Dormir no solo es un placer mundial, del cual disfrutan y priorizan millones de personas, sino que es una necesidad del organismo. Un buen descanso es crucial para el buen funcionamiento cognitivo, regular la frecuencia de respiración, mejorar la salud mental, cardiovascular, cerebrovascular y metabólica de las personas. Pero no solo eso, sino que las noches en las que descansamos, afrontamos el día con más energía y con mucho más ánimo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el bienestar completo se alcanza siguiendo una dieta equilibrada, haciendo ejercicio físico y, sobre todo, disfrutando de un sueño reparador. La falta de un buen descanso y con una cantidad adecuada repercute directamente sobre el bienestar de una persona. Y a pesar de que todos sus beneficios sean universales, no todo el mundo contempla descansar como algo fundamental.
Hay quienes no disfrutan la llegada de la noche, porque saben que cuando se tumben en la cama lo único que van a ver es el paso de las horas. Según la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (FIJE), España es el país del mundo que más medicamentos consume para dormir y como explican los expertos, la calidad del sueño y las horas dedicadas a él se han visto comprometidas en las últimas décadas por ciertos cambios sociales, que están alterando nuestros ritmos biológicos y poniendo en riesgo nuestra salud.
Ya no solo el paso de los años interfiere directamente con nuestra dificultad de descanso, sino que ciertos avances y tecnologías han perjudicado al descanso de millones de personas. Lo que parecía que llegaba únicamente para ofrecer beneficios y ventajas, ha terminado por convertirse en una amenaza y obstáculo en nuestra salud. Los expertos lo diferencian como insomnio tecnológico, y lo definen como el trastorno del sueño que ocurre vinculado al uso de tecnología, sobre todo móviles, con pantallas.
Estamos constantemente procesando información, que se añade a toda la que nuestro cerebro ya tiene almacenada antes de mirar la pantalla. Las preocupaciones por el trabajo, los estudios, la salud, nuestro estado económico o la familia pueden mantener la mente activa durante la noche, lo que dificulta el sueño o incluso lo imposibilita.
En este punto, quienes no descansan se vuelven locos buscando la solución para poder dormir, al menos, unas horas sin usar medicamentos. Escuchar música, leer un libro o ver vídeos relajantes se cuelan como las mejores opciones para muchos; sin embargo, todas ellas solo consiguen lo que queremos evitar: que nuestra mente descanse. Una de las formas para conseguirlo es la autohipnosis.
Qué es la autohipnosis
Cuando pensamos en la hipnosis, es habitual que lo primero que se nos venga a la cabeza son imágenes como las de un mago y varios voluntarios, quienes se ven sometidos a todo lo que el experto quiere que hagan. Pero lo cierto es que va más allá, ya que la hipnosis de tipo clínico se utiliza desde hace ya muchos años para poder afrontar problemas de carácter psicológico, dejar de fumar o bajar de peso, entre otros.
Sin la necesidad de acudir a expertos, la autohipnosis se ha colocado como la solución que podemos realizar nosotros mismos. Aunque ambos conceptos suenen a lo mismo, se emplean para cosas totalmente diferentes. En la hipnosis, las diferentes sesiones (por lo general) son dirigidas por profesionales de la psicología y están destinadas a resolver casos concretos, por ejemplo, una fobia a los insectos o montar en avión.
Sin embargo, la autohipnosis tiene un foco más genérico. La podemos realizar desde casa, sin la ayuda de un profesional y no es necesario padecer un tipo de trastorno o patología. Cuando ejecutamos, estamos favoreciendo nuestra toma de decisiones, resolución de problemas, mejora de la memoria y concentración y, además, podremos reducir el tedioso insomnio.
La autohipnosis consiste en un estado de relajación profundo, en el que accedemos al subconsciente y buscamos modificar patrones de pensamiento que nos perjudican. La información que tenemos almacenada en el subconsciente, y a la cual no podemos acceder fácilmente, suele contener miedos profundos, deseos reprimidos y experiencias traumáticas que, incluso de manera consciente, no nos gustaría recordar. Si accedemos a ella, podemos reprogramarla con nuevas actitudes o ideas.
Son múltiples los estudios científicos que se han realizado sobre la hipnosis que han demostrado mejoras significantes a nivel físico y psicológico. Uno de estos estudios lo realizó el Dr. F. Luskin (2002), en el cual se demostró que la práctica regular de autohipnosis contribuía significativamente a disminuir el nivel de estrés, bajar el nivel de depresión e incluso, mejorar la condición física.
El estrés se considera uno de los principales motivos por los que no descansamos bien por las noches. Pensamos en todas esas cosas que nos preocupan y perturban, que consiguen que las horas pasen y nuestra mente no pare de reproducción información. Según el estudio del experto, los sujetos que realizaron la autohipnosis redujeron sus niveles de ansiedad de un 33% a un 5%. Además, se rebajaron los síntomas del estrés, como las palpitaciones, dolores o fatiga mental.
Cómo realizar la autohipnosis
Todos podemos realizar la autohipnosis en casa y conseguir disminuir nuestros niveles de insomnio, así como obtener diferentes beneficios. Este proceso consta de cuatro fases, preparación, inducción, sugestión y salida. En todas ellas vamos a necesitar concentración y focalización en nuestro objetivo. La psicóloga Alejandra Vallejo-Nágera ha explicado al medio Welife en qué consiste cada una de las etapas.
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Preparación: En la primera fase vamos a preparar a nuestro cuerpo a la autohipnosis. Debemos elegir un lugar cómodo, con un ambiente tranquilo y sin distracciones. Una vez conseguido, lo fundamental es concentrarnos en lo que queremos lograr con la práctica y tenemos que tener claro el mensaje que queremos transmitir al subconsciente, de forma positiva, clara y precisa.
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Inducción: Para facilitar el acceso al subconsciente, tenemos que concentrarnos en un solo estímulo y dejar de lado los demás pensamientos. Lo que se traduce en relajar el cuerpo y la mente para entrar en ese estado de trance que caracteriza a la hipnosis. El medio citado explica que, Horacio Ruiz, presidente de la Asociación Española de Hipnosis Clásica y Ericksoniana, propone imaginar el número 100 e ir descontando mentalmente de dos en dos hasta el 0, porque contar hacia atrás se asocia con relajarse.
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Sugestión: En esta fase vamos a enviar el mensaje al subconsciente, por lo que lo mejor es repetirlo en voz alta o mentalmente, recreando escenas, sensaciones o emociones relacionadas con el objetivo. Lo importante es que la sugestión sea afirmativa y positiva.
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Salida: Para terminar, debemos salir del estado de forma segura, podemos usar una cuenta atrás, una palabra clave, un sonido o una señal que indique el final de la sesión.