Arrojo es lo que le sobra a Elisabeth Arrojo, la oncóloga cum laude que le planta cara al cáncer usando el calor como herramienta y que abandera la lucha contra esta enfermedad, con innovación y coraje. En su particular guerra contra este mal imparable que nos sigue erizando la piel solo con mentarlo, su arma es este mantra: “Lo imposible es aquello que no intentas”.
Es evidente, al conocerla a ella y su obra, que su apellido le va como un guante; sin embargo, se queda corto si hablamos de los premios y reconocimientos que atesora a sus apenas 40 años (Avilés, Asturias 1983). Colecciona tantos que no hay alcayatas ni pared en su casa que los sostenga.
Su físico, amable, tranquilo y con larga melena pelirroja de princesa Disney, no te avanza que, por debajo de esa apariencia dulce, está el arrojo de una de las médicas con más proyección de futuro de nuestro país. Una leona con una carrera a sus espaldas que ella solita ha transformado en un maratón a favor del entusiasmo, la solidaridad y, por supuesto, la ciencia probada en la lucha contra el cáncer. Su meta: la cura de esa enfermedad o su cronificación.
Elisabeth, en ti todas las cifras son de escándalo. Por saltarte las barreras de lo común tienes hasta 1,77 hijos más que la media de las españolas. Así que necesitamos que nos cuentes cuál es tu secreto para que te cunda tanto el tiempo y la vida y cuál es tu misión.
Sí, jajaja. Tengo tres hijos, de 8, 6 y 2 años. Me cunde la vida porque soy muy inquieta y me implico mucho en todo lo que hago. De hecho, me especialicé en Oncología radioterápica porque supone un reto el luchar contra las células malignas y su capacidad de mutación y resistencia. Y es al mismo tiempo una especialidad en la que compartes con los pacientes y sus familias momentos extremadamente vulnerables, que te aportan mucho en lo personal, te ayudan a ver la grandeza del ser humano, y profesionalmente te hacen implicarte con mucha pasión.
Sabemos que para 2040 habrá un 60% más de casos de cáncer. Pero Elisabeth ¿tú crees que el cáncer tiene cura?
La incidencia efectivamente está aumentando de forma exponencial. El cáncer actualmente se cura en aproximadamente un 50% de los casos. Evidentemente, estamos aún lejos de unos resultados óptimos, pero lo que sí es cierto, es que los casos que no se curan, cada vez hemos conseguido cronificarlos durante más tiempo… Creo que en eso se convertirá el cáncer: en una enfermedad curable en ocasiones, y “cronificable” en otras. Una enfermedad en la que en la gran mayoría de los casos podamos como mínimo convivir con ella con una calidad de vida aceptable.
Estando en lo mejor de tu carrera como coordinadora de investigación de uno de los principales centros oncológicos estadounidense, el 21st Century Oncology, decides volverte a España en 2017 con una mano delante y otra detrás. ¿Por qué?
En 2014, me fui a EE. UU. con una oportunidad profesional maravillosa. Había liderado una técnica pionera para tratar el cáncer de mama con una única sesión de radioterapia, en lugar de las 6-7 semanas de tratamiento convencionales. Esto me había abierto la puerta a la cima de la medicina en EE. UU.. Un sueño hecho realidad… Pero en diciembre de 2015 a mi madre le diagnostican un melanoma, un tipo de cáncer de piel muy agresivo.
Hubo una cirugía, muchas pruebas, muchos nervios… De pronto, viví por primera vez la desagradable sensación de lo que podía suponer perder a mi madre que en aquel momento tenía tan sólo 55 años. Después de esta cirugía, yo volví a EE. UU. con la idea de seguir allí mi vida, pero cada vez se me hacía más cuesta arriba. Pensé que, de alguna manera, yo en España lograría seguir avanzando en el mundo oncológico y en 2017 y después de muchas dudas, decido volver a España sin trabajo, pero con mi familia que era la prioridad.
Abro una consulta privada en Asturias, que es donde reside mi familia, y empiezo a defenderme profesionalmente. Me voy a trabajar a Cantabria, pese a residir en Asturias, haciendo 400 km diarios en busca de esas oportunidades de investigación… Mi madre está bien, todo controlado, yo con mi familia. Pese a que ella estaba bien, estaba curada, no había tumor, nunca me arrepentí de volver…
Pero desafortunadamente a mediados de 2018 surgió la primera metástasis cerebral… Y al menos, yo estaba ahí. Y gracias a estar junto a ella, casi 5 años después de aquel momento durísimo, sigue conmigo.
Y 2 años después, montas en Madrid tu primer centro oncológico con una tecnología muy costosa y poco conocida en nuestro país ¿qué pretendías?
Cuando a mi madre le diagnostican la primera metástasis cerebral, el mundo se me vino abajo. Y entonces, todas aquellas ideas que yo tenía en la cabeza, de nuevos tratamientos, que quería que poco a poco fuésemos desarrollando a través del hospital en el que trabajaba, se convirtieron en una obligación inmediata.
Tenía que ponerlo en marcha ya y decido fundar INMOA (Instituto Médico de Oncología Avanzada) y casi de forma simultánea, y tras varios tratamientos de inmunoterapia que tuvieron una toxicidad muy importante, desestiman más tratamientos para mi madre, dándome como única opción esperar… Evidentemente, cuando uno tiene cáncer, para mí al menos, la opción de esperar con los brazos cruzados no es una opción salvo que sea una situación extrema.
Así, decidí tratarla con todo aquello que afortunadamente tenía en mi mano. Recibió cirugía, radiocirugía, hipertermia electromodulada (oncothermia)… Decían que como era una enfermedad diseminada, estos tratamientos no funcionarían, pues son locales… Pero no es así. Tanto el tratamiento de radioterapia como el de hipertermia tienen la capacidad de estimular el sistema inmune para producir efectos a nivel de todo el cuerpo (sistémicos) pese a ser tratamientos locales. Mi madre con múltiples lesiones a múltiples niveles, casi 4 años después de que “no hubiera opciones”, no solo está viva, sino que está estupendamente bien y libre de enfermedad.
Imagino que con ese baño de éxito la gente empezó a llamar a tu puerta, se te quedó pequeño el centro y por eso acabas de inaugurar el nuevo Centro INMOA con 8 plantas. Pero si es tan bueno ¿Por qué no está ya funcionando en todos los hospitales del planeta?
Es un hecho que el tratamiento está siendo un éxito y que no ha sido nada fácil llegar hasta aquí. Al principio, el escepticismo incluso de compañeros de profesión hacía todo muy difícil y además a mí personalmente me generaba mucho sufrimiento que desconfiasen de lo que yo proponía e incluso de mis intenciones…
INMOA era “pequeño” y los pacientes efectivamente preguntaban lo mismo que tú: ¿Y si esto es tan bueno, por qué no lo tienen los grandes centros oncológicos del país? Y es que a veces, las cosas surgen de personas “pequeñas”. La base del tratamiento de hipertermia se fundamenta en que los tumores desarrollan sus propios vasos sanguíneos para crecer. Pero estos vasos, son muy finos, se rompen fácil. Por eso, a veces uno de los signos de diagnóstico es una hemorragia…
Los tratamientos sistémicos (quimioterapia, inmunoterapia…) deben viajar por esos vasos sanguíneos para hacer su efecto, y les cuesta llegar. Además, la radioterapia, por ejemplo, necesita oxígeno para funcionar, y por esa mala vascularización, los tumores son pobres en oxígeno. Conocedores de esto, sabemos que, si calentamos un tumor, dilatamos los vasos sanguíneos de su interior y con ello facilitamos una mejor distribución de estos tratamientos oncológicos y por tanto una mayor eficacia. Además, la mayor oxigenación que se produce facilita la eficacia de la radioterapia.
Y algo muy importante y de lo que hemos sido conscientes más recientemente: al calentar el tumor, activamos las heat shock proteins, unas proteínas que las células malignas tienen en la superficie, y que las convierte en visibles a nuestro sistema inmune para que éste las elimine. Además, la oxigenación dentro del tumor disminuye el estímulo de éste para generar nuevos vasos sanguíneos que le ayuden a seguir creciendo.
Y este tratamiento tan poco conocido está aprobado por el Ministerio de Sanidad?
Sí, la hipertermia oncológica, no es un tratamiento alternativo. Es un tratamiento oncológico aprobado por el Ministerio de Sanidad y la Organización Médica Colegial. Existen ensayos clínicos de primer nivel que demuestran su eficacia en aumentar la supervivencia en determinados tipos de cáncer.
¿En qué tipos de cáncer da mejores resultados tu terapia y para cuáles no sirve?
El tratamiento está dirigido a tumores llamados sólidos, es decir, todo lo que no sean tumores hematológicos tipo leucemias. Es especialmente eficaz en aquellos tipos de tumor donde la vascularización es especialmente mala como los sarcomas, melanomas, tumores de páncreas, tumores con afectación abdominal, tumores cerebrales y pulmón, aunque existen más tipos de tumor en los que puede ayudar.
Siempre comenzamos los tratamientos nuevos por los tipos de cáncer de peor pronóstico, pero en casos como el cáncer de mama también tenemos resultados excepcionales. El tratamiento consigue aumentar la eficacia de la radio, quimioterapia y/o inmunoterapia, facilitando que por ejemplo un tumor inoperable al diagnóstico pueda convertirse en operable.
¿Duele el tratamiento?
La hipertermia oncológica, como decía, está aprobada por las autoridades sanitarias desde hace muchos años. El problema que había antes es que en esa intención de “calentar” las células malignas, se calentaba también el tejido sano, y los pacientes tenían problemas para tolerarlo ya que sentían excesivo calor. La hipertermia electromodulada, conocida como oncothermia en nuestro país y con la que nosotros trabajamos, tiene la ventaja de ser un tratamiento selectivo.
Es capaz de diferenciar las células malignas de las sanas, entre otras cosas por una cuestión de cargas eléctricas, y calentar sólo las células cancerígenas evitando así efectos secundarios para el paciente. La oncothermia es un tratamiento con una tolerancia excepcional. Es más, es muy frecuente que durante las sesiones el paciente se duerma.
¿Cuánto dura y cuánto cuesta?
El tiempo medio de cada sesión está entre 60 y 90 minutos. Es frecuente que los pacientes tengan que tratarse dos o tres veces por semana durante varias semanas (4 a 6 semanas habitualmente). Es un tratamiento que, dentro del mundo de las terapias oncológicas, está considerado como bastante económico en comparación con los otros tipos de terapias. El coste total de un tratamiento puede oscilar para un paciente con un caso de los más comunes entre 3.000 y 5.000 euros aproximadamente.
¿Lo cubre alguna sociedad médica? ¿Crees que en algún momento lo cubrirá la Sanidad pública?
En este momento sólo está disponible en la Sanidad Pública en España en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, en Santander, donde personalmente dirijo las investigaciones que se están llevando a cabo con esta tecnología. A nivel europeo existen varios centros públicos que cuentan con esta tecnología.
La hipertermia oncológica está no solo aprobada por el Ministerio de Sanidad, sino que está recogida por el Nomenclator que recoge todos los tratamientos oncológicos aprobados por la Organización Médica Colegial (OMC) de nuestro país, por lo que existen aseguradoras privadas que ya reembolsan o abonan directamente este tipo de tratamientos.
¿Con qué otras terapias es compatible la hipertermia electromodulada?
Puede ser compatible prácticamente con cualquier otro tratamiento oncológico. No se trata de una terapia alternativa, sino complementaria, que suma a la eficacia de otras terapias oncológicas para las que el paciente tenga indicación, como pueden ser la radioterapia, la quimio y/o la inmunoterapia entre otras.
¿Sabrías decirme el porcentaje de cura que has tenido?
En términos generales es difícil de cuantificar ya que es muy variable dependiendo del tipo de tumor. A nuestro centro, los pacientes que llegan tienen casos extremadamente avanzados con lesiones muy grandes y múltiples metástasis.
Son casos en muchas ocasiones incurables, pero en los que conseguimos aumentar de forma clara la supervivencia y mejorar la calidad de vida. En los estudios que se han hecho, de media como mínimo, en muchos casos se duplica la supervivencia. Hay casos como los sarcomas, donde se ha demostrado que añadir la hipertermia a la quimioterapia aumenta la supervivencia media 9 años.
¿Qué perfil de personas acuden a ti? ¿Y cuántos de ellos te ven como último recurso?
Las personas que acuden a nosotros son pacientes que tienen situaciones muy delicadas. Un 90% al menos tienen enfermedad metastásica y un 80% ya lleva previamente varios tratamientos fallidos. Siempre digo que mi trabajo en INMOA tiene mucha carga para mí a nivel psicológico y a nivel de dificultad en cuanto a los tratamientos, porque no vemos casos fáciles.
En el hospital público en el que trabajo, vemos pacientes con casos muy sencillos, unos moderados, otros más complejos… Pero en INMOA los pacientes que recibimos son un verdadero reto donde tenemos que esforzarnos al máximo por buscar alternativas terapéuticas a veces totalmente novedosas para tratar de conseguir el éxito. Lo bueno, es que con frecuencia conseguimos que las cosas mejoren y esto compensa con creces todo el esfuerzo intenso realizado.
¿Te rindes ante casos prácticamente de desahucio?
Nunca. No acepto un “no” por respuesta… Soy de las que piensa que, aunque tengas un 0,1% de posibilidades de que algo ocurra, si te toca, tienes el 100%. Creo que siempre con sentido común y preservando la calidad de vida de las personas, en lo referente a salud no podemos no intentar todo lo que potencialmente pueda funcionar. Durante mi carrera siempre he creído en esta filosofía.
Al principio era una manera de ver las cosas, pensando que estaba en lo cierto siguiendo esta manera de actuar. Ahora, y en base a los resultados conseguidos estoy plenamente convencida de que éste es el camino. Es maravilloso ver como esas opciones no tan estándar a veces, pasan de potencialmente eficaces a totalmente eficaces.
¿Qué opinan de tu terapia tus colegas médicos? ¿Cuántos baches te has encontrado en el camino?
Todas las personas que defendemos cosas aún poco conocidas, o novedosas sabemos desafortunadamente lo que es enfrentarnos el escepticismo, a veces incluso de forma muy dura de los que nos rodean… Me he llevado muchos disgustos pues duele pensar que alguien pueda siquiera imaginar que un médico, no busca lo mejor para sus pacientes, o que sus intenciones no son del todo claras.
Pero lo que más me ha molestado no ha sido el escepticismo, sino los comentarios frívolos basados en el desconocimiento… La medicina y la ciencia son mundos extremadamente amplios y en continua evolución. Resulta imposible estar al día de todo. A mí, cuando un paciente me dice que le han propuesto un tratamiento nuevo que yo desconozco, lo primero que hago es informarme y luego puedo hacer mi juicio de valor, pero desafortunadamente hay profesionales que ante lo que no conocen dicen: Eso no funciona…
Resulta llamativo que los tratamientos de hipertermia estén reconocidos con una evidencia tipo I (totalmente demostrada la eficacia) en distintos tipos de cáncer a nivel internacional y todavía haya profesionales que nieguen lo evidente… Recuerdo una paciente con un cáncer de mama, que acudió a su oncóloga de la sanidad pública después de una consulta conmigo y le comentó la indicación de hipertermia electromodulada (oncothermia) que yo le había hecho.
Su oncóloga le dijo que no estaba de acuerdo porque el tratamiento que yo le proponía no tenía ningún tipo de evidencia científica. La paciente me contó que lo que le hizo desconfiar de su oncóloga fue que justo antes de salir y después de haberle hecho este comentario, la oncóloga le preguntó: ¿cómo dice que se llama ese tratamiento que le han propuesto?
Tan mal no lo harás cuando tienes tantos premios que si tuviera que apuntarlos, se me dormiría la mano. Por citar tres o cuatro de los más recientes, has recibido el Premio “Oncóloga del año” durante dos años consecutivos 2020 y 2021, el Premio “Europeo de medicina en oncología 2022” y el Premio “Nacional de Investigación Isaac Peral 2022”. ¿Cuáles son los que más ilusión te han hecho?
La verdad es que con los primeros reconocimientos lo que más ilusión te hace es ver que no solo los pacientes, que es lo más importante, están valorando lo que estás aportando en este caso a sus vidas, sino que la sociedad en general, te haga ese “regalo” de reconocer el esfuerzo y dedicación intensa a avanzar en la curación del cáncer. Estos reconocimientos me han permitido contactar con científicos con proyectos maravillosos y establecer sinergias que a día de hoy nos llevan a propuestas de innovación presentes y futuras con un potencial impresionante y que estoy ansiosa por poder desarrollar a la mayor brevedad.
Siempre digo que, dentro de unos años, me gustaría escribir un libro hablando de la cara B de la moneda. Contando no los maravillosos reconocimientos de EE. UU., los premios, los éxitos… sino contando cómo ha sido mi vida personal y real durante este tiempo… Detrás de una foto con una cara sonriente y un vestido muy bonito hay mucha historia nada fácil en muchas ocasiones… Para saber lo que significa llegar a la meta, es bueno ponerse en los zapatos del corredor…
Si tuviera que describir algún reconocimiento como especialmente emocionante para mí, diría que fue cuando el pasado verano colocaron mi nombre a una plaza en mi municipio, Corvera de Asturias. Pasear por Molleda, mi pueblo, ver la plaza donde yo jugaba de pequeña y ver mi nombre allí, con todo el cariño de mis vecinos y los dirigentes de la zona, es un reconocimiento especialmente emotivo…
Creo que ahora que aflora la ternura, es el momento de que nos cuentes algo de tu vida personal, si te apetece.
Me crié, como te he comentado, en el pueblo asturiano de Molleda, rodeada de naturaleza y de la cercanía de esa convivencia que había antes en los pueblos en la que los vecinos eran familia. Yo creo que mi vocación de médico ya viene de aquel entonces. Me encantaba jugar a hacer “pócimas mágicas” con hojas que machacaba con piedras y convertía en supuestos remedios medicinales. Siempre digo que a mi hermano José Luis, le encantaba arreglar cosas y a mí arreglar personas…
Desde niña he sido una persona curiosa, con afición por lo desconocido, con ganas de recorrer caminos sin explorar para ver qué hay al final… Cuando estaba ya cerca del bachillerato, leí un libro llamado “Tensión” que narra la historia de Christian Barnard, cirujano cardiovascular que realizó el primer trasplante cardiaco. Ese libro, que además es una historia real, me resultó apasionante y, en aquel momento, decidí que lo que yo quería era enfrentarme al reto de curar lo incurable, al excepcional reto que supone la investigación y el mundo científico…
Y te hiciste médico. Y Elisabeth, ¿eres de esos médicos cercanos al paciente o de los que marcan distancia?
Creo que soy una persona muy cercana. Tiendo a empatizar mucho con las personas, no sólo dentro de mi ámbito profesional, sino también fuera… Con los años y en base además a todo lo que me ha tocado vivir, cuando veo a un paciente delante de mí, la conversación que establecemos creo que tiene un gran aporte de manera bidireccional. Quiero decir, yo aporto mi conocimiento, mi experiencia, pero de cada paciente yo aprendo muchísimo. La manera que tienen las personas de enfrentarse a situaciones límites en su vida es impresionante y el ser humano es maravilloso. Creo que ha habido consultas que han sido más terapéuticas para mí que para el paciente...
¿Y cuál ese proyecto altruista que creo que estás preparando para atender a la España Vaciada?
Desde que fundé INMOA en Madrid, veo pacientes de todas las partes de España, incluso de distintas partes del mundo. Esto me ha hecho darme cuenta de las grandes desigualdades que hay en nuestro país en lo referente a sanidad entre las comunidades. Existe una campaña de la AECC que dice que “Tu código postal importa más que tu código genético contra el cáncer”. Esto me parece algo muy injusto y quiero contribuir a ayudar.
Un tumor diagnosticado a tiempo tiene muchas más posibilidades de curarse que cuando se diagnostica muy avanzado. En las zonas conocidas como la “España vaciada”, el acceso a la sanidad es muy limitado, por lo que las personas que residen ahí solo consultan en casos extremos. Mi proyecto, y para esto necesitaré todo el apoyo que podamos conseguir, consiste en llevar a estas zonas unidades portátiles de diagnóstico radiológico y de laboratorio para hacer esos “screening” en esta población. Es una campaña totalmente altruista en la que necesitaremos la colaboración de todos...
También he oído que vas a crear el Primer Centro Nacional de Prevención del Cáncer. ¿Esa prevención irá más allá de lo que ya sabemos sobre alimentarnos bien (ha publicado el libro “Cocinando tu salud”, con prólogo de Paco Arango), dormir mejor, hacer deporte, no fumar y no beber?
Efectivamente, irá más allá. Todas estas cuestiones que mencionas son fundamentales. La mala alimentación, como ya he dicho, se relaciona con un 30% de las enfermedades oncológicas. Sabemos que hay alimentos que producen cáncer, como son los alimentos procesados. Por cada 50 g que comamos de forma diaria de carne procesada, aumentará de media nuestro riesgo de cáncer de colon en un 18%... Los azúcares añadidos. Se dice que el azúcar alimenta el cáncer, pero en realidad no es del todo así.
Los azúcares añadidos producen picos de insulina y es esta hormona la que estimula el crecimiento de las células malignas… Las frituras también debemos evitarlas. Por supuesto no debemos reutilizar el aceite de freír, pero incluso un aceite limpio, nuevo, con la temperatura que alcanza al freír, genera compuestos químicos que predisponen al cáncer… Debemos potenciar la bien conocida en España, como dieta mediterránea: frutas, verduras, proteínas saludables como el pescado azul, aceite de oliva virgen extra, grasas como el aguacate, frutos secos tan ricos en antioxidantes.
Debemos abordar esos factores “modificables” de nuestra vida que predisponen al cáncer pues debemos frenar este aumento exponencial en la incidencia… La falta de sueño genera problemas de ansiedad, depresión, obesidad, pérdida de masa muscular, que también se relacionan con el riesgo de cáncer. La falta de ejercicio físico, el consumo de sustancias no saludables… también aumentan el riesgo de cáncer. Pero hay otros grandes problemas a atajar.
Uno muy importante, por ejemplo, es el estrés. El sistema inmune es el que nos defiende de las enfermedades y entre ellas el cáncer, pero cuando estamos estresados, éste falla y entonces se produce un tumor…
Vale, vale, me has convencido, pero con lo perezosos que somos, ¿crees realmente que las personas sanas irán a tu Centro para prevenir el cáncer que puede que lleguen a desarrollar algún día?
Creo que sí, porque cada vez la gente está más preocupada con estas cuestiones. Estamos viendo a personas muy jóvenes con cáncer, que han hecho pública su situación y que están involucrando a miles de seguidores a acompañarles en esta difícil vivencia. Desafortunadamente el cáncer está cada vez más presente en nuestras vidas y cuando las cosas te empiezan a tocar de cerca es cuando realmente te preocupas. Tenemos que esforzarnos en seguir difundiendo que solo un 10% de los cánceres son hereditarios, y que el 90% se deben a factores muchos de los cuales nosotros podemos modificar.
¿Y qué opinas de la actitud ante el cáncer? ¿Te curas antes si eres optimista y positivo?
Creo que la actitud es fundamental. De hecho, ya hay estudios que hablan sobre esto. No hay nada que más me preocupe que cuando un paciente tira la toalla antes de empezar. Esos pacientes que vienen obligados al tratamiento por sus familiares, pero que están convencidos que a ellos no les va a funcionar. En esos casos, diría que el porcentaje de fracaso se aproxima al 100%.
El sistema inmune es clave en la prevención y tratamiento de enfermedades y nuestro sistema inmune tiene una relación muy directa con nuestras perspectivas y estados emocionales. Ofrecemos a los pacientes servicios de apoyo emocional para afrontar las situaciones que viven. Creo totalmente en el mindfulness para mejorar el pronóstico de nuestros pacientes, y lo que es muy importante, su calidad de vida.
Estas cuestiones, son muy poco abordadas aún en nuestra sociedad y creo que deberían ser incluso enseñadas en los colegios a los niños. Una salud nutricional, física y emocional y cómo aprender a gestionar nuestras emociones es esencial para estar sano y poder gozar la vida con felicidad.
Y por si te sobrara el tiempo, creo que vas a habilitar una planta de tu Centro para investigación. ¿Qué sorpresas crees que te puedes llevar, oncológicamente hablando?
Creo que lo que hemos conseguido no es nada en comparación con lo que seremos capaces de conseguir. Hace unas semanas tuve una reunión de la Fundación Europea de Investigación en Inmuno-oncología IOZK de la que soy miembro del comité científico y de la que forman parte algunos de los científicos más prestigiosos del mundo. Fue una “tormenta de ideas” que han traído a mi cabeza grandes proyectos de tratamientos que estoy plenamente convencida que van a suponer un antes y un después al mundo oncológico.
¿Y crees que tu popularidad avanza también por la cantidad de personajes públicos que atiendes?
Hemos tratado y tratamos en nuestro centro pacientes que son personajes públicos o personajes públicos que acuden con sus familiares y/o amigos. Gente muy relevante y conocida a nivel nacional e incluso internacional, pero en todos los casos lo hacemos con gran discreción evidentemente ya que es nuestra obligación no sólo legal sino también moral.
Sin embargo, algunos de ellos han compartido públicamente su experiencia, como familiares de María Teresa Campos, actrices como Cristina Medina, algunos presentadores de Televisión, personas muy conocidas en el mundo del fútbol, grandes empresarios de nuestro país…
Vamos que al final vas a ser conocida popularmente como la doctora Milagro.
La verdad es que esa definición sobre mí ha salido ya a la luz en algunas ocasiones y a mí me ha dejado impactada, emocionada, abrumada y pensativa. No tengo una vida personal ni profesional fácil.
Nos pasa hoy en día a todos, y más cuando compaginas mucha dedicación a tu profesión con el cuidado de 3 niños pequeños como es mi caso, pero cuando alguien dice algo así, y te paras a pensar, cualquier esfuerzo y sacrificio merece la pena... Sí creo que hemos conseguido milagros, pero no los he conseguido yo sola. Los primeros que los han hecho posibles han sido los pacientes con su tesón y confianza…
Teniendo en cuenta que tu lema es “Lo imposible es aquello que no intentas”, ¿hasta dónde está dispuesta a llegar “la doctora del calor”, no solo terapéutico sino también humano?
Yo me muevo por mi conciencia y por mis pacientes y en ese camino no veo límites. Es más, diría que los pocos que tenía los he perdido porque el hecho de haber intentado lo imposible muchas veces y haberlo conseguido me ha quitado el freno. Para mí el avanzar en la curación del cáncer es un estímulo que genera casi adicción.