La semana pasada comenzaron los vertidos al mar del agua que había sido utilizada para limpiar Fukushima. Azotada por un tsunami en 2011, esta central nuclear ha estado marcada por la tragedia y la radiación. Tanto la que emitió como la que podía permanecer. Hace unos días, la historia cambió: la compañía Tokyo Electric Power Company (TEPCO), que gestiona el inmueble, puso en marcha la liberación de este líquido.
Fue soltado después de que la autoridad nuclear japonesa aprobara de forma definitiva el plan del Gobierno tras recibir el visto bueno del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Y la decisión se hizo polémica: la federación nacional de cooperativas pesqueras mantiene un firme rechazo a este plan, bajo el argumento de que la medida impedirá que los pescadores de Fukushima puedan librarse del estigma radiactivo que pesa sobre sus capturas desde 2011.
Teniendo en cuenta las circunstancias, el Primer Ministro Japonés, Fumio Kishida, ha salido públicamente para acallar rumores. Con el fin de rebatir estas críticas y defender la calidad del producto pesquero, el líder político y otros miembros del Gobierno han degustado públicamente platos de pescado y marisco procedentes de la zona de Fukushima. Con ese gesto buscan demostrar que no existe peligro.
"Muy delicioso", comenta Kishida en el vídeo grabado para dar confianza a la población y confirmar la seguridad de los productos de su flota pesquera. Las caras de los comensales, sin embargo, no denote lo mismo: se les ve masticando hieráticamente, sin mucho ánimo ni alegría. Una escena que se ha difundido en los medios del país asiático y que en redes se ha propagado de forma cómica.
En España, las imágenes han recordado a las de Manuel Fraga bañándose en las playas de Palomares en 1966, después de la colisión de dos aviones estadounidenses con material nuclear. Por eso, algunos han titulado el vídeo como 'Palomares 2.0' y han señalado el comportamiento de los congregados en torno a la mesa con pescado y marisco.
Veto de China
La medida, aunque aprobada por las autoridades, ha sido vetada por China. Muchas personas de dentro y fuera del país han protestado estos días por el vertido. Grupos de pescadores japoneses temen que cause más daños a la reputación de sus productos, mientras que grupos en China y Corea del Sur han expresado su preocupación, lo que lo ha convertido en un asunto político y diplomático.
En las aduanas chinas se prohibió importar pescado y mariscos de Japón en respuesta a la maniobra. El veto comenzaba de inmediato y afectaba a todos los "productos acuáticos", según el aviso. Las autoridades del país nipón dijeron que "ajustarán de forma dinámica las medidas regulatorias relevantes como sea apropiado para evitar los riesgos de la descarga de agua con contaminación nuclear para la salud y la seguridad alimentaria de nuestro país".
Poco después del anuncio en China, el presidente de TEPCO, Tomoaki Kobayakawa, expresó que la compañía se preparaba para indemnizar de forma apropiada a los empresarios japoneses por el veto a la exportación impuesto por "el gobierno extranjero" debido al derrame de aguas. Su país vecino es un socio comercial clave, señaló el directivo japonés, y harían todo lo que se pudiera para ofrecer explicaciones científicas sobre la operación para que el veto se retirase lo antes posible.
La justificación del gobierno japonés y TEPCO sobre la liberación del agua es para dejar espacio al desmantelamiento de la planta y evitar fugas accidentales. Afirman que el tratamiento y la disolución harán más segura el agua residual que las noemas internacionales y su impacto ambiental será muy pequeño.