Indultada la "peor asesina en serie de Australia": una científica española, clave para lograr su libertad
Kathleen Folbigg fue condenada en 2003 a 40 años de cárcel por matar a sus cuatro hijos. En realidad, los bebés murieron por causas naturales.
5 junio, 2023 08:06"La peor asesina en serie de Australia" ha resultado no serlo. Kathleen Folbigg, condenada en 2003 a 40 años de cárcel por matar a sus cuatro hijos en la década de los 90, ha sido declarada inocente por el Estado de Nuevo Gales del Sur. Tras 20 años en los que siempre defendió, desde prisión, que sus hijos habían muerto por causas naturales, ahora se ha demostrado que Folbigg ha sido víctima de un gran error judicial.
Folbigg tiene ahora 55 años y siempre ha defendido su inocencia. Lo hizo ante los jueces, en el diario que escribe desde que fue condenada o en cartas a sus amigas enviadas desde prisión. En 2005 tuvo lugar la vista de apelación y se rebajó su pena a 30 años, con obligatoriedad de cumplir 25.
Una primera investigación realizada en 2019 concluyó que las pruebas reforzaban la culpabilidad de Folbigg. Sin embargo, la gobernadora de Nueva Gales del Sur, Margaret Beazley, ordenó otra investigación, la cuarta para un caso que siempre pareció claro, pues le parecía que la petición de los científicos arrojaba una "hipótesis razonable".
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Carola García de Vinuesa (Cádiz, 1969), inmunóloga integrante de la Royal Society del Reino Unido, fue la científica encargada de liderar la investigación. El expresidente del Tribunal Supremo Thomas Bathurst dirigió la última investigación y revisó sus condenas en 2022 después de que nuevas pruebas halladas por el equipo de García de Vinuesa sugirieran que dos de los niños tenían una mutación genética que podría haber causado sus muertes.
Finalmente, este lunes el fiscal general del estado de Nueva Gales del Sur, Michael Daley, indultó a Folbigg después de que las conclusiones resumidas de la investigación de Bathurst encontraran dudas razonables para cada condena.
"El resultado de hoy confirma que nuestro sistema judicial es capaz de hacer justicia y demuestra que el Estado de derecho es un pilar importante de nuestro sistema democrático", declaró Daley. "Teniendo en cuenta todo lo ocurrido en los últimos 20 años, es imposible no sentir simpatía por Kathleen y Craig Folbigg".
Daley dijo que el indulto incondicional permitiría a Folbigg salir en libertad, pero no anularía sus condenas. En un memorando dirigido al fiscal general, Bathurst afirmó que existía una posibilidad razonable de que tres de los niños murieran por causas naturales, dos debido a una mutación genética conocida como CALM2-G114R y uno a causa de un trastorno neurogénico subyacente.
Tales dudas socavaron entonces el caso de la Corona en relación con el homicidio involuntario de su cuarto hijo, añadió Bathurst. "Además, no puedo aceptar la proposición de que las pruebas demuestran que la Sra. Folbigg era cualquier cosa menos una madre cariñosa con sus hijos", dijo.
"Ha vuelto a suceder"
Kathleen Megan Donovan nació en el seno de la tragedia un 14 de junio de 1967 y, hasta la fecha, nunca ha podido separarse de ella. Cuando tenía un año, su padre le asestó 24 puñaladas a su madre. Fue enviada a una casa de acogida, aunque le quitaron la tutela a su madre adoptiva por obligar a la niña a realizar las tareas del hogar. Una vida más parecida a la terrorífica Cenicienta de Andersen que a la 'disneyficada' de Perrault.
Hasta los 17 no se enteró Folbigg del motivo por el que había crecido en un hogar de infancia. Apenas recordaba a aquella madrastra, mucho menos el asesinato de su padre. Pero a esa misma edad conoció a Craig Gibson Folbigg, con quien se casaría tres años después.
Patrick Allen, el primer hijo del matrimonio, nació en 1989 y murió a los 8 meses de edad. La causa de su muerte se atribuyó originalmente al síndrome de muerte súbita del lactante, pero en el juicio y tras las tres muertes que le siguieron, se argumentó que había sido asesinado por asfixia.
Los fiscales argumentaron que Folbigg había asfixiado a Patrick porque no podía soportar su llanto. También se argumentó que Folbigg había asfixiado a Patrick porque tenía celos de la atención que su esposo Craig le prestaba al niño.
El 18 de febrero de 1991 Folbigg llamó a su marido al trabajo: "Ha vuelto a suceder". Sarah Kathleen, la segunda hija, murió a los 10 meses de edad por una infección respiratoria, dijeron los médicos entonces. En el juicio los fiscales argumentaron que Folbigg había asfixiado a Sarah para evitar que llorara, y que lo había hecho de manera similar a como había procedido con Patrick.
Laura Elizabeth, la tercera hija de Folbigg, nació en 1993 y murió a los 19 meses de edad. La causa de su muerte volvió a atribuirse en un primer momento a una infección respiratoria, pero en el juicio se argumentó una vez más que la había asfixiado porque la frustraba y porque se sentía abrumada por su cuidado.
El cuarto y último hijo de Folbigg, Caleb Gibson, nació en 1997 y murió 19 días más tarde. Al igual que con Patrick, la causa de su muerte se atribuyó originalmente al síndrome de muerte súbita del lactante, pero en el juicio los fiscales argumentaron que Folbigg había asfixiado a Caleb porque era un niño difícil.
En total, a Folbigg le cayeron, en 2003, 40 años por tres asesinatos y un homicidio involuntario, el de Caleb. En el juicio se tuvieron en cuenta los diarios de Folbigg, donde decía que sus hijos "estaban mejor así".
"Todavía me sorprende cómo se salieron con la suya para usarlos contra mí", dijo Folbigg en relación con las páginas de su diario utilizadas como prueba. Meses después, confesó en una carta que aquellas anotaciones le "suenan atroces": "Todo lo que puedo decir sobre eso es que no estaba en un buen momento anímico por aquel entonces".
Tras la rebaja de 2005 a 30 años, Folbigg se quejó de recibir "un trato injusto" porque no le permitieron obtener la prisión condicional por buen comportamiento, algo que le habrían concedido incluso si la hubiesen condenado con cadena perpetua.
"Mientras mi nombre vaya emparejado con palabras como 'asesina en serie', no tengo ninguna esperanza de ser escuchada de manera justa", escribió Folbigg en febrero de 2005, lamentando que su caso se hubiese convertido en un juicio mediático. Ahora ya nunca podrá hablarse de Folbigg en esos términos.