Cuba ha abierto este domingo unos comicios para elegir a los 470 miembros de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP). La ANPP es el máximo órgano legislativo de la isla y se renueva cada cinco años, aunque las listas están cerradas: los ocho millones de votantes convocados solo pueden corroborar a los candidatos. La cita, no obstante, se ha defendido desde el Gobierno como "genuina" y tiene un papel relevante en el Régimen, a pesar de que desde la disidencia se haya calificado de "inútil" y "controlada".
En declaraciones a la agencia Efe, quienes han empezado a acudir a los centros resaltaban la ausencia de militares y de personas jóvenes. "No conocemos a todos los candidatos, pero votamos por la revolución", sostenía una mujer de 67 años. Las elecciones no modificarán sustancialmente el funcionamiento del sistema cubano, pero significan un cambio que muchos ven como positivo: es la tercera vez en seis meses que se abren los colegios para emitir un voto. Las anteriores ocasiones fueron unas elecciones municipales en noviembre y un referéndum en septiembre para aceptar o rechazar el nuevo código de la familia.
Miguel Díaz-Canel, presidente de la isla desde 2018 con el Partido Comunista de Cuba (el único legal), da así una muestra de apertura y enmascara la profunda crisis que vive la isla: la inflación ha incrementado desproporcionamente los precios, el fin de la doble moneda aprobado en plena pandemia supuso un varapalo para las economías familiares y la emigración ha tocado picos no vistos desde los años 90, con la crisis de los balseros.
Este proceso electoral culminará cuando la ANPP, en una de sus primeras decisiones, designe al nuevo presidente del país. Se prevé que ocupe en un segundo mandato Díaz-Canel. La ANPP no tiene períodos continuos de sesiones (los diputados son convocados de forma periódica, normalmente, dos veces al año, para aprobar proyectos de ley del Ejecutivo) y sus miembros no reciben un sueldo por esta función.
Analistas y críticos cuestionan su relevancia, porque está compuesta de forma abrumadora por miembros del PCC y sus juventudes (el 96,5% en la actual Cámara) y porque en la mayoría de los casos aprueba por unanimidad las iniciativas legislativas que tramita.
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No obstante, su participación es necesaria para confrontar la grave crisis económica que afronta el país, con los elementos mencionados previamente: gran escasez de productos básicos (alimentos, combustible y medicinas), inflación desmesurada, 'dolarización' parcial de la economía y frecuentes apagones. Entre las causas destacan además los estragos de la epidemia sanitaria de COVID-19, el endurecimiento de las sanciones estadounidenses y los errores en la política económica y monetaria.
Entre los candidatos hay miembros del Gobierno actual, empezando por Díaz-Canel y muchos de sus ministros, y también líderes de la revolución, como el expresidente Raúl Castro, de 91 años. También hay figuras del deporte, como el luchador Mijaín López y la judoca Idalys Ortiz; músicos como Raúl Alfonso; hasta cinco directores de medios de comunicación oficiales, y la directora del mayor conglomerado de empresas del Estado, Ania Guillermina Lastres.
Gobierno, partido y medios oficiales aseguran que se trata de una lista representativa del país. Entre los candidatos no hay opositores. Las autoridades afirman que todos los cubanos pueden elegir y ser elegidos. Formalmente, ni el PCC ni sus juventudes confeccionan la lista. Tampoco es requisito ser militante para entrar en la papeleta. Los candidatos fueron propuestos por las llamadas organizaciones de masas -colectivos situados en la órbita del partido- y aprobados por las Asambleas Municipales del Poder Popular, compuestas mayoritariamente por militantes comunistas.
Hay 470 candidatos para 470 asientos. En la papeleta, los votantes pueden poner la 'x' en la casilla de todos los candidatos (siguiendo el llamado oficialista), sólo junto a algunos nombres o dejarlas en blanco. Sectores disidentes abogan por la abstención como forma de queja. Sólo aquellos con más del 50% de los votos emitidos válidos serán diputados. Hay varias provisiones legales para completar aquellos puestos que pudieran quedar vacantes.
Dudas sobre la fórmula
La fórmula genera dudas entre expertos, opositores y juristas, quienes alegan falta de competencia y un sistema de selección controlado. Hay quienes prefieren describirlo como un referendo o unas elecciones plebiscitarias. Gobierno y medios oficiales argumentan que el PCC representa al conjunto del país, que su sistema es una democracia "genuina" libre de los influjos del dinero y apuesta por un "voto de unidad" que no es "consigna", sino "estrategia revolucionaria".
En estos comicios no habrá observadores internacionales. Participación El Gobierno cubano y las instituciones del Estado están llamando insistentemente a la participación. Grupos disidentes y opositores dentro y fuera de la isla piden la abstención como forma de expresar rechazo a la forma de elección en particular y al modelo socialista en general. Tras cifras de abstención por debajo del 10% entre 1976 y 2013, la tasa se elevó hasta el 14% en las parlamentarias de 2018, las últimas elecciones comparables que se han realizado en Cuba.
Las dos veces previas que los cubanos han acudido a las urnas han sido en el referendo del Código de las Familias, el pasado septiembre -cuando la abstención rozó el 26%-, y en las elecciones municipales de noviembre, en donde se elevó hasta el 31%. En la consulta del Código de las Familias, Díaz-Canel reconoció cierto "voto crítico".
Según los expertos, una elevada abstención evidenciaría problemas de legitimidad porque, a diferencia de otros sistemas políticos, el cubano se basa en el colectivo, la participación y la unidad. A falta de encuestas públicas, un colectivo a seguir son los jóvenes, entre los que está calando el desencanto y la desafección política tras años de grave crisis económica. Unos 13.000 jóvenes a partir de 16 años están llamados por primera vez a ejercer su derecho al voto.