El Omega 3 es uno de los antiinflamatorios más potentes que existen y que están a nuestro alcance. Sin embargo, por el estilo de vida que tenemos, y el tipo de alimentación llamada lo que llaman western diet, al final hemos prescindido mucho de los alimentos que nos proporciona este ácido graso.
Podríamos decir que el Omega 3 es como una especie de árbol, lo más valioso es el fruto que da, lo que está más en el extremo. Luego hay una serie de ácidos que van componiendo todo el tronco, las ramas y el fruto. En este, los más importantes son el EPA y el DHA. De hecho, del 6% de nuestro cerebro está hecho de DHA, es decir, que es fundamental para nuestro sistema nervioso, el sistema inmunitario, para nuestras mucosas, la piel y los tejidos.
Estos nutrientes, estos ácidos, están principalmente en los pescados grasos, es decir, en los azules, aunque también lo podemos encontrar en los blancos, concretamente en el hígado. Pero tendría que tratarse de un pez salvaje, lo que resulta más complicado.
Es ideal que sean pescados de pequeño tamaño, como sardinas o boquerones. También el salmón, que es un pescado semigraso. Debemos evitar el atún, por su alto contenido en metales pesados como el mercurio.
El Omega 3 tiene muchos superpoderes y hay algunos factores que denotan claramente cuándo hay déficit de este ácido. Si no consumes la cantidad suficiente, notarás, por ejemplo, la piel mucho más reseca, sin hidratación. Afecta también a las mucosas, es decir, los ojos, la vagina o la boca por dentro, que acusarán la sequedad.
Además, el Omega 3 es muy importante en la misión de prevenir la neuroinflamación y la neurodegeneración. Su déficit puede manifestarse en estados de ánimo más tristes o inestabilidad emocional. En cuanto al sistema inmunitario, si enfermas recurrentemente, debes reforzar la ingesta de este ácido graso.
Sus cuatro funciones
Para resumir la gran importancia del Omega 3, repasamos las misiones clave que lleva a cabo en nuestro organismo.
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A nivel cognitivo es esencial, porque un gran porcentaje de nuestro cerebro está hecho de un tipo muy concreto de Omega 3.
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Es fundamental para la piel, porque va a hidratar evitando que se deterioren prematuramente.
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El sistema inmunitario depende claramente de este ácido graso, porque colabora en la restauración de tejidos y va a hacer que trabaje mejor. Cuando yo me hago una herida, cuando tengo una lesión o cuando tengo un resfriado, el Omega 3 funciona para conseguir reparar esos tejidos.
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A nivel digestivo también es de suma importancia. Cuando yo noto
que mis digestiones son pesadas, que no absorbo bien los nutrientes o incluso me noto hinchada, este ácido ayuda mejorar ese proceso y evitar los efectos secundarios descritos.