El Kremlin sigue celebrando todavía hoy el botín del intercambio de presos por el que Estados Unidos recupera a una jugadora de baloncesto, Brittney Griner, y Rusia, a un traficante de armas socio de los regímenes y organizaciones criminales más sanguinarias del planeta, Vícktor Bout, conocido como 'El mercader de la muerte'. En sus primeras horas en Moscú, Bout, tratado como héroe, ha tenido tiempo de afiliarse a un partido ultranacionalista, ofrecerse para combatir en Ucrania y alabar a Vladímir Putin.
El criminal ya es miembro del Partido Liberal Democrático, ha anunciado su líder, Leonid Slutski, que le ha entregado personalmente el carné. "Somos el partido de los patriotas. Estoy seguro de que Víktor, una persona valiente y con una firme voluntad, ocupará un puesto de valor. Bienvenido a nuestras filas", ha escrito Slutski en su canal en Telegram. Es previsible que no tarde en procurarle un escaño en la Duma.
Y así es como Bout, lejos de recluirse y descansar, está siendo estos días el rostro de la propaganda rusa que vende que han logrado arrodillar a la Casa Blanca, y valiéndose de ese protagonismo para dar alas a la guerra y a un presidente que pierden apoyos al mismo ritmo que se cosechan las derrotas.
Bout, de 55 años, está a todas horas en los medios proKremlin. En una entrevista a Russia Today (RT), ha dicho respaldar la "operación" en Ucrania "plenamente". Su única 'crítica' es que la habría comenzado antes. "Si hubiera tenido oportunidad y las habilidades necesarias, ciertamente me habría ofrecido como voluntario", ha declarado, así como que está "orgulloso de ser ruso" y de que su presidente sea Putin.
[El Rugido del León: La cara y la cruz de la liberación de Brittney Griner]
Una foto de Putin en su celda
Tanto es así que ha asegurado haber tenido un retrato de Putin en su celda en la prisión federal de Marion, en Illinois, donde cumplía 25 años de condena por cargos de conspiración para matar estadounidenses, adquirir y exportar misiles antiaéreos y brindar apoyo material a una organización terrorista. La semana pasada le despertaron y le dijeron que "preparara sus cosas para salir". Le quedaban 11 años entre rejas.
La Casa Blanca ha tratado de minimizar la libertad de Bout poniendo de relieve el regreso de Griner, que se encontraba en una cárcel para mujeres en Mordovia, región conocida por su severo sistema penitenciario. Para Moscú, la estrella del baloncesto era una gran oportunidad. La deportista fue detenida y condenada por econtrarse entre sus pertenencias en el aeropuerto cartuchos de vaporizador con aceite de cannabis, suficiente para hacerla "rehén" y ponerse a negociar.
La llegada de Bout a Moscú el viernes fue trasmitida por la televisión pública, como lo fue la conversación telefónica del delincuente con su mujer, Alla, y su hija, Raísa, a las que tranquilizó con un "todo está bien".
Rusia además no cuenta esta operación como un paso en las relaciones con Estados Unidos. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, lo ha dejado claro: "Estas negociaciones trataron exclusivamente el tema de intercambio. Es erróneo sacar conclusiones hipotéticas de que esto podría ser un paso hacia la superación de la crisis que tenemos actualmente en las relaciones bilaterales, que continúan en un estado lamentable".