Hamás comenzó una guerra contra Israel el pasado 7 de octubre con una matanza que se cobró la muerte de más 1.200 personas, y el secuestro de otras 257. La respuesta de Israel fue inmediata y brutal. Netanyahu prometió la victoria total, que sería la aniquilación de Hamás, y el resultado está a la vista del mundo: Gaza es un cúmulo de escombros y muertos, y quien tendría que ser visto como víctima, acaba visto por medio mundo como villano.
Netanyahu ha ido perdiendo aliados con el paso de los meses. Primero fueron unos pocos europeos quienes levantaron la voz. Luego fueron sumándose quienes bajaron el tono de sus defensas. La enorme presión interna y externa ha puesto en estos seis meses en una posición comprometida a Biden. ¿Cómo posicionarse como presidente de los Estados Unidos en esta guerra? ¿Cómo mantenerse leal al actual Gobierno de Israel sin perder el apoyo de miles o millones de votantes a meses de las elecciones contra Trump?
Muchos han olvidado lo que dijo Biden en su primer viaje a Israel tras el ataque de Hamás. Fue muy importante. "Entiendo vuestra rabia", dijo a un pueblo traumatizado. "Pero no os dejéis consumir por ella". De poco sirvió. Netanyahu ejecutó su idea. Y, seis meses después, Estados Unidos parece perder la paciencia. Biden ha permitido con la abstención de su país que salga adelante una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para un alto el fuego permanente en Gaza, y la liberación inmediata de todos los rehenes de Hamás.
Es un cambio extraordinario en la posición de Estados Unidos, por más que la Administración Biden trate de rebajar las implicaciones públicamente. Esta acción manda un mensaje muy claro y en línea, por ejemplo, con las últimas declaraciones del líder demócrata del Senado, Chuck Summer, que señaló a Netanyahu como "un obstáculo para la paz".
Así que es natural que todos nos preguntemos qué será lo próximo. Y sobre todo si todo esto tendrá algún efecto sobre Netanyahu. Porque de momento no sabemos si obedecerá la resolución vinculante del Consejo de Seguridad de la ONU. Pero sí conocemos su primera reacción: interrumpir una reunión programada entre representantes del Gobierno americano e israelí para abordar los próximos pasos de la guerra.
Biden enseñó a Netanyahu los límites de su amistad. Pero Netanyahu se los mostró antes. Y hay quien se malicia, como nos dijo la filósofa Susan Neiman en una entrevista, que el primer ministro israelí está haciendo campaña con fuego a favor de Trump.
Ahora la situación es susceptible de empeorar entre Washington y Tel Aviv. Y con toda esta tensión, nos dejamos alguna pregunta pendiente. Ahí va una de ellas. Si Netanyahu decide desoír esta resolución, como tantos sospechan, ¿cómo responderá Biden? ¿Tragará con ruedas de molino o cortará, como tantos votantes le piden, el suministro de armas a Netanyahu?
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