El terremoto político y financiero que vivió este viernes EEUU, tras conocerse que el general Michael Flynn, exasesor de seguridad nacional del presidente, estaba dispuesto a testificar que Donald Trump le ordenó contactos con altos funcionarios rusos durante la pasada campaña presidencial, se desinfla. Esta exclusiva de la ABC News, difundida después de que Flynn llegara a un acuerdo para cooperar con Robert Mueller, el fiscal especial que investiga la trama rusa, provocó el hundimiento de la bolsa y la especulación sobre posibles consecuencias legales en la Casa Blanca.
Sin embargo, la cadena ha tenido que clarificar primero y luego corregir su información, que partía de una fuente cercana a Flynn, variando un punto clave: Trump no habría pedido a su colaborador iniciar contactos con Moscú siendo candidato republicano -lo que podía suponer una violación de la ley-, sino después de haber ganado, es decir, siendo ya presidente electo.
“Durante una emisión especial en vivo, ABC News informó de que un confidente del teniente general Michael Flynn dijo que éste estaba preparado para testificar que el entonces candidato Trump le ordenó contactar con funcionarios rusos durante la campaña. Esa fuente luego aclaró que durante la campaña, Trump asignó a Flynn y a un pequeño círculo de otros asesores buscar la manera de reparar las relaciones con Rusia y otros puntos conflictivos. Poco después de las elecciones, el presidente electo Trump ordenó a Flynn que se pusiera en contacto con funcionarios rusos sobre temas que incluían la lucha conjunta contra ISIS”, indicaba la nota de corrección.
En concreto, la solicitud del magnate se habría producido por teléfono, poco después de las elecciones, para encomendarle a Flynn explícitamente que “sirva como punto de referencia con Rusia”.
El matiz parece pequeño, pero es importante. No es lo mismo que un candidato conspire para negociar con potencias extranjeras contra la política marcada por el gobierno actual de EEUU, que emprender contactos con otras naciones para luchar contra el terrorismo, siendo ya presidente virtual.
La corrección llegó después de que la noticia se difundiera por todo el mundo, desatando las especulaciones sobre que esta revelación abriría la puerta del impeachment, y afectando a los mercados financieros.
El fallo, y la forma de corregirlo inicialmente como una clarificación, le ha valido numerosas críticas a ABC News -el Washington Post llegó a calificar de "cobarde" llamar aclaración a una rectificación-, y desde luego ha proporcionado al presidente un nuevo argumento para acusar a los medios críticos de atacarle inventando fake news.
No obstante, la cadena de noticias también desveló otros jugosos detalles que involucran al yerno del presidente. Por ejemplo, el escrito de acusación del fiscal especial -que fue aceptado por Flynn al declararse culpable- describe que un alto funcionario (“senior”) del equipo de transición presidencial habría llamado a Flynn para discutir sobre cómo contactar con el embajador ruso para hablar sobre las sanciones estadounidenses que la administración Obama tomó a finales de diciembre contra el Kremlin antes de dejar el poder. Ese oficial senior sería Jared Kushner.
En cualquier caso, aunque las revelaciones periodísticas han quedado algo rebajadas, no dejan de alimentar el escándalo en torno a la presunta intervención rusa en las presidenciales de 2016, y engordar la investigación especial abierta por el Departamento de Justicia. Es más, al haber logrado el fiscal especial que Flynn acepte cooperar, a cambio de acusarle sólo de haber mentido al FBI sobre unas conversaciones que tuvo con miembros del gobierno ruso, se abren nuevos caminos en la investigación, que poco a poco va aproximándose al Despacho Oval, pese a que Trump parece despreocupado.
Trump: "Veremos qué pasa"
Este mismo sábado, el presidente restaba importancia a las últimas revelaciones, asegurando a la prensa que "no está" preocupado por la decisión de Flynn de colaborar con Mueller. A su juicio, hasta ahora lo que se ha demostrado “es que no ha habido absolutamente connivencia o confabulación” con los rusos. “Veremos qué pasa”, concluía.
Posteriormente en un tuit, insistiendo en que todo fue legal, el presidente añadía: "Tuve que despedir al general Flynn porque le mintió al vicepresidente y al FBI. Se ha declarado culpable de esas mentiras. Es una pena porque sus acciones durante la transición fueron legales. ¡No había nada que ocultar!".
Pese a esta aparente seguridad, la trama rusa o Rusiagate se va disipando a golpe de información periodística o de investigación oficial. Hasta ahora, lo que parece claro es que a principios de 2016, agentes vinculados con el gobierno ruso contactaron con el entorno del entonces candidato Donald Trump para ofrecerle algún tipo de ayuda, y que a finales del mismo año, su futuro asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, se estaba ya comunicando y coordinando con oficiales de Moscú antes de que se produjera el relevo formal en la Casa Blanca. Por lo tanto, queda por esclarecer lo que pasó entre esos dos momentos.
La sombra del impeachment
Resulta crucial conocer los pormenores de las conversaciones, teniendo en cuenta que mientras los asesores de campaña del magnate mantenían conversaciones con agentes vinculados a Putin, el 7 de octubre de 2016 el Departamento de Seguridad Nacional y el director de Inteligencia de EEUU denunciaban públicamente que el Kremlin estaba atacando cibernéticamente al país, incluyendo al Partido Demócrata. Esto no llevó a la candidatura republicana a cortar su vía de diálogo con los rusos.
La clave para saber si la sombra del impeachment asoma sobre Washington es conocer si durante las conversaciones, el equipo de Trump llegó a plantear o formalizar algún tipo de acuerdo o contraprestación futura a cambio de, por ejemplo, recibir munición contra Hillary Clinton durante los meses preelectorales.
Flynn, ahora cooperando con Mueller, podría aclarar si algo de esto ocurrió durante sus conversaciones con el embajador ruso en diciembre de 2016. En aquel momento, el general habría consultado con el equipo de transición del presidente electo para pedirle al entonces embajador Sergey Kislyak que no tomara represalias contra EEUU por la decisión de Obama de imponer sanciones y expulsar a varios espías rusos por la implicación de Moscú en las elecciones. No en vano, Trump defendía en sus mítines mejorar las relaciones con el Kremlin. ¿Era esto una contrapartida o mera estrategia política dentro de su plan para cambiar el rumbo de las relaciones internacionales de EEUU?
El relato está aún incompleto y de momento Trump, hoy más que ayer, respira tranquilo.