Las habitaciones de hotel que albergaban a Beyonce, Scarlett Johansson y Michael Fassbender están vacías. Las protestas contra el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, han provocado el cierre de muchos de los hoteles por los que los jet-setters estaban dispuestos a pagar 550 dólares por noche.
El 18 de abril cientos de nicaragüenses marcharon en las calles para exigir la derogación de una ley de pensiones y se encontraron con una represión violenta de la policía. El uso indiscriminado de armas hizo que lo que comenzó como una protesta por una ley se convirtiera en un reclamo por la dimisión del Presidente y su gabinete, que ha dejado más de 400 muertos en 112 días. La situación es grave porque muchos empresarios, tanto nacionales como extranjeros, han invertido en el sector hotelero motivados por la llegada de más de un millón de turistas a las costas de Nicaragua.
En el país centroamericano hay protestas todos los días y esto ha ocasionado pérdidas millonarias en muchos de los sectores económicos del país, como en la industria hotelera en la que “unos 70.000 empleos se han perdido en lo que va de la crisis: más de la mitad” de lo que genera la industria turística al año; y el 80% de los pequeños hoteles han cerrado según Lucy Valenti, presidenta de la Cámara Nacional de Turismo de Nicaragua (Canatur).
El Gobierno había proyectado ingresar 924 millones de dólares por la actividad turística de este año, pero por la crisis esta cifra ha bajado a 693. Las pérdidas totales hasta ahora son de 230 millones de dólares. El Banco Central redujo de 4,5 a 1 % su previsión de crecimiento de la economía este año como resultado de la crisis sociopolítica.
"Creían que el aparato estaba dañado pero es que no hemos tenido ni un solo huésped en dos meses", contó Marcos el dueño de un hostal a Prensa Libre cuando la compañía emisora de tarjetas de crédito fue a su local a revisar su datáfono porque no registraba actividad. Las operadoras turísticas reportan que se han cancelado más del 90% de las reservas desde que empezaron los disturbios.
“La trágica situación que estamos viviendo, además de embargarnos de luto y dolor, ha deteriorado significativamente la marca país de Nicaragua. Los huéspedes abandonan los resorts y las cancelaciones se multiplican, al extremo que en los últimos días no hemos tenido un solo visitante”, explicó la administración del complejo lujoso Mukul, que tuvo que cerrar y ver “desmoronarse en pocas semanas lo que por años habíamos construido con tanto esfuerzo y entusiasmo”. El panorama es devastador porque los ingresos del turismo internacional aumentaron un 9% en el 2017 con respecto al 2016, y los hoteleros esperaban que la tendencia se mantuviera.
“¡Descuento enorme: $ 10/persona!”, “¡50% de descuento en habitación privada en la playa”, son algunas de las ofertas que cuelgan de las puertas e ilustran la desesperación de los hoteleros ante la situación que se vive en el país. Por su parte, el presidente Ortega se ha mostrado optimista ante la crisis: “se están reactivando las actividades turísticas, no al 100%, sino al 50%”, dijo durante un discurso dedicado al aniversario de la Fuerza Aérea de Nicaragua el 31 de julio. El presidente afirmó que la situación comenzó a mejorar después de que la policía y los paramilitares lanzaran una "operación limpieza" en las barricadas que ciudadanos habían instalado para resistirse a los ataques:"el país está comenzando a normalizarse".
La ola de violencia desatada por las protestas en el país también han perjudicado a las compañías de viajes aéreos. Según reportes de la Empresa Administradora de Aeropuertos Internacionales (EAAI), en junio ingresaron al país por vía aérea solamente 19,990 pasajeros, cifra que representa una reducción del 68.6% con respecto a los viajeros que llegaron a Nicaragua en junio del 2017. La cancelación masiva de estos viajes provocó que a finales de junio el sector hotelero registrara niveles promedio de ocupación de alrededor del 10 por ciento, algo que no había sucedido en décadas y que va en incremento por el nivel de violencia que sigue reinando en el país.
Los hoteles no son los únicos afectados. En el caso de los restaurantes, de los 2.500 registrados en Canatur, más de 800 han cerrado, lo que ha ocasionado una reducción de personal de 20%. Además, desde que comenzaron las protestas 14 cruceros han cancelado su paso por Nicaragua.
El final del conflicto parece no estar cerca porque, pese al derramamiento de sangre, las protestas de los civiles y la intervención de los policías en las calles va en aumento. “Insistimos en la importancia que tiene el diálogo nacional y poder llegar a un acuerdo pacífico y cívico, para enrumbar el país y que se detenga la represión, la violencia y la muerte, porque está deteriorando la imagen del país”, sostuvo Valenti en una conferencia de prensa. Si no hay una pronta salida de la crisis 1.3 millones de nicaragüenses pudieran caer en la pobreza, según un estudio de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo (Funides).