La pasarela político-judicial en Argentina brilla con una protagonista estelar, Cristina Fernández viuda de Kirchner - la expresidenta peronista que con su fallecido marido, Néstor, gobernó el país durante los pasados 12 años (2003-2015)-, desfilando otra vez por los juzgados federales que investigan casos de presunta corrupción política.
Ya había concurrido la exmandataria a declarar en abril último como imputada en un supuesto pufo perpetrado en 2015, presunta administración infiel al Estado mediante operaciones de venta de hasta 17.000 millones de dólares a futuro por parte del Banco Central. Por esos cargos, si fuese condenada en un juicio oral podría afrontar una pena de entre dos y seis años de prisión.
El juez, Claudio Bonadio, la ha convocado este miércoles al juzgado para que dé cuenta de que ha sido notificada de su procesamiento en aquel expediente junto a otros imputados; entre otros, su exministro de Economía y actual diputado, Axel Kicillof (estuvo el 26-J en Madrid apoyando a Unidos Podemos) y el expresidente del Banco Central, Alejandro Vanoli. De todos modos, ella ya ha apelado el procesamiento ante un tribunal superior.
Un trámite
Aunque se trata de una formalidad burocrática -pasar por la ventanilla del jugado y firmar el auto de procesamiento- el magistrado ha exigido que se persone en el juzgado. Así la expresidenta se ha visto forzada a dejar su mansión en la villa andina de El Calafate, al sur del país, donde vive recluida desde su marcha de la Casa Rosada en diciembre pasado, y trasladarse 2.500 kilómetros hasta Buenos Aires.
"Este oscuro personaje [por Bonadio] impuso de manera arbitraria e ilegítima la obligación de tener que concurrir nuevamente a su juzgado por un trámite insustancial. Puede advertirse, una vez más, cómo el poder jurisdiccional conferido a este personaje viene siendo ejercido con fines de venganza", se quejó Fernández de Kirchner en una de sus cartas en Facebook.
La afrenta para ella es fuerte. El juez la ha citado el mismo día del cumpleaños de su hija, Florencia, y a la misma hora en que otros dos kirchneristas concurrirán a los tribunales a declarar como imputados de corrupción: su exministro de Planificación, Julio De Vido, y Lázaro Báez, el constructor amigo y supuesto testaferro de los Kirchner beneficiado con adjudicaciones de obras públicas, que ahora está detenido.
Su defensa política
La expresidenta interpretó que las acusaciones en su contra lo dejan "más que claro y evidente: yo soy una perseguida política". Y acusó de ello a lo que llama “el partido judicial” en asociación con el actual presidente argentino, el liberal Mauricio Macri. Tampoco descartó que finalmente pueda ir a parar a prisión porque “represento los intereses de las mayorías". "Cuando representas a los (intereses) de la minoría no te pasa nada, está comprobado”.
Sí es cierto que la justicia federal parece haber despertado con el Gobierno de Macri y ha activado causas que parecían dormidas en los cajones. Durante los últimos seis meses, además de Fernández, casi dos decenas de exministros, exsecretarios de Estado y empresarios kirchneristas han sido encausados y algunos hasta fueron a parar a la cárcel, como los exsecretarios de Transporte y Obras Públicas Ricardo Jaime y José López, respectivamente.
Las otras causas de CFK
La exjefa de Estado está siendo investigada en otras tres causas penales, que de momento se encuentran en instancias preliminares de búsqueda de pruebas y en las que aún no ha sido citada a declarar como imputada. De todos modos, los periódicos más críticos del cristinismo realizan un seguimiento informativo de día a día de esos expedientes y suelen publicarlo en portada.
Una de esas causas es la denominada “ruta del dinero K” por supuesto lavado de fondos, que tiene como principal procesado al constructor Báez y a uno de sus hijos, a quienes les han descubierto cuentas en Suiza con movimientos por 23 millones de euros. Las eventuales penas en ese caso pueden llegar hasta a 10 años de cárcel y 10 años de inhabilitación para ejercer cargos públicos.
Y las otras dos causas que la podrían comprometer, “Hotesur” y “Los Sauces”, llevan los nombres de las sociedades hotelera e inmobiliaria, respectivamente, que tienen los Kirchner. A través de las mismas, sospecha la Justicia, la familia se pudo enriquecer ilegalmente cobrando sobornos ‘maquillados’ como alquileres de Báez y otro empresario vinculado a la familia, Cristóbal López. El código penal castiga ese delito con hasta seis años de prisión.
Cristina Fernández ha negado “maniobras de corrupción” con esos inmuebles y ha asegurado que sólo los alquiló por “cifras irrisorias”, aunque no ha precisado las sumas. Ella atesora un patrimonio de 6,5 millones de euros, según lo que ha declarado a la Oficina Anticorrupción, y a la vez percibe dos pensiones presidenciales, una de ella y otra de viudedad por su marido, de 20.000 euros al mes en total. En un intento de aventar las sospechas de corrupción ha adelantado que propondrá “una auditoria sobre la obra pública que hicimos” en los tres gobiernos kirchneristas. El Ejecutivo de Macri le respondió que ya la han hecho y detectaron un 50% de sobreprecios.
El contraataque
La interpretación final que la expresidenta da a esta especie de ‘vía crucis’ suyo en la justicia es de intriga política. Para ella todo se trata de una “tapadera” para ocultar a los ciudadanos la realidad socio-económica que atraviesa Argentina tras siete meses del Gobierno de Macri, con recesión, despidos e inflación de un 30% en medio año. “No podrán ocultar un ajuste brutal e innecesario de la economía y un tarifazo de los servicios públicos que ha sido monstruoso”, ha disparado.
Los cristinistas sueñan con erigirla como la jefa de la oposición a Macri, una figura que hasta ahora ha quedado vacante. Sin embargo, el Partido Justicialista (peronismo) fragmentado y dividido, no se entusiasma con Cristina y varios legisladores peronistas han dejado el bloque cristinista Frente para la Victoria. Ella no ha mostrado aún si quiere jugar esa baraja política. Sólo ha comentado, enigmática, que "no hay apellidos ni nombres salvadores (los liderazgos) son construcciones colectivas que se van dando”.