La tiroides es una glándula en forma de mariposa que se localiza en la parte anterior del cuello y que produce unas hormonas que llegan a través del torrente sanguíneo a todo el organismo para su correcto funcionamiento.
Estas hormonas están involucradas en el crecimiento, en el mantenimiento de la mayor parte de las funciones del organismo y en la regulación del metabolismo.
Hablamos desde magasIN con el doctor Rafael Palomares, jefe de servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Quirónsalud Córdoba.
[¿Cuáles son los síntomas más comunes de la enfermedad de la tiroides en mujeres?]
¿A quiénes les afectan más las alteraciones de tiroides y por qué se suelen producir estas alteraciones?
Se estima que las alteraciones o enfermedades del tiroides afectan al 10% de la población española y hasta un 25-50% de las personas que sufren sus síntomas no están diagnosticadas.
Aunque, en general, pueden afectar a todas las edades y sexo, son más frecuentes en las mujeres, sobre todo en las mayores de 50 años y embarazadas, y aquellas con antecedentes familiares de trastornos tiroideos.
Existen múltiples causas que pueden contribuir al desarrollo de las diferentes patologías del tiroides. Algunas son congénitas y otras adquiridas, y pueden contribuir muchos factores como son el déficit o exceso de algunos nutrientes, la toma de algunos medicamentos, la cirugía o radiación sobre la tiroides, infecciones, enfermedades autoinmunes, etc.
¿Qué tipo de alteraciones son las más comunes?
Las enfermedades del tiroides son bastante frecuentes y pueden causar una amplia gama de problemas relacionados tanto con la función como con la morfología de la glándula tiroides.
De las alteraciones de la función, las más frecuentes son el hipotiroidismo (déficit de producción de hormonas) e hipertiroidismo (exceso de producción). También la tiroides puede verse afectado por la presencia de bocio (aumento de su tamaño), tumoraciones o nódulos benignos, que son muy comunes, y las tumoraciones malignas o cáncer de tiroides, que suelen ser asintomáticos y mucho menos frecuente que los nódulos benignos.
¿Cómo se puede saber si alguien lo padece?
Las alteraciones de la función, una vez que se sospechan por la presencia de sus síntomas, se confirman mediante análisis de sangre en el laboratorio, que incluyen la cantidad de hormonas que produce la tiroides y otras pruebas autoinmunes que pueden ayudar a saber el origen o la causa de la enfermedad.
Para las alteraciones de la morfología del tiroides, se utilizan otras pruebas diagnósticas radiológicas, siendo la más útil la ecografía tiroidea. También, la gammagrafía tiroidea sirve para el diagnóstico y seguimiento de otras enfermedades de la glándula.
¿Cuáles son las soluciones ante los cuadros de alteraciones tiroideas?
En general, cuando existe un trastorno de la función, se utilizan fármacos que aumentan la cantidad de hormona tiroidea en el caso del hipotiroidismo, o bien que bloquean su síntesis en el caso del hipertiroidismo.
Otras veces, es necesaria la extirpación de la glándula o el tratamiento con yodo radiactivo para algunos casos de hipertiroidismo y para el cáncer de tiroides. En general, los nódulos tiroideos benignos no requieren de cirugía, pero sí vigilar los posibles cambios en su tamaño o características mediante la ecografía tiroidea.
¿Por qué se produce con tanta frecuencia en mujeres embarazadas?
Durante la gestación, existe una importante sobrecarga de trabajo para la tiroides al necesitar aumentar su producción alrededor de un 50%. Además, en el embarazo se producen unos cambios normales en la función tiroidea debido a la influencia fundamentalmente de dos hormonas como son la gonadotropina coriónica de la placenta y los estrógenos.
Es por esto, por lo que hasta un 25% de las mujeres pueden presentar alguna alteración en el funcionamiento del tiroides, y por lo que se recomienda valorar su función en todas las embarazadas en el primer trimestre.
Si no se detecta y no se regula, ¿qué puede suceder?
La mayoría de las veces, las alteraciones de la función tiroidea que aparecen durante el embarazo, son detectadas mediante los síntomas que presenta la mujer, o en los casos asintomáticos, mediante las analíticas rutinarias solicitadas en su seguimiento.
Lo más frecuente es que dichas alteraciones se regulen de forma adecuada con el tratamiento farmacológico correspondiente según la enfermedad de la que se trate, y requerirá del seguimiento especializado con el endocrinólogo.
En situaciones en las que no se detecte, o que se realice un tratamiento inadecuado, pueden surgir problemas tanto maternos como para el feto, como por ejemplo, aumento del riesgo de aborto o parto prematuro, preeclampsia, anomalías de la placenta, alteraciones del crecimiento y desarrollo psicomotriz del feto, etc.
¿Es importante la alimentación, además del tratamiento para regular el hipo y el híper? ¿Qué se debe comer o qué en más cantidad?
En general, aunque abunden las afirmaciones acerca de que las dietas mejoran la función tiroidea, lo más importante para regular el hipo o el hipertiroidismo es realizar una dieta saludable y equilibrada, y el tratamiento farmacológico correspondiente.
En nuestro medio, podemos decir que la dieta, salvo excepciones extremas y situaciones como el embarazo y la lactancia, en los que se requieren una suplementación extra de yodo, tiene poca repercusión en la función del tiroides. Excepcionalmente, sabemos que el uso o abuso de productos de herbolario o algunos suplementos de algas, podrían causar o descompensar problemas tiroideos.
** Doctor Rafael Palomares, jefe de servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Quirónsalud Córdoba