Ana Íñiguez, enfermera y ahora también mamá desde diciembre de 2023, sabía desde hace mucho antes que quería ser donante de leche. Trabajó en neonatos durante cinco años y conoció de primera mano la necesidad de leche humana que tienen muchos de los bebés que allí nacían.
El uso de leche materna donada para recién nacidos muy prematuros o enfermos sirve de gran ayuda cuando la de su propia madre no está disponible o es insuficiente.
“Hay mujeres que se sacan leche y puede que la tiren porque no conocen esta alternativa o no tienen espacio para guardarla. Y hay bebés que lo necesitan muchísimo, más que cualquier medicación”, enfatiza la enfermera.
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Primero, Íñiguez esteriliza el sacaleches, realiza una cautelosa higiene de manos, se coloca gorro, mascarilla, y realiza una extracción de un máximo de 15 minutos.
Después, la congela en su casa y se pone en contacto vía web con el hospital para solicitar la recogida a domicilio. Una acción que, señala, “es fácil”, ayuda a bebés y, por ende, a esas mamás que no pueden amamantarlos y “se sienten muy agradecidas y tranquilas de que sus hijos estén recibiendo lo mejor”.
Esta mamá intenta seguir una rutina para sacar un mínimo de leche cada semana y así poder donarla. No obstante, aunque se prefieren donaciones frecuentes y abundantes, las madres pueden donar la cantidad de leche que deseen.
Lo primordial es que se sientan libres para poder hacerlo cuando puedan o quieran. “A lo mejor una semana me he sacado un día, otra semana dos o, por ejemplo, ahora me voy de viaje y puedo estar un mes o dos sin donar y no pasa absolutamente nada”, explica Íñiguez.
Tres semanas tras el parto
Eso sí, los bancos no recomiendan la donación hasta que, primero, la lactancia de los hijos esté bien establecida; en general esto ocurre pasadas las 3 o 4 semanas desde el parto.
Similar es el caso de Tania Madariaga, que no es sólo donante, pues sus hijos también fueron receptores los primeros días de vida, ya que no podía extraer suficiente leche. Tras salir del hospital, ahora ella también la dona desde casa: “Mi esposo y yo decidimos comprar un congelador pequeño que está dividido en dos partes y ahora está a tope”.
Para favorecer la donación, los bancos entregan recipientes estériles donde depositar la leche extraída, etiquetas para su identificación, sacaleches, contenedores isotermos y acumuladores de frío para el transporte de la leche acumulada —en el caso de recogerla a domicilio—.
Se aprovecha hasta la última gota
Los bancos de leche cuentan con poca visibilidad, aunque actualmente en España existen 19 centros en activo; unos integrados en los Bancos de Sangre y Tejidos, otros en los Servicios de Neonatología o en las Unidades de Nutrición Personalizada.
En concreto, el primer banco de leche nació en 2001 en el seno del Banco de Sangre y Tejidos de las Islas Baleares. Posteriormente, en 2007 en el servicio de neonatología del Hospital 12 de Octubre de Madrid, se crea lo que hoy se conoce como el Banco Regional de Leche Materna, cuyo objetivo es que niños enfermos o prematuros que precisen leche donada puedan recibirla, independientemente del hospital en el que estén ingresados.
Allí trabaja Beatriz Flores, responsable de calidad del banco y presidenta de la Asociación Española de Bancos de Leche Humana (AEBLH): “Trabajamos en red con los hospitales La Paz (Madrid), Severo Ochoa (Leganés), Puerta de Hierro (Majadahonda) y Príncipe de Asturias (Alcalá de Henares). Estos nos ayudan con la aceptación de donantes y la recogida de leche. Pero luego se pasteuriza en nuestro banco regional y, posteriormente, se distribuye a estos centros y a otros tres más”, cuenta.
Los bancos establecen criterios para determinar quiénes deben recibir leche: niños que pesen menos de 1.800 gramos mientras no se disponga de leche de su propia madre; con importantes problemas digestivos; o en situación de extrema gravedad.
Suelen ampliar el tiempo de administración si el volumen de donaciones aumenta, pero no suele ser así. Según explica Flores, necesitan más visibilidad: “Muchas mamás se enteran tarde, o no se enteran y les hubiera gustado. Igual que la donación de sangre existe, la donación de leche es una gran desconocida. Una mamá me comentaba que le decían que era una vaca; pero no es una vaca, es una donante de leche. Algunas producen demasiada y se sienten estigmatizadas hasta que descubren la donación y se convierten en superheroínas”.
Estrictos criterios de calidad
El Banco Regional del Hospital 12 Octubre contabilizó 335 donantes en 2022, de las que suelen tener activas entre 100-200. En 2023, la leche donada llegó a más de 800 niños. Para conseguir esto siguen unos exhaustivos criterios de calidad y seguridad, informando a las madres sobre todo lo necesario antes de la extracción y durante el proceso del mismo.
La leche debe ir en un frasco cerrado, no mezclarse dos extracciones en un mismo recipiente, que vayan bien etiquetados, con un color normal y que no tenga pelos ni restos de sangre. Así, una vez el banco la recibe, realizan un segundo control de olor y acidez, y si cumple con los estándares establecidos, pasa a pasteurizarse. Finalmente, se comprueba que la leche sea estéril antes de entregársela a los niños.
Aunque las donantes califican esta experiencia como una de las más gratificantes de su vida, Flores relata que también es necesario “incidir en la importancia de donar de manera regulada. Es una actividad en la que hay que tener mucho cuidado porque la leche es un producto biológico y puede transmitir contaminantes, tóxicos e infecciones, aunque la persona sea asintomática”.
Para donar hay que cumplir con una serie de requisitos y análisis de sangre para descartar infecciones como VIH, hepatitis, enfermedad de Chagas o sífilis.
El acompañamiento durante la lactancia
Las donantes pueden serlo cuando deseen, sin importar el tiempo de lactancia que lleven. En esta línea, Alba Padró, consultora de lactancia materna y cofundadora de LactApp, asegura que este periodo lo marca “además del deseo de la madre, otros factores externos como tener que volver a las 16 o 20 semanas a trabajar”. Y a pesar de que en nuestro país está bien visto, a partir de cierta edad del niño, “le preguntan a la madre cuándo va a dejar la lactancia”.
Esta profesional también resalta ese deseo truncado de muchas madres al no poder amamantar a su hijo, y es aquí cuando aparecen los sentimientos de culpa. Por eso quiere dejar un mensaje claro: “No siempre es fácil encontrar una solución. Y, sobre todo, no es culpa de la mamá, pase lo que pase”.
En los casos de las madres receptoras, cuando sus hijos son prematuros o se encuentran enfermos, el estrés y poco descanso influyen en la producción de leche.
Para ellas, que existan otras dispuestas a donar la suya de forma altruista supone una salvación. El proceso de acompañamiento a estas mamás también es clave, porque como concluye Padró, “en el periodo de lactancia surgen muchas dificultades, dudas y miedos; muchas se encuentran abandonadas y creen que si no amamantas eres una mala madre”.