Miles de soldados de la Guardia Nacional en uniforme de combate, puntos de acceso inexpugnables, vallas rematadas con alambres de espino… Y periodistas haciendo acopio de chalecos antibalas, cascos en los que sus jefes recomendaban no llevar sus acreditaciones de prensa a la vista para no convertirse en el “blanco fácil” de grupos ultra como los que asaltaron el Capitolio el 6 de enero. Así se vivió entre bambalinas la víspera y la jornada inaugural de la presidencia de Joe Biden.
El 10 de enero, el periodista de la NBC Los Angeles Mekhalo Medina avisaba a sus compañeros de profesión en Twitter: “Compañeros periodistas, tened cuidado sobre el terreno. Además de las preocupaciones por Covid, existe esta creciente preocupación sobre cómo los partidarios de Trump están diciendo en Parler de que somos ‘blanco fácil’. Ya vimos el mensaje que enviaron mientras saqueaban el Capitolio. Por favor, estad alerta”.
Y es que desde que el Seattle Times descubriera varios hilos en la plataforma social favorita de ultras y antisistema animando a la turba a dirigir sus esfuerzos contra los periodistas que acudieran a cubrir la ceremonia de inauguración, calificándolos de ‘blanco fácil’ –término militar que hacer referencia a población civil u otros individuos desarmados– los medios de comunicación confirmados para retransmitir el evento han extremado precauciones.
El editor gerente del Times, Ray Rivera, calificaba la situación de “territorio aterrador”. “No quiero exagerar esto, pero siempre existe la preocupación. Es difícil saber cuánto de esto es retórica o grandilocuencia, pero es fácil para mí pensar que alguna persona se tomará esos mensajes en serio y hará algo", concluía Rivera.
Por su parte, la jefa de la oficina de Los Angeles Times en Washington, Kimbriell Kelly, distribuía máscaras de gas, cascos y chalecos antibalas para los miembros del personal de LA Times que asistireran a la toma de posesión el miércoles del presidente electo Joe Biden. Varias redacciones han llevado a cabo entrenamientos de seguridad para preparar a los reporteros para el Día de la Inauguración, llegando a aconsejarles mantener sus credenciales de prensa ocultas para no convertirse en ese blanco facil tan ansiado por los ultras.
En declaraciones a CNN Business Kelly explicaba el martes que su "objetivo es proteger a mi personal, proteger a mis reporteros y asegurarme de que todos sean atendidos".
Washington militarizada
La víspera de la jornada de investidura de Joe Biden, Washington D.C. en general y las inmediaciones del Capitolio en particular, se asemejaban más a una base militar o zona militarizada que a la capital de un país del G8. Miles de efectivos de la Guardia Nacional en uniforme de combate, portando mochilas y rifles de asalto, se parapetaban detrás de vallas de más de dos metros de altura rematadas con alambre de púas.
Agentes del FBI y de los SWAT se entremezclaban con miembros del Servicio Secreto y de la Policía local y estatal, repartiéndose por zonas para proteger los alrededores del Capitolio y los edificios del Senado y la Cámara de Representantes de posibles ataques como el perpetrado el pasado 6 de enero.
Mientras, unidades fuertemente armadas llegadas de todo el país respaldaban a los oficiales de la Policía del Capitolio de los Estados Unidos en las contadas entradas habilitadas para el 20 de enero: un par de puntos de acceso para peatones y vehículos alrededor del campus del Capitolio.
Tal y como destacan desde la publicación política ‘The Hill’, unba de las imágenes más representativas de la seguridad reforzada al extremo es la que deja la cafetería situada en el sótano del edificio de oficinas del Senado de Dirksen. Habilitada como área de descanso desinada para las tropas, la sala que solía estar abarrotada de personal, prensa y visitantes, regalaba una visión de decenas de soldados preparados para el asalto descansando o incluso echando la siesta por turnos.
Comentando el despliegue de camino a hacerse la obligada prueba de coronavirus antes de asistir a la inauguración, el ex representante republicano por Florida, John Mica, calificaba la presencia de tropas como "exagerada" y reconocía que la escena era "diferente a todo lo que he visto" durante sus 24 años en la Cámara.
Falsa alarma
Mientras, a menos de 48 horas de que comenzara la ceremonia inaugural, una falsa alarma de ataque al Capitolio desató el pánico, poniendo en pausa uno de los ensayos de la inauguración y movilizando decenas de efectivos de fuerzas de seguridad y de atención médica.
Poco después se descubría que lo que parecía ser un ataque en las inmediaciones del Capitolio resultó ser un incendio que hirió a una mujer sin hogar y destruyó sus posesiones.
Dicho incendio "generó una columna de humo y causó problemas de seguridad en una ciudad que ya estaba nerviosa", según informaciones de Associated Press.