Algo más de 18 millones de rumanos están convocados mañana a las urnas en la segunda vuelta de unas presidenciales que enfrentan al actual jefe del Estado, el conservador Klaus Iohannis, con la ex primera ministra y líder del Partido Social Democráta (PSD), Victoria Dancila.
Ambos mandatarios son las "caras más conocidas" de la política rumana de los últimos años con posiciones antagónicas y protagonistas de diversos enfrentamientos. Por eso, se espera que el resultado de las urnas tendrá una gran influencia en las legislativas que Rumanía, uno de los países más pobres de la Unión Europea (UE), prevé celebrar a finales de 2020.
Pese a que no se han publicado encuestas de intención de voto desde que se celebrara la primera ronda de estas elecciones el pasado día 10, Iohannis se perfila como el claro favorito de la contienda, según coinciden todos los observadores políticos.
El actual presidente obtuvo el 37,8% de apoyo a su reelección en el cargo hace dos semanas, quince puntos más que Dancila, que quedó en segundo lugar.
Con el 15%, el tercero, Dan Barna, candidato de la alianza USR PLUS -integrada en el grupo del Parlamento Europeo Renew Europe, al que también pertenece el partido español Ciudadanos-, ha instado a sus seguidores a apoyar a Iohannis.
Rumanía llega a estos comicios tres semanas después de que un Gobierno minoritario del Partido Nacional Liberal (PNL) que apoya a Iohannis fuera investido en el Parlamento, después de que el Ejecutivo socialdemócrata presidido por Dancila fuera derrocado el 10 de octubre en una moción de censura.
Anticorrupción contra antiausteridad
En el centro del discurso del presidente ha estado la lucha contra la corrupción a gran escala y las acusaciones contra el PSD -fundado por el que fuera comunista crítico con Nicolae Ceausescu y primer presidente de la democracia, Ion Iliescu- de frenar el combate de ese flagelo para proteger a sus miembros corruptos.
Si bien son limitadas las competencias ejecutivas del cargo de jefe de Estado, Iohannis promete hacer todo lo posible por revertir las controvertidas reformas judiciales impulsadas por el Gobierno del PSD desde su llegada al poder en enero de 2017.
Son una serie de enmiendas duramente criticadas dentro y fuera del país como ataques al Estado de Derecho. Su adopción ha sido acompañada por masivas protestas ciudadanas, mientras que la Comisión Europea ha instado a Bucarest a suspenderlas.
El presidente apuesta además por el ahorro y el equilibrio fiscal para controlar el creciente déficit público de los últimos años.
Por el contrario, Dancila defiende los incrementos salariales y de las pensiones adoptados a cabo por su Gobierno, y reivindica el crecimiento económico que ha registrado el país bajo su mandato. La ex primera ministra ha acusado a Iohannis y al Gobierno del PNL de preparar medidas de "austeridad" a las que su partido se opone.
La peor campaña electoral
Según muchos analistas, la campaña para estas presidenciales ha sido la más floja que se recuerda desde el regreso de las elecciones libres a Rumanía con la caída del comunismo en 1989.
La aparente hegemonía de Iohannis y su negativa a enfrentarse en un debate cara a cara con su rival son algunas de las causas de la evidente falta de interés que ha despertado la campaña entre los más de 18,2 millones de rumanos con derecho a voto.
Más de 715.000 de ellos emiten su sufragio en el extranjero desde el pasado el viernes para evitar aglomeraciones y retrasos como los que impidieron votar a miles de rumanos emigrados en el pasado.
La primera vuelta de las elecciones registró una participación del 47,66%, un récord negativo para una primera ronda de presidenciales en la historia postcomunista de Rumanía.
Sin embargo, más de 650.000 de los 715.000 votantes registrados en el extranjero sí acudieron a las urnas, una cifra inusualmente alta que de repetirse beneficiará a Iohannis, habida cuenta de la tradicional hostilidad de la diáspora hacia el PSD, al que muchos responsabilizan de la situación que los ha forzado a emigrar.