El azúcar, la sacarina o la estevia están aceptados en nuestro día a día, tanto es así que en cualquier bar de España al pedir un café te traerán directamente los azucarillos junto con la sacarina.
Todo el mundo sabe que el azúcar produce grandes daños en nuestra salud. Pero, ¿qué pasa con los edulcorantes? ¿Por qué están tan aceptados? ¿Cuáles deberíamos consumir y cuáles erradicar por completo de nuestra vida? Respondo estas preguntas y algunas más.
En primer lugar, me gustaría comentar una obviedad que, al igual que el sentido común, es el menos común de los sentidos, quizás no es tan obvio y no te has parado a cuestionarlo. Los edulcorantes tapan sabores, los enmascaran, los transforman.
¿Por qué comemos cosas enmascarando su sabor? ¿Por qué comes alimentos que no te gustan y aun así insistes en ingerirlos?
Dicho esto, empecemos con los edulcorantes.
¿Son todos iguales?
Los edulcorantes son aditivos alimentarios (sustancias que agregamos a la comida) para hacerla más dulce. A grandes rasgos podemos clasificarlos en calóricos y acalóricos y en naturales y artificiales.
Como siempre, todo lo que sea natural nos interesará más por el simple hecho de que nuestro cuerpo está preparado para ello.
Igual que nuestro organismo no está diseñado para comer pastillas de proteína y sí huevos cocidos, pasa que recibimos y digerimos mejor los edulcorantes naturales.
Los edulcorantes naturales son aquellos que proceden de una planta: caña de azúcar, remolacha y estevia son las más típicas.
Pero la industria se ha encargado de ir transformándolos para conseguir que estos edulcorantes naturales cada vez duren más en el lineal del supermercado y nos produzcan más satisfacción.
Por otro lado, los edulcorantes químicos siempre producirán inflamación en nuestro organismo. Sacarina (aspartamo), xilitol o maltitol son indigestos, dificultan nuestra digestión y producen (muchos) gases.
¿No engordan los edulcorantes?
En los años 90 se produjo un boom de los productos light, donde compramos la idea (absurda) de que podíamos seguir bebiendo y comiendo los mismos productos, pero con menos calorías y que así conseguiríamos que no nos engordasen.
Pero no fue hasta el 2006 que se reguló el uso de la palabra light, donde se estableció que para utilizar este término el producto tenía que tener un 30% menos de calorías con respecto al original.
Pero ojo, que no te den light por sano.
En la mayoría de casos (mayoría es un eufemismo, porque es siempre) la utilización de esta palabra implica que, efectivamente, tienen menos calorías, pero no que sean mejores. En lugar de los edulcorantes calóricos, se utilizan otros acalóricos pero igual de nocivos para el cuerpo.
Además, estudios han demostrado como aunque el edulcorante no tenga calorías, nuestro páncreas e intestino tienen receptores para el sabor dulce. O sea, que aunque sea acalórico, activa los mismos sistemas que el azúcar, ¡y hace que produzcamos más grasa!
Entonces, ¿qué edulcorante uso?
Empezando por el principio, que conste en acta que lo ideal sería no emplear ningún edulcorante, por aquello de no tapar sabores, practicar una alimentación más consciente y darle a nuestro cuerpo aquello para lo que está diseñado.
Pero he elaborado un listado de algunos edulcorantes (los más conocidos) y los he puntuado con cómo de 'buenos' (sabiendo que ninguno lo es) son para nuestra salud.
Sacarina. 0/10
Sin duda de los peores edulcorantes que podemos encontrar y lamentablemente de los más utilizados. Estudios reflejan como el consumo de este edulcorante aumenta la probabilidad de desarrollar células cancerosas. Debería salir de tu vida si es que la sigues consumiendo.
Azúcar blanco o moreno. 3/10
El azúcar moreno es un azúcar blanco menos refinado. Mismo origen, pero la máquina se ha parado un poco antes. Esto hace que haya un pequeño matiz en el moreno y conserve alguna vitamina perdida y que tenga un poco más de sabor. Entre tú y yo, son chorradas para venderte azúcar en otro formato: las calorías y el daño son los mismos.
Panela. 5/10
La panela es al azúcar moreno lo que el moreno al blanco. Es un azúcar que procede de la caña y que está menos refinado que el azúcar moreno. Esto no implica que sea “sano”, solo que está menos procesado y, por lo tanto, conserva propiedades de la planta original como algunas vitaminas y minerales.
Miel. 7/10
Aunque es un edulcorante altamente calórico, me gusta porque es de origen natural. Una buena miel, cero refinada (de las que son duras en el bote) puede suavizar nuestra garganta y agregar ese toque dulce de forma ocasional. Ojo, que sea natural, no significa que sea sano para nuestra salud, pero sin duda nuestro cuerpo podrá digerirlo mejor. Atención: engorda igual.
Estevia. 10/10
Es la opción que más me gusta por aquello de que es fácil conseguir una estevia cero procesada, y con una pequeñísima cantidad conseguiremos endulzar nuestro café. Lo ideal es utilizar la planta disecada y en polvo, la puedes comprar en herbolarios u online.
Saber disfrutar
Mi opinión como profesional de la nutrición es que tomar de vez en cuando un dulce no es lo nocivo; lo malo de verdad es habituarnos a consumir alimentos artificialmente dulces en nuestro día a día que nos están dañando por dentro y por fuera.
No entiendo las alternativas healthy a la repostería clásica como algo verdaderamente saludable, sino como una forma de autoengañarse para comer algo que nos gusta mucho.
Desde mi punto de vista hay que saber disfrutar de vez en cuando de un buen postre que, aunque no sea lo mejor para tus digestiones ni para tu peso, sí puede proporcionarnos un momento de mucha satisfacción.