Sentirse ansioso de vez en cuando y tener ansiedad son dos cosas muy diferentes: la primera constituye preocupaciones normales del día a día, mientras que la segunda comienza con un pensamiento o sentimiento que te obsesiona y te lleva a la madriguera de la ansiedad, a veces junto con síntomas físicos como el corazón acelerado o la sudoración excesiva.
La prevalencia de la depresión en mujeres duplica a la de hombres (7,1% frente a 3,5%), y en los cuadros de depresión grave la diferencia es aún mayor: por cada caso grave en hombres hay 3,5 en mujeres, según la Encuesta europea de salud, cuyos datos difundió el Instituto Nacional de Estadística (INE)
Para poder reconocerla es importante saber lo que es realmente la ansiedad y sus síntomas. Estos síntomas pueden interferir con las actividades diarias, como el desempeño laboral, el trabajo escolar y las relaciones personales. Existen diferentes tipos de trastornos de ansiedad, desde el trastorno de ansiedad generalizada, al trastorno de pánico, el trastorno de ansiedad social y otros trastornos relacionados con fobias.
[Técnicas para controlar un ataque de ansiedad y aprender a relajarse]
Síntomas físicos del trastorno de ansiedad
Sufrir trastorno de ansiedad generalizada no es lo mismo que preocuparse de vez en cuando por cosas o experimentar ansiedad debido a eventos vitales estresantes. El trastorno por ansiedad supone que estos síntomas se manifiesten durante largos periodos de tiempo que pueden ser meses o años.
Las reacciones corporales son una de las formas de reconocer si tenemos o no ansiedad. Algunos de los síntomas más comunes:
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Sentirse inquieta o nerviosa
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Sentirse cansada
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Dificultad para concentrarse
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Estar irritable
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Tener dolores de cabeza, dolores musculares, dolores de estómago o dolores inexplicables
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Dificultad para controlar los sentimientos de preocupación
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Problemas para dormir
Otros síntomas de la ansiedad
Las personas que viven con ansiedad, además, experimentan otros tipos de sensaciones que puede interferir con la vida diaria, como por ejemplo:
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Preocupación en exceso: En los trastornos de ansiedad suele experimentarse una preocupación desproporcionada sobre los eventos que la están desembocando. Para que esta sea tenida en cuenta en un caso de trastorno de ansiedad, la preocupación debería estar presente en la mayoría de los días y ser difícil de controlar para la persona que la padece.
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Agitación: Con la ansiedad, parte de nuestro sistema nervioso simpático se potencia lo cual desemboca una serie de efectos en el cuerpo como: pulso acelerado, palmas sudorosas, temblores, boca seca…
Se trata de un sistema de defensa del cuerpo que se pone en funcionamiento por esa supuesta amenaza en forma de ansiedad que está percibiendo y que hace que se desvíe la sangre del sistema digestivo hacia los músculos por si necesitáramos correr o pelear contra esa amenaza. Esto se traduce en un nivel alto de agitación.
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Sensación de cansancio o fatiga: Fatigarse es otro de los síntomas comunes en los casos de ansiedad generalizada y esta puede tratarse de una fatiga provocada tras un ataque de ansiedad o bien de una fatiga crónica. Aún así, no está claro si ese cansancio puede estar asociado al insomnio y la tensión muscular o a los efectos hormonales de la ansiedad crónica.
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Falta de concentración: Otro de los síntomas que a menudo se relaciona con la ansiedad, es la dificultad para concentrarse, sobre todo en el caso de niños y adolescentes. Algo que podría estar relacionado con que según algunos estudios la ansiedad puede interrumpir la memoria funcional, la cual se encarga de retener información a corto plazo.
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Dificultad para dormir: Los trastornos de sueño también se relacionan con los de ansiedad, hasta el punto de que algunos estudios sugieren que sufrir insomnio en la infancia puede estar relacionado con el desarrollo de ansiedad en la edad adulta. Lo que no está del todo claro, es si el insomnio contribuye a la ansiedad o si a la inversa, es la ansiedad la responsable del insomnio.
Cómo controlar la ansiedad
Es importante que recurras a un experto médico si crees que estás sufriendo trastorno por ansiedad. Además, puedes combinar esa ayuda con un estilo de vida y hábitos que colaboren a tener bajo control esa ansiedad.
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Reducir la cafeína: Tanto la cafeína como el té, son bebidas que estimulan el sistema nervioso y que pueden llegar a acentuar los síntomas de la ansiedad. Esta es una de las principales razones por las que deberías reducir su consumo.
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Dieta saludable y ejercicio: Además de garantizar una buena salud, comer bien y hacer ejercicio ayuda a reducir esa sensación de estrés y mejora nuestro ánimo gracias a la liberación de sustancias como: la dopamina, la serotonina o la endorfina, entre otras
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Date tiempo para descansar: Tan importante es mantenerse activo como saber cuando llega el momento de descansar el cuerpo y la mente o directamente de dormir. Mantenerte descansado te ayudará a dejar atrás la ansiedad.
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Meditación: Hoy en día, existen diferentes programas de meditación adaptados. A través de ellos y ayudándote del control de la respiración o la relajación, podrás llegar a relajar el cuerpo a un nivel físico y la mente, controlando el pensamiento. Se trata de una práctica que llevada a cabo de manera constante, puede llegar a ser muy eficaz para reducir la ansiedad.