acapulco, en la sierras del Estado de Guerrero (México) se localizan los campos de amapola (Papaver somniferum) de cuyos bulbos los cárteles mexicanos extraen la “goma” de la heroína y otros alcaloides con los que inundan el floreciente mercado norteamericano.
El Estado de Guerrero en México y el llamado triángulo de oro compuesto por los estados de Sinaloa, Chihuahua y Durango son después de Afganistán, los grandes productores mundiales de amapola. La ausencia de control gubernamental en las zonas de cultivo, la falta de programas de desarrollo agrario, hospitales y escuelas ha logrado que el campesinado, en muchas ocasiones por la fuerza, opte por cultivar amapola en lugar del maíz, el frijol o la mota.
Por un kilo de “goma” cobran 1.000 dólares y, con un ciclo de crecimiento de la planta de tan solo cuatro meses, esta flor de pétalos rojos es muy rentable para quienes menos tienen.
Con el paso del tiempo y la demanda creciente de heroína y opiáceos al otro lado de la frontera, los cárteles mexicanos pasaron en los años noventa de producir toneladas de marihuana y ser meros intermediarios en el tráfico de cocaína colombiana, a productores masivos de metanfetaminas, cristal y heroína en el 2000. Ahora, el fentanilo es el “caballo blanco” de los carteles mexicanos. Este opiáceo sintético que se exporta clandestinamente a los Estados Unidos a través de los 3.200 km de frontera común ocasiona la muerte diaria de al menos 170 norteamericanos víctimas de sobredosis.
La potencia del Fentanilo, célebre también por ser la droga con la que Prince murió de sobredosis en Abril del 2016, ha hecho muy popular su uso más allá de los adictos a la heroína. Genera grandes márgenes de beneficios; superiores a cualquier otra sustancia de las llamadas ilegales. Se calcula que anualmente los opiáceos mueven cerca de 320.000 millones de dólares.
Una droga muy rentable
El fentanilo que distribuyen los narcos mexicanos en Estados Unidos, se recibía hasta ahora en México desde China por vía postal, pero ya hay constancia de que se produce en los laboratorios cercanos a la frontera. Y, ahora lo sintetizan sin necesidad de plantar amapola, cosechar, y procesar. Un ahorro sustantivo de costes que como daño colateral terminará abandonado nuevamente a los agricultores.
Un kilo de fentanilo comprado en China costaba entre 4.000 y 5.000 dólares y, tras “cortarse” en Tijuana o Nuevo Laredo, producía de 16 a 24 kilos que podían venderse en 80.000 dólares. Cuando llega a las calles su precio alcanza los 1,6 millones de dólares. Ahora, el Fentanilo se mezcla con heroína para aumentar su potencia, y a eso, le conoce como “Diablito”. Un grano de azúcar es suficiente para una dosis. que puede resultar mortal.
Los carteles actúan en función de la demanda del mercado. Sin clientela en EEUU, la heroína o el fentanilo no valdrían nada. Según los datos del Centro de Control y Prevención de Enfermedades en EEUU, el abuso de estupefacientes ocasiona la muerte de más de 62.000 estadounidenses al año. Un fenómeno que ya afecta a todas las clases sociales y cuyo origen puede hallarse en la carencia, en el país más rico del planeta, de una Sanidad universal y gratuita. El fentanilo, así como las mezclas y derivados de este opioide se consiguen con gran facilidad en las calles, desde Manhattan a Los Ángeles. Se prescribe por médicos para tratar cualquier padecimiento doloroso, lo que ha generado desde 2012 una una crisis de salud sin precedentes. Una auténtica epidemia de adictos.
Adictos con receta
El problema surgió cuando la mayoría de las aseguradoras médicas, especialmente las que no cubren en sus pólizas tratamientos prolongados, no pagaban a sus asegurados por otra cosa que no sea una pastilla que elimine el dolor. Hay que tener en cuenta que incluso si el seguro médico cubre tratamientos, el paciente requerirá siempre autorización previa de la compañía aseguradora, lo que conlleva papeleo y pérdida de tiempo que, por lo general, se evita recetando Fentanil o cualquier otro opiáceo que elimine el dolor, generando la dependencia de miles de norteamericanos.
West Virginia es el tercer estado de EEUU en consumo de opioides prescritos e ilegales; el Vicodin, Percocet y el Fentanol son los más comunes y la mayoría de los adictos son pacientes de enfermedades comunes que se trataron con opiáceos.
En 2017 hubo más de 216 millones de recetas de opiáceos en EEUU, 11 millones de ciudadanos abusaron de ellos por prescripción médica,según informa el Departamento de Salud.
La DEA (Agencia de Estados Unidos para el Control de Drogas) y el Gobierno de México establecerán próximamente un equipo conjunto con sede en Chicago para combatir a los cárteles mexicanos de la droga, a sus líderes y sus finanzas, enfocándose en frenar la epidemia de drogas que afecta a gran parte de Estados Unidos. El presidente Trump ya ha advertido de lo que se considera la peor crisis de consumo de drogas de la historia.
El Jefe de Operaciones de la DEA, Anthony Williams, explicó que el objetivo del equipo es trabajar contra las finanzas de los cárteles, pues su "único propósito" es el dinero.
La estrategia de AMLO
En México, el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, ha prometido cambiar el rumbo de la guerra contra los cárteles de droga con una nueva estrategia, que pasará por solicitar en Naciones Unidas la legalización de las plantaciones de adormidera y la legalización para uso recreativo de la marihuana. Es el plan a seguir ante el exponencial aumento de la criminalidad.
El pasado año las cifras “oficiales” de crímenes atribuidos al narcotráfico superaron los 12.000. Hasta hace pocos años, México ponía las drogas, los muertos y EEUU la clientela y el dinero. Ahora la epidemia cruzó la frontera y ambos países sufren las consecuencias de la permisividad con las que durante años se trató el narcotráfico.
Una posible legalización permitirá en México acabar con gran parte de la violencia que se vive en el país, y generar recursos económicos lícitos vía fiscalidad que hoy se pierden en manos del narco. El ejemplo internacional a seguir es Turquía, donde el Ejército protege los cultivos de amapola que se venden a la industria farmacéutica mundial.
En EEUU el consumo de marihuana con fines recreativos ya es legal en ocho estados. Los beneficios económicos producto de la legalización se cifran en 11.000 millones de dólares en 2018 con una previsión de alcanzar los 21,000 millones de 2021.
Sin embargo en México las cárceles continúan saturadas por delitos y largas condenas por consumo y distribución de marihuana. Hoy en día, la tenencia está permitida siempre que no exceda de cinco gramos o se esté cercano a colegios. Se adquieren con facilidad cigarrillos electrónicos de esta sustancia que ahora llegan desde EEUU por un precio de 90 dólares, pero, la prescripción, sigue penada con 25 años de cárcel y la influyente iglesia católica rechaza desde los púlpitos la legalización porque “va en contra de la salud y de los diez mandamientos”.