Las tropas de la OTAN en Kosovo (KFOR) han aumentado este lunes sus patrullas en el norte de ese territorio después de una escalada de tensión entre este país y Serbia, que elevó la alerta de las tropas serbias en la zona fronteriza.
"La KFOR ha aumentado el número y la duración de sus patrullas en todo Kosovo, incluido el norte", señala un comunicado de la misión de la OTAN en ese territorio que se declaró independiente de Serbia en 2008.
La KFOR afirma que sigue de cerca la situación y está centrada en la aplicación de su mandato para garantizar "la seguridad y la libertad de circulación a todas las comunidades que viven en Kosovo".
Serbia elevó el domingo la alerta de sus unidades militares y policiales en las cercanías de la frontera con Kosovo, un país que no reconoce, y helicópteros y cazas serbios sobrevolaron cerca de la frontera común.
'La crisis de las matrículas'
La denominada crisis de las matrículas estalló hace una semana cuando las autoridades de Kosovo aplicaron de forma efectiva la prohibición de entrar con placas serbias en su territorio.
Según Pristina, se trata de una medida de reciprocidad a una política similar que Belgrado lleva aplicando desde hace años.
Para entrar en Kosovo se deben de reemplazar las matrículas serbias por unas temporales kosovares -válidas durante 60 días- y pagar el equivalente a cinco euros.
La población serbia del norte de Kosovo, mayoritaria allí, organizó protestas y bloqueó carreteras para mostrar su malestar con una decisión que muchos consideran una humillación.
Belgrado ha calificado de provocación el despliegue de unidades especiales de la policía kosovar -apoyadas por vehículos blindados- en la frontera entre Kosovo y Serbia.
Las nuevas fricciones hunden aún más las perspectivas de que una década de diálogo -auspiciado por la Unión Europea- para normalizar las relaciones logre algún avance a corto plazo.
Tanto la OTAN como la UE han llamado a rebajar la tensión y han pedido a unos que retiren las unidades especiales de policía y a otros que alienten el fin de las protestas de la población serbia.
El presidente serbio, Aleksandar Vucic, aseguró que las tropas serbias no tienen la intención de entrar en Kosovo, excepto en caso de que se produzcan ataques a la población serbia local y si la KFOR no la protege.
Algunos analistas, como Dusan Janjic, director del Foro de Relaciones Étnicas de Belgrado, abogan por sacar de la zona tanto a la policía especial kosovar como al Ejército serbio para favorecer la desescalada.
Libertad de movimiento
Los serbios kosovares y Belgrado aseguran que la medida impuesta por Pristina afecta la libertad de movimientos y las actividades económicas, sanitarias y otras de la población serbia en Kosovo.
Belgrado asegura que se trata de un paso unilateral de Pristina que viola los acuerdos del diálogo para la normalización de sus relaciones, amparado por la UE y denuncia que Pristina incumple otras medidas básicas del proceso sin repercusiones desde Bruselas.
Mediación de la UE
El complicado proceso del diálogo entre Kosovo y Serbia comenzó en 2011 y se lleva a cabo con lentitud y entre numerosas interrupciones y constantes tensiones.
Su objetivo es alcanzar un acuerdo vinculante para normalizar las relaciones entre ambos, una condición para el acercamiento de los dos países a la UE.
"El diálogo casi no funciona desde 2016, en cinco años no ha producido nada. Eso debe acabar", explica a Efe el analista Dusan Janjic.
El experto aseguró también que la política de "reciprocidad" por la que aboga el actual primer ministro de Kosovo, el populista Albin Kurti, es nociva para la estabilidad regional.
Y también recuerda que esta crisis se debe entender en el contexto de las elecciones locales kosovares de octubre próximo y las generales serbias previstas para la primavera, ya que ambos líderes buscan votos presentándose como defensores de los intereses nacionales.