Lula da Silva es un hombre de batallas difíciles. Sobrevivió a la extrema pobreza de su familia. Resistió a la represión y a la cárcel durante la dictadura militar. Aguantó varias derrotas electorales, subió los duros peldaños de la escalera social brasileña y consiguió llevar su Partido de los Trabajadores (PT) al Palacio del Planalto, ocupando el puesto de mayor poder de Brasil. Ahora, el expresidente se enfrenta a la batalla más complicada de su carrera: el macro caso de corrupción de Petrobras en el que está acusado y que le puede suponer una condena de 12 años de cárcel.
Este miércoles, el tribunal de segunda instancia ha ratificado por unanimidad la pena a Lula da Silva. Y no sólo ha confirmado la sentencia del juez Sergio Moro, sino que sus tres magistrados han pedido elevar la pena de 9 a 12 años de cárcel. Con esta decisión Lula, que ya había anunciado su intención de presentarse a las elecciones presidenciales de octubre y que las encuestas daban como favorito, puede quedar inhabilitado y, lo que es más importante, ingresar en prisión.
La decisión final sobre su inhabilitación corresponde a la Justicia Electoral de Brasil, pero según la ley Ficha Limpa, aprobada por el gobierno de Lula en 2010, un candidato condenado queda automáticamente inhabilitado para el ejercicio político durante ocho años. Por el momento, el tribunal ha anunciado, a través de un comunicado, que no va a emitir la orden de prisión hasta que el presidente agote los últimos recursos. Del mismo modo, su inhabilitación tampoco será inmediata.
Sin embargo, el futuro de Lula se antoja muy complicado. Al haber decidido su condena por unanimidad, el tribunal dificulta sus opciones de recurso. Lula puede intentar recurrir la decisión en el Tribunal Superior de Justicia y ante el Tribunal Supremo para intentar aplazar la sentencia firme lo suficiente como para avanzar con su candidatura. Pero el hecho de que los tres jueces se hayan puesto de acuerdo no le da esperanzas: difícilmente será elegible y, con toda probabilidad, terminará cumpliendo su condena.
Corrupción y lavado de dinero
La sentencia dictada en primera instancia por el juez Sergio Moro, responsable de las investigaciones sobre la colosal trama corrupta destapada en 2013 en el seno de Petrobras, la petrolera estatal, dictó que Lula era culpable de los delitos de corrupción pasiva y lavado de dinero. El caso hacia referencia a la compra y reforma de un piso triplex en el municipio de Guarujá, en São Paulo para la que Lula habría utilizado dinero desviado de Petrobras.
El expresidente está acusado de haber recibido 3,7 millones de reales (1,2 millones de euros) de la constructora OAS como sobornos a raíz de contratos suscritos entre la constructora y Petrobras. El cohecho se hizo con la compra y reforma del citado piso de tres plantas para las que Lula habría utilizado el dinero de la constructora.
"Hay prueba, encima de lo razonable, de que Lula fue uno de los articuladores, si no el principal, de la trama de corrupción" que operó en la estatal Petrobras, afirmó el juez Joao Pedro Gebran Neto, instructor del caso, esta tarde. "Considero que la culpabilidad es extremadamente elevada tratándose del expresidente", justificó el magistrado y agregó que la "gravedad" de los delitos cometidos exige una "pena mayor". Palabras que sus dos compañeros han ratificado.
"Lula se benefició personal y directamente con parte de los sobornos que recibió el Partido de los Trabajadores" por la adjudicación irregular de contratos de la Petrobras, afirmó el segundo magistrado.
¿Elecciones sin Lula?
En el PT ya se ha acuñado la frase "elección sin Lula es fraude", y una parte del partido parece decidido a llevar la candidatura del exmandatario hasta las últimas consecuencias. Sin embargo, otras facciones dentro del PT sostienen que el partido deberá evaluar otras posibilidades y construir una sólida alianza con el resto del centro-izquierda y parte de la izquierda para intentar volver al poder y cerrarle el paso a las fuerzas más conservadoras.
El ex presidente brasileño Lula da Silva ha insistido en su inocencia después de que la Justicia aumentara a doce años su condena por corrupción, y aseguró que "la provocación es tan grande que ahora quiero ser candidato a la presidencia".
"Todo lo hacen para evitar que yo pueda ser candidato, ni ganar, sólo ser candidato. Pero la provocación es tan grande que ahora quiero ser candidato a presidente de la República", dijo ante una plaza abarrotada por miles de simpatizantes en Sao Paulo.
"Si cometí un delito que me lo presenten, y si me lo presentan, desisto de la candidatura", insistió Lula durante el mitin. "La decisión hasta la respeto, lo que no acepto es la mentira por la que ellos tomaron la decisión. Saben que no cometí el delito", afirmó.
"Estoy condenado otra vez por un apartamento que no tengo, que no es mío. Si me condenan, que me den por lo menos el apartamento. Que me den una escritura", insistió.
"Quiero que no bajen la cabeza. Nada de decir pobre Lula. Levanten la cabeza", dijo el expresidente (2003-2010), convencido de que la izquierda se unirá y "vamos a volver, no solo a gobernar, sino a cuidar del pueblo brasileño como se merece".
"Sólo me van a sacar de la lucha cuando muera", reiteró Lula, que estuvo arropado, entre otros, por el líder del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo, Guillherme Boulos, quien convocó a los simpatizantes de izquierda a tomar las calles.
"Cuando cierran la puerta a la democracia, llevan al pueblo a la radicalización. La respuesta va a ser en la calle, acabó el tiempo de la obediencia", advirtió el líder del movimiento social más activo de Brasil.