Varias regiones del sur de Italia han pedido mantener las restricciones de movimiento para contener la pandemia, después de que el norte, la zona más afectada por el coronavirus, esté presionando al Gobierno para acelerar la reapertura del país.
El primero ha sido el presidente de la región de Campania, Vincenzo De Luca, quien desde Nápoles ha exigido un "gran sentido de responsabilidad" ante quienes "presionan por acelerar la reapertura" de todo y ha adelantado que cerrará sus "fronteras" internas.
"Si las regiones donde los contagios son tan fuertes (del norte) aceleraran, Campania cerrara sus fronteras. Haremos una ordenanza para prohibir la entrada de ciudadanos procedentes de esas regiones", advirtió el gobernador.
De Luca defendió la necesidad de proteger su región debido a que en algunos puntos del literal napolitano se da la mayor concentración de población de toda Europa, con más de mil habitantes por kilómetro cuadrado.
Este sábado se sumó a esta idea la región de Calabria, en la punta de la "bota" italiana, y su presidenta Jole Santelli aseguró que no serán víctimas "de a prisa".
"De Luca quiere cerrar, yo aquí no he abierto nunca. Estamos cerrados desde el 7 de marzo, antes incluso de que lo ordenara el Gobierno, porque hemos tratado de evitar los éxodos", explica la gobernadora conservadora en una entrevista a La Repubblica.
Éxodo del norte
El temor del sur, trasmitido también en otras ocasiones por la región de Apulia, es que la reapertura paulatina del país provoque un éxodo desde el norte y aumente los casos de contagio, poniendo en riesgo el menos eficiente sistema sanitario de la Italia meridional.
El Gobierno italiano extendió el confinamiento, el bloqueo y las restricciones de movimiento hasta el día 3 de mayo y trabaja ya en diseñar la conocida como "Fase 2", la de la reapertura paulatina del país, identificando los sectores que empezarán a funcionar antes.
En los últimos días algunas regiones del norte italiano como la Lombardía o el Véneto, las regiones más prósperas e industrializadas del país pero también las más azotadas por la pandemia, han pedido al Ejecutivo de Roma que acelere la reapertura.
"O se cierra todo y se muere esperando a que el virus desaparezca o se abre y convivimos, porque más allá de cierto límite ya no es sostenible. Si se dan las condiciones de salud, según el mundo científico, se puede abrir con todo incluso antes del 4 de mayo", ha afirmado el presidente de la región de Véneto, Luca Zaia.
A su llamamiento se unió el presidente de Lombardia, Attilio Fontana: "Creo que tenemos que ir más rápido y en cualquier caso debemos intentar reiniciar la vida, tendremos que organizar nuestra vida viviendo con este virus. No vamos a vivir como si nada hubiera pasado", refirió.
El consejero del Ministerio de Salud y miembro del consejo de la Organización Mundial de la Salud, Walter Ricciardi, ha pedido contención y ha considerado que Lombardía "aún no está preparada" para la reapertura, en una entrevista hoy en La Repubblica.
Desde el Gobierno insisten en que la apertura de Italia será poco a poco y por ejemplo ya se permite el trabajo en librerías o tiendas para bebés.
El viceministro de Salud, Pierpaolo Sileri, apuntó que en la "Fase 2" las empresas podrán abrir en base a su capacidad de seguir las normas para evitar contagios y adelantó que los cines o los teatros serán los últimos en volver a la normalidad.