Con la cita con las urnas para elegir al próximo presidente del país cada vez más cerca, la pandemia de coronavirus y la gestión de la misma dominan la campaña electoral, pero también las conversaciones a pie de calle. Aunque hay opiniones para todos los gustos, cada vez son más los estadounidenses que critican o comparten su desconcierto sobre las actuaciones del actual líder del ejecutivo, Donald Trump, en relación con una enfermedad que se ha cobrado la vida de más de 210.000 personas y minado la economía del país.
“Como estadounidense orgulloso y patriota, estoy harto y avergonzado de cómo Trump ha manejado su propia experiencia como enfermo de Covid-19. Es un ejemplo más de por qué no está en condiciones de ser el líder de Estados Unidos. En vez de tomarse su enfermedad como una oportunidad para aprender un poco de humildad, reconocer la gravedad de la situación y recalibrar sus mensajes -durante mucho tiempo ha cometido el error de politizar y restar importancia al virus- , ha intimidado a sus propios médicos y a su personal para engañarnos y continuar la minimización descuidada, egoísta y criminal de la pandemia y sus riesgos. Es simplemente vergonzoso”, sentencia Philip, un ejecutivo de Wall Street.
Philip no es un caso aislado. Alrededor del 69% de los estadounidenses confía poco o nada en las comunicaciones oficiales de la Casa Blanca sobre la salud de Trump, según una encuesta de CNN/SSRS realizada la semana pasada. Las respuestas de los encuestados varían sustancialmente según sus preferencias políticas: el 65% de los republicanos confía en todo o en la mayor parte de lo que escuchan desde la Casa Blanca sobre Trump, en comparación con el 6% de los demócratas.
“No sé qué pensar ni qué creer. El gobierno tiene que proteger los empleos y la economía, pero me da miedo contagiarme o que se contagie alguien de mi familia. Ojalá tengamos pronto la vacuna”, dice Kelly, una ejecutiva de marketing de Chicago.
Solo el 33% de los estadounidenses piensa que el presidente manejó su propio caso de Covid-19 de manera responsable, no aislándose después de que la asesora de la Casa Blanca Hope Hicks lo expusiera al virus. El 63% de los encuestados duda que esta terrible experiencia cambie la forma en su forma de gestionar la respuesta nacional a la pandemia.
“Se nota que a él no le afecta todo esto”, opina Jaynel, quien vive en el Bronx y trabaja de portero en un exclusivo edificio residencial en Manhattan. “Mucha gente ha perdido a familiares y amigos, o se ha quedado sin trabajo. Que el presidente del Gobierno diga que esto no es para tanto y que no podemos dejar que la Covid domine nuestras vidas es un insulto; este tipo es un bufón.”
Repunte en Nueva York
En los últimos dos días, la tasa de contagios de coronavirus se ha disparado en varias zonas de Brooklyn y Queens, activando los mecanismos de emergencia impuestos por los gobiernos estatal y local. Colegios y negocios no esenciales se han visto obligados a cerrar sus puertas durante 14 días, mientras que los lugares de culto no pueden dejar entrar a más de 10 personas (o abrir al 25% de su capacidad) como máximo.
La reacción de quienes viven en estas zonas no se ha hecho esperar, con la comunidad judía ortodoxa (que representa a la mayoría de los vecinos de las nueve zonas afectadas a cierre de esta edición en la ciudad de Nueva York) manifestándose desde el miércoles por la noche y demandando al gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, de violar sus libertades religiosas (esta semana se celebra la fiesta judía de la cosecha, una de las más importantes del calendario litúrgico hebreo).
“Nuestra tradición nos exige celebrar con la familia los días sagrados”, confirma Benjamin, profesor en una academia judía de Brooklyn.
"Me ha disgustado el manejo de Trump de la pandemia desde el principio", reconoce Kristine, una consejera universitaria de Portland que vive en California desde hace un par de años. "En los primeros meses, fue particularmente descorazonador ver a mi esposo ir a trabajar a un hospital del gobierno sin el equipo de protección adecuado y las políticas necesarias para salvaguardar su salud. Se podrían haber tomado medidas básicas tempranas y agresivamente para proteger a la población estadounidense. En cambio, Trump y su administración fallaron en todo momento en cuidar de las personas. Deberíamos haber tenido un mandato de uso obligatorio de mascarilla a nivel federal para frenar la propagación de la Covid".
"Me sorprende que la Covid haya tardado tanto en extenderse por la Casa Blanca", continúa Kristine, quien se muestra escéptica sobre la cronología de Trump sobre su propia infección. "Ha sido frustrante ver a Trump usar su privilegio para obtener todas las ventajas posibles en la lucha contra su propia enfermedad mientras expone descuidadamente a otros al mismo virus. Trump es incapaz de actuar por un bien mayor; sólo actúa en su propio interés", concluye frustrada.
Su marido, Nome, un enfermero de cuidados en intensivos en un hospital de veteranos en California, destaca que "como enfermero, puedo decir con confianza que el tratamiento que ha recibido Trump es totalmente distinto al de los demás enfermos de coronavirus. Cuando les dice a los demás que no se preocupen, que todo va a ir bien, está jugando con sus vidas. Lo cierto es que no podemos saber a ciencia cierta quién se va a recuperar y quién no. Necesitamos seguir manteniendo el distanciamiento social, usar mascarillas y lavarnos las manos. Celebrar mitines políticos para jalear a Trump es irresponsable y peligroso. Está poniendo vidas en peligro y tiene un efecto dominó en nuestro sistema sanitario".
Racismo e inseguridad económica
Choden llegó del Tibet a Nueva York cuando apenas era una niña. Cincuenta años después, regenta un salón de belleza en el Upper West Side de Manhattan, una de las zonas más concurridas de la ciudad. “No me quejo, al menos no he tenido que cerrar desde que nos dejaron abrir a principios de verano”, asegura Choden.
Varios de sus familiares y amigos, dueños de negocios similares en otras zonas de la ciudad, no han tenido tanta suerte. “Mi prima vive y trabaja en Brooklyn, en una de las zonas que acaban de poner en cuarentena. Ha tenido que cerrar su negocio y lo hace sabiendo que es por el bien de todos, pero si te obligan a cerrar, tendrían que ayudarte con el alquiler, así no se arruinará tanta gente y todos colaborarían para frenar los contagios”, apunta.
Soo trabajadora social californiana residente en Nueva York, explica que aunque está satisfecha con la gestión tanto del estado como del ayuntamiento, "a nivel federal, estoy más que decepcionada. Como asiático-estadounidense, para mí es aterrador ver cómo este presidente sigue convirtiendo este virus en un problema político, llamándolo 'virus de China', algo que ha incitado a la violencia hacia la comunidad asiática en este país".
"He vivido en Hong Kong, Corea del Sur y en otros países y viendo su respuesta ante la pandemia, he de decir que estoy impresionada con cómo están manejando la situación. Que un presidente pueda mentir al público y ocultar información crucial que ha provocado cientos de miles de muertes es aterrador. Su falta de consideración por el bien de todas las personas, su incapacidad para seguir las recomendaciones de los expertos y su egocentrismo han debilitado al país", afirma Soo.
"Pudo haber usado su experiencia como alguien que ha enfermado de coronavirus para ayudar al pueblo estadounidense. Pudo haber sido empático, haber abogado por el tratamiento y la prevención del virus. Una vez más, negó la realidad diciendo que se siente 20 años más joven. Está poniendo en peligro la vida de millones al ignorar públicamente las pautas del CDC (Centro Nacional de Enfermedades Contagiosas, por sus siglas en inglés) y no ponerse en cuarentena como cualquiera que dé positivo de coronavirus”, critica.
“Hemos estado siguiendo las pautas proporcionadas por nuestro estado y por los expertos del CDC, que aparentemente han sido más consistentes y parecen tener más en cuenta el interés de la gente que el gobierno federal. Hay una falta de liderazgo nacional al respecto, esto ha sido difícil en muchos sentidos y creemos entender la disyuntiva con la que deben lidiar tanto el alcalde como el gobernador. Están teniendo que hacer malabares con la seguridad y la supervivencia económica”, explica Luke, investigador médico, oriundo del Midwest y afincado en Nueva York. Su mujer Karen, directiva en un fondo de inversión, añade que ellos tienen “la suerte de estar en condiciones de seguir todas esas recomendaciones y no ser penalizados, al menos económicamente”.
Opiniones contradictorias
"Me parece que la manera en la que Trump se está comportando indica una forma de manejar las cosas anticuada, como si hoy en día fuéramos ignorantes. El decir que ha querido minimizar los riesgos del coronavirus para no alarmar a la población –no nos vayamos a asustar con la información- es realmente inaceptable. Entiendo que es una situación bastante compleja, no debe ser fácil estar en su lugar", cuenta Guillermo, un ingeniero de software de origen mexicano afincado en San Diego, California.
Pero añade: "Aunque ahora que se infectó él y muchas personas de su gabinete también, la forma en que salió y dijo que se sentía mucho mejor, como 20 años más joven después de recibir el mejor tratamiento del mundo y que pronto va a haber una vacuna... me parece realmente un circo, incluso vergonzoso. No cabe duda que todo esto es por la campaña política”.
Su mujer Aby, asesora de imagen, dice que, desde que empezó todo esto, Trump y su equipo, pero sobre todo él, han utilizado la situación a su favor. “El virus existe, conozco a mucha gente que se ha contagiado y que incluso han fallecido”, explica Aby.
“La verdad, no me creo –lo dudo mucho– que Trump se haya contagiado de coronavirus. Creo que no le importa el pueblo, sino sus propios interesantes. La gente somos monigotes manipulables, no le importamos. La gente con la que hablo se siente desolada, poco favorecida, se sienten solos, sin apoyo del gobierno. Tanto mis allegados como yo misma pensamos que Trump tiene muy poco sentido común y muy poca conciencia. Tiene poca credibilidad”.
Parecer muy distinto es el de su familiar Beatriz, afincada en Las Vegas y antigua propietaria junto a su marido de una empresa de construcción. “Francamente si Trump no hubiera cerrado la frontera en cuanto lo hizo, estaríamos peor, obviamente”, asegura. “Él sí que ha tratado de ayudar pero muchas personas por motivos políticos no le dejan, están en su contra. Como tiene buena salud, ha podido superar la enfermedad; sus doctores han dicho que está bien y él se deja guiar por sus médicos”.
Ella lo tiene claro: “Los medios están en contra de él, si gana Biden nos va ir muy mal. ¿Por qué quiere venir a este país tanta gente? Porque hay leyes y organización. ¿Por qué quieren destruir eso? Mira como está California, todos los estados con líderes demócratas están muy mal”.
Suzanne pertenece a la comunidad caldea americana (emigrantes católicos de la región iraquí de Caldea) y se dedica a cuidar niños y a ayudar a sus padres en el negocio familiar. “Honestamente, si el trabajo que ha hecho Trump se calificara como a los estudiantes de primaria, tendría una F (suspenso)”. Su marido Jonathan opina que "desestimar una pandemia nunca es bueno bajo ninguna circunstancia".
"Hace que las personas bajen la guardia y tomen decisiones potencialmente mortales por ellos, sus seres queridos y cualquier persona con quien entren en contacto. La administración Obama tuvo muchas otras pandemias, incluida un episodio de ébola mucho más mortal. Nunca cerramos negocios, escuelas, economías o desafortunadamente, llenaron las morgues. Nunca pasamos por eso porque la administración anterior parecía estar un paso por delante”, asegura este cocinero de profesión.
Jonathan destaca que en este caso “necesitábamos un líder que nos salvara y nos guiara durante esta pandemia mortal. En cambio, tenemos política. Políticas llenas de negaciones, mentiras, dilución de verdades y consejos mortales que siempre contradicen lo que digan los científicos”.
“De hecho, este virus podría tener una tasa de mortalidad del 1%, como el país líder en ciencia que somos. Me hace temer seriamente que si tenemos otros cuatro años de este gobierno y sufrimos una pandemia mucho más mortal con una tasa de mortalidad superior al 1%, podría ser el fin de Estados Unidos tal y como lo conocemos”, coincide Suzanne. Para su familia, esta situación tiene un cariz más complicado si cabe.
“Sí, desafortunadamente la mayoría de los caldeos son republicanos convencidos que piensan que Trump no puede equivocarse. Incluso a pesar de su gestión horrible de esta pandemia. En cambio, culpan a China y piensan que Trump lo hizo maravillosamente. Ni una vez pidieron oración por las 214.000 personas fallecidas a causa de la enfermedad en Estados Unidos, pero se apresuraron a pedir oraciones por Trump cuando se enfermó. La política es definitivamente un tema delicado en nuestra familia. Desgraciadamente, este año, el día de Acción de Gracias será otro para el anal de reuniones familiares desastrosas”.