Las autoridades iraníes aseguran que una participación masiva en las elecciones parlamentarias de mañana, viernes, fortalecerá a Irán frente a Estados Unidos, en un último intento de disipar las dudas y la apatía de parte de la población.
Casi 58 millones de personas tienen derecho a voto en Irán para elegir a los 290 miembros del Parlamento, dominado en la última legislatura por los reformistas y moderados, pero que podría en esta ocasión pasar a manos de los conservadores.
La habitual baza de la resistencia contra EE.UU. ha sido empleada en estos últimos días por la mayoría de los dirigentes políticos, militares y religiosos del país, entre ellos el líder supremo, Alí Jameneí, y el presidente, Hasan Rohaní.
"Participar en las elecciones anula muchas de las tramas viciosas de EE.UU. y el régimen sionista contra Irán", subrayó Jameneí en un discurso esta semana, en el que afirmó que acudir a las urnas "no es solo una responsabilidad nacional y revolucionaria sino también un deber religioso".
Una gran participación
Rohaní también insistió ayer en que Irán debe "con resistencia y fuerza lograr una victoria ante EE.UU. y que la participación masiva el 21 de febrero enojará a EE.UU.".
Por su parte, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas iraníes, Mohamad Baqerí, denunció que "los enemigos de la nación iraní han adoptado una estrategia para persuadir a los ciudadanos de no acudir a las urnas y que pierdan esperanza en el futuro".
Los comicios coinciden con un creciente aislamiento y alejamiento de Irán de Occidente marcado por las tensiones con EE.UU. y los incumplimientos del acuerdo nuclear de 2015, por lo que la participación será un barómetro para comprobar el apoyo de la población a las políticas del sistema teocrático.
Miles de ciudadanos expresaron sus críticas contra el sistema el pasado noviembre, durante unas protestas aplastadas por las autoridades que mostraron un profundo descontento interno, influido por la maltrecha situación económica.
Ciudadanos desencantados
"No espero nada porque sé que el próximo Parlamento será como los anteriores. Una serie de personas vienen y hacen promesas y, después de cuatro años, dicen que han hecho determinadas cosas, pero el ciudadano no ve nada tangible", comentó a Efe Vahid Nurvatan, un trabajador del sector privado de 40 años.
La mayoría de los ciudadanos, de distintos estratos sociales y profesionales, consultados por Efe en Teherán dijeron que no van a acudir a las urnas porque consideran que su voto es inútil o porque no quieren con el mismo legitimar al sistema.
En las redes sociales se han difundido campañas llamando al boicot de las elecciones, al que también ha instado la oposición iraní en el exilio, mientras que algunas encuestas apuntan a una participación inferior al 30 %.
Sin embargo, el portavoz del Consejo de Guardianes, Alí Kadjodaí, aseguró que la participación no será inferior al 50 %. A las legislativas de 2016 acudieron un 62 % de los ciudadanos con derecho a voto, según los datos oficiales.
Kadjodaí también defendió las descalificaciones de candidatos efectuadas por el Consejo de Guardianes, que tiene la prerrogativa de aprobar o rechazar a los aspirantes, y aseguró que no se basaron en inclinaciones políticas.
Competencia en los conservadores
Unos 7.150 candidatos concurren a los comicios, la mitad de los que se registraron, y entre los vetados figuran 75 de los actuales diputados y numerosos reformistas y moderados conocidos.
Las descalificaciones, pero también la desconfianza de sus potenciales votantes, han afectado a los reformistas, que llegan a las urnas en una posición de debilidad, unidos en Teherán en la lista Coalición por Irán, encabezada por el clérigo y exvicepresidente Mayid Ansarí.
En el otro bando, hay por el contrario varios grupos que compiten entre sí, aunque en algunas provincias se han fusionado. Destacan las listas "Irán con la cabeza alta" y "Frente de sostenibilidad", que acabaron sus campañas anoche ya que este jueves es la jornada de reflexión.
El número uno por Teherán de "Irán con la cabeza alta" es el antiguo alcalde de la ciudad y excomandante de la Guardia Revolucionaria Mohamad Baqer Qalibaf, un defensor de la línea dura que parece contar con el beneplácito del líder supremo y que podría convertirse en el próximo presidente del Parlamento.