Alemania se niega a compartir sus misiles Taurus con la resistencia de Ucrania. ¿Por qué?
A diferencia de Francia o Reino Unido, Scholz no está por la labor de entregar los misiles de largo alcance que ansían los ucranianos.
21 marzo, 2024 03:00Mientras Vladímir Putin viva, Rusia será un peligro para Europa. Y ya sabemos que no podemos contar con Estados Unidos para frenarlo en Ucrania. Los republicanos están bloqueando el envío de armas y dinero a la resistencia, y Donald Trump está a la cabeza de las encuestas para las elecciones de noviembre. Así que ahora los europeos dependemos de nosotros mismos.
El problema es que hemos confiado nuestra seguridad durante décadas a los americanos, y llenar los arsenales y levantar una industria militar desde tan abajo lleva mucho tiempo y mucho dinero. Lo primero escasea y lo segundo exigirá sacrificios, y sobre todo que nos mentalicemos. Hagan la prueba con sus amigos y familiares. ¿Cuántos son verdaderamente conscientes de que Rusia está en guerra contra nosotros?
Digamos que esta situación ha hecho que Emmanuel Macron acelere la maquinaria. Recientemente abrió el debate sobre el envío de instructores y tropas a Ucrania para impedir el avance de los rusos, no sólo allí. Muchos europeos reaccionaron con espanto. Especialmente los alemanes. Y eso no gustó demasiado a Macron.
El problema es que Alemania se da por aludida, pero a medias. Sus contribuciones a la defensa de Ucrania son proporcionalmente muy superiores a las francesas. Berlín ha destinado un 0,6% de su PIB a este esfuerzo, en contraste con el 0,1% de París. Pero hay otra diferencia entre ambos. El canciller Olaf Scholz va a remolque de los tiempos y, a la contra de los franceses y los británicos, no está por la labor de entregar los misiles de largo alcance que ansían los ucranianos.
¿Por qué no lo hace? ¿Es que acaso no cree, como predica, que Ucrania está luchando también por el resto de Europa?
Muchos analistas explican que los misiles Taurus pueden marcar la diferencia en Ucrania. Fundamentalmente porque pueden golpear distancias mucho más lejanas que los misiles que mandan desde Londres y París. Para que se hagan una idea, mientras los Storm Shadows británicos y los Scalps franceses tienen un alcance máximo oficial de 300 kilómetros, los Taurus alemanes pueden atacar objetivos a 500 kilómetros de distancia. Y esa no es su única ventaja. Son misiles muy difíciles de rastrear y bloquear por las defensas enemigas.
Pero los alemanes no ceden. No quieren. Ni siquiera acceden a la última oferta británica. El ministro David Cameron propuso enviar sus misiles de largo alcance a Ucrania si a cambio recibe Taurus con los que compensar el vaciamiento de sus almacenes. Pero Cameron encajó un nein por respuesta.
¿Y por qué sucede todo esto? Hay más de una explicación posible. Scholz tiene miedo. Tiene miedo a que los ucranianos los usen para destruir el estratégico puente Kerch, que une Crimea con Rusia. Scholz tiene miedo a las amenazas rusas, que lo vean como una escalada. Y Scholz no quiere, al parecer, tener que enviar técnicos sobre el terreno para enseñar su funcionamiento.
Pero Scholz va a la contra de lo que le pide o sugiere la mayoría de líderes políticos del país. La oposición le apremia a que mande los Taurus mañana mismo. Y los socios de coalición, tanto los verdes como los liberales, están por la labor. ¿Por qué no se atreve, entonces, a dar el paso adelante?
Aquí se plantea otra hipótesis. Scholz es un líder débil y puede que se esté dejando llevar por las encuestas. Una muy reciente apunta que seis de cada diez alemanes se oponen al envío de Taurus a Ucrania. Y ya sabemos que con Scholz no hay que dar nada por definitivo. Hace dos años sólo mandaba cascos y botas, y ahora estamos hablando de misiles de crucero. Pero el tiempo corre en contra de Ucrania. Falta munición. Falta artillería. Y la puntilla sería que también flaqueara el compromiso de sus aliados europeos.