El paso del tiempo y los cambios en nuestros comportamientos como sociedad han hecho que los supermercados se adapten a aquello que desean los consumidores. Mientras que la velocidad a la que vivimos ha conseguido que la comida ya preparada sea indispensable entre los pasillos, los nuevos modelos de familia han logrado un cambio en los tamaños tradicionales.
Pizzas pequeñas, barras de pan tamaño 'bocadillo' o, incluso, fruta cortada. Mientras que las dos primeras opciones son excelente para quienes viven solos o tienen un pequeño antojo, la última de ellas lleva unos meses en el punto de mira de diferentes expertos. Y es que, aunque sea una buena alternativa a la pieza entera, puede tener ciertos riesgos, según los nutricionistas.
En este contexto, la dietista y nutricionista Duna Nicolau, ha advertido a quienes escogen la fruta cortada en vez de elegir la pieza entera. Aunque la primera opción sea la más cómoda, tanto por precio como por tamaño, diferentes expertos como la Agencia Española de Seguridad Alimentaria han advertido sobre la menor vida útil de estos alimentos cortados.
El riesgo de comprar frutas cortadas
Comprar fruta ya cortada en el supermercado presenta varios riesgos que pueden comprometer tanto la calidad del producto como la salud del consumidor. Es cierto que muchas veces parece la mejor opción, ya que pensamos que con media pieza nos basta e, incluso, nos sobra; sin embargo, nos olvidamos de algo muy importante: la parte cortada está 'completamente' al descubierto.
"Cuando la pulpa queda al descubierto, es mucho más probable que se contamine", explica la Duna Nicolau, "La fruta tiene una protección natural que es la piel, en este caso del melón y la sandía es mucho más gruesa debido al suelo en el que crece", añade.
"Desde el momento en que se corta la fruta, comienza la proliferación de microorganismos", explica la nutricionista. Un proceso que puede verse acelerado si la fruta no se maneja adecuadamente. "En el campo donde crecen, pueden desarrollarse microorganismos, y en el supermercado no siempre se garantiza una manipulación correcta de estos alimentos", finaliza.
Al cortar la fruta, estamos rompiendo su barrera protectora natural, lo que facilita la entrada de microorganismos como bacterias y hongos. Estos patógenos pueden estar presentes en el ambiente, en los utensilios utilizados para cortar la fruta, o incluso en las manos de las personas que manipulan el producto.
Además, otro de los riesgos añadidos a este corte es que la fruta cortada suele encontrarse en lugares sin refrigeración. Si el alimento se encuentra en una zona más 'cálida', el riesgo de proliferación bacteriana aumenta significativamente.
Las frutas, especialmente las que tienen un alto contenido de agua como la sandía, proporcionan un ambiente ideal para el crecimiento de bacterias cuando se mantienen a temperaturas que están por encima del rango de refrigeración recomendado. Esto puede llevar a la descomposición rápida de la fruta, pérdida de sabor y nutrientes, y en casos más graves, a intoxicaciones alimentarias.
"Una vez que la fruta se corta, debe ser refrigerada de inmediato para mantener la cadena de frío y minimizar los riesgos. Al no hacerlo, se incrementa la posibilidad de que los microorganismos se multipliquen, comprometiendo la seguridad del alimento", explica Nicolau.
Por otro lado, la falta de refrigeración también acelera los procesos de oxidación en la pulpa de la fruta, lo que no solo afecta su apariencia al provocar un cambio de color, sino que también puede reducir su valor nutritivo. Además, la exposición prolongada al aire puede hacer que la fruta pierda su frescura y se vuelva menos apetecible.
La experta no es la única que expone los riesgos de este alimento, y es que la Agencia Española de Seguridad Alimentaria también ha advertido sobre la menor vida útil de las frutas cortadas. Según el informe, "al mantenerla cortada hay más riesgo de crecimiento de microrganismos patógenos como Salmonella, Escherichia coli verotoxigénico o Listeria monocytogenes".
Además, el informe indica que "la fruta en mitades en el punto de venta puede permanecer hasta 3 horas a temperatura ambiente sin que eso implique un riesgo microbiológico significativo".
Qué hacer si compramos fruta cortada
Si a pesar de las recomendaciones, seguimos pensando que la fruta ya cortada es la mejor opción, los expertos aconsejan una serie de recomendaciones para evitar posibles riesgos en nuestra salud.
La primera recomendación se basa en evitar coger piezas de fruta que estén demasiado maduras, así como reducir al máximo el tiempo que transcurre entre la compra y el momento en que la fruta se guarda en el frigorífico en casa.
Además, es esencial mantenerla en un estado óptimo de refrigeración hasta el momento de su consumo. Si no se consume la totalidad de la pieza, es aconsejable volver a guardarla en la nevera lo antes posible, protegiéndola con papel film o colocándola en un recipiente con tapa para evitar que se contamine. No obstante, es preferible no tardar demasiado en consumirla.