“Vimos a nuestros colegas morir en el hospital y eso es algo muy duro”, afirma el enfermero de Médicos Sin Fronteras (MSF) Lajos Zoltan Jecs, que se encontraba en el hospital bombardeado el sábado en la ciudad afgana de Kunduz cuando el infierno comenzó a caer sobre el centro médico. “Hicimos una cirugía urgente a uno de nuestros médicos. Lamentablemente murió allí, en la mesa de la oficina”, relata Jecs en un comunicado divulgado por la ONG este domingo.Ku
Al menos 22 personas, entre pacientes y personal médico, fallecieron y 37 resultaron heridas en un ataque aéreo sobre el hospital de MSF en Kunduz lanzado en la madrugada del sábado. El Ejército de Estados Unidos reconoció en un comunicado que tal vez se produjeron “daños colaterales” durante un enfrentamiento con talibanes, que el pasado lunes tomaron la localidad. La comunidad internacional ha puesto el grito en el ciento ante la posibilidad de que fuerzas de la coalición en Afganistán, capitaneadas por EEUU, sean las responsables de la tragedia. “No podemos tolerar esta terrible pérdida de vidas simplemente sea ignorada como 'daño colateral'”, dijo el sábado el presidente de MSF, Meinie Nicolai, el sábado.
Este domingo, la ONG ha pedido en comunicado que se realice una investigación internacional a pesar de que EEUU ya ha puesto en marcha una pesquisa militar. “Bajo la clara presunción de que se ha cometido un crimen de guerra, MSF demanda que un organismo internacional independiente lleve a cabo una investigación plena y transparente sobre el evento”, ha dicho el director general de la organización, Christopher Stokes, en un comunicado. Las demandas de la ONG de que se investiguen los hechos ha sido apoyada por el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, que el sábado defendió una “investigación imparcial y en profundidad del ataque para poder garantizar responsabilidades”. De hecho, la ONU también cree que, si fue deliberado, el ataque es un "crimen de guerra". "La gravedad de este incidente se refuerza por el hecho de que, si fuera considerado como deliberado por una corte de justicia, el bombardeo de un hospital puede ser un crimen de guerra", dijo el responsable de derechos humanos de la ONU, Zeid Ra'ad Al Hussein, el sábado.
El presidente de EEUU, Barack Obama, ha emitido un comunicado lamentado la tragedia. Si bien, Obama ha dicho que esperará a los resultados de la investigación que su ejército está desarrollando antes de sacar conclusiones definitivas sobre los hechos.
MSF ha asegurado que tanto Washington como Kabul estaban al corriente de la localización geográfica del hospital -el único centro médico con servicios de traumatología y cirugía en la región norte del país- y demás edificios de la ONG y que el 29 de septiembre fue la última vez que puso al tanto a las diferentes facciones del conflicto. El ataque, que discurrió aproximadamente entre las 2:15 y las 3:15 de la mañana, continuó durante media hora después de que se informase a autoridades estadounidenses y afganas de la proximidad de los bombardeos al hospital, según MSF.
La policía afgana ha afirmado que insurgentes talibanes disparaban desde el hospital, lo que desencadenó los ataques. Este uso del hospital, según Human Rights Watch (HRW), constituye una violación de la legislación internacional. Aun si este fuera el caso, el ataque a un edificio con protección oficial y un elevado número de pacientes y personal es también una acción desproporcionada, dice HRW. “Además, las leyes de la guerra requieren que, incluso si fuerzas militares utilizan el es hospital de forma errónea para desplegar combatientes o armas, la fuerza atacante tiene que dar un aviso para que se interrumpa el despliegue y proporcionar un límite de tiempo razoable para que finalice”, ha dicho la organización en un comunicado. Trabajadores supervivientes de MSF han negado, sin embargo, que hubiera combatientes talibanes en el centro médico ni enfrentamientos en las inmediaciones.
Antes del bombardeo y después de que las hostilidades por el control de Kunduz estallaran el lunes, MSF había atendido a cerca de 400 personas en su hospital. En el momento de los ataques, había unos 100 pacientes y familiares y más de 80 trabajadores. La organización ha dicho este domingo que ha retirado a la mayor parte de su personal en la ciudad porque el centro médico ha dejado de ser operativo.
Por su parte, Jecs, el enfermero superviviente, lamenta que el hospital ya no puede continuar ayudando a heridos. WEl hospital ha sido mi lugar de trabajo y mi hogar durante varios meses. Sí, es sólo un edificio, pero es mucho más que eso,” afirma. “Es la única asistencia sanitaria que había en Kunduz. Ahora ya no está”.