La ciudad italiana de Génova ha despedido este sábado a 19 de las 43 víctimas mortales del derrumbe del puente de Morandi con un funeral de Estado, oficiado por el cardenal y arzobispo de Génova, Ángelo Bagasco, y con la presencia del presidente de la República, Sergio Mattarella, el primer ministro, Giuseppe Conte y los vicepresidentes Luigi di Maio y Matteo Salvini, entre otros miembros del Ejecutivo.
Las otras veinte familias de los fallecidos han preferido despedirse de sus seres queridos en privado, como protesta por la gestión de la crisis que ha llevado a cabo el Gobierno.
Aseguran que no se ha protegido a las personas, como en el caso de las familias de cuatro jóvenes de Torre del Greco, una localidad en el sur de Italia.
"El puente se derrumbó. No era solo una parte importante de una autopista, sino una vía necesaria para la vida cotidiana de muchos, una arteria esencial para el desarrollo de la ciudad. Pero Génova no se rinde", dijo en su homilía el arzobispo de Génova, el cardenal Angelo Bagnasco.
El responso se ha celebrado en el recinto ferial de la ciudad, donde, cubiertos por coronas de rosas blancas, se habían depositado los féretros las 19 víctimas, entre ellos el ataúd blanco del niño de 8 años que falleció junto a sus padres.
Sobre algunos de los féretros se depositaron las banderas de los países de origen de las víctimas, ya que en el siniestro además de italianos murieron cuatro jóvenes franceses, dos albaneses, tres chilenos, un peruano y un colombiano.
Al lado de los ataúdes se encontraban los familiares que recibieron las palabras de consuelo de Mattarella, y también estuvieron presentes para manifestar su cercanía los jugadores de fútbol de los dos equipos de la ciudad, el Génova y el Sampdoria.
Mientras veinte familias daban la espalda al Gobierno en el funeral de Estado, los más de 5.000 asistentes al responso recibían a los representantes del Ejecutivo italiano entre aplausos, al igual que a los bomberos que desde el martes han excavado sin pausa para extraer a los fallecidos y que siguen haciéndolo ya que se busca a una persona aún desaparecida.
Entre los presentes también estuvieron el presidente de Autostrade per L'Italia, Fabio Cerchiai y el consejero delegado, Giovanni Castellucci, a quienes el Gobierno acusa de la tragedia por incumplir supuestamente su deber de mantenimiento del viaducto.
Bagnasco afirmó que hay "una grieta en el corazón de Génova" y que "cualquier palabra, aunque sincera, es poco frente a la tragedia".
El arzobispo de la ciudad también habló de la necesidad de una "debida justicia" aunque esta tampoco pueda cancelar o restituir lo su perdido.
Bagnasco también dedicó unas palabras a las cerca 600 personas que han tenido que abandonar sus viviendas, que se encuentran bajo lo que queda del viaducto, y pidió que "no encuentren solo un alojamiento temporal sino que puedan volver a tener el calor de una casa".
"Unidos en el dolor y en la petición de verdad y justicia, determinados a no rendirnos", escribió antes del funeral en Twitter, el ministro de Interior y vicepresidente Salvini.
Por su parte, el presidente de la República también afirmó que será necesario "esclarecer con rigor la responsabilidad" de lo que denominó "una tragedia inaceptable".
Durante la noche, los bomberos encontraron entre los bloques de cemento otras tres personas en el interior de su vehículo, una pareja y su hija de 9 años por lo que el balance del desplome del puente asciende a al menos 43 víctimas.