Al igual que sucede en la actualidad con algunos síndromes como el de Hikikomori o el síndrome de la impostora, el término de indefensión aprendida, también denominado por los expertos como síndrome de la impotencia aprendida, está siendo cada vez más empleado en el ámbito de la psicología.
Un concepto directamente relacionado con el hecho de que cada vez son más las personas que deciden comportarse de forma pasiva ante diferentes tipos de problemas y siempre sin plantearse hacer nada para cambiar esa situación.
Pero ¿qué es exactamente la indefensión aprendida, de dónde surge y cómo se puede identificar? A continuación te contamos más sobre este fenómeno y cómo puede influir en el día a día.
[La indefensión aprendida: cómo afecta a la mente no tener esperanza]
¿Qué es?
El término indefensión aprendida es empleado en psicología para hacer referencia a aquellos sujetos que han “aprendido” a comportarse de manera pasiva ante diferentes problemas, ante los que son incapaces de enfrentarse o de hacer nada para cambiar su situación y a pesar de que existen oportunidades de poder cambiar esa situación adversa.
Es una manera de evitar enfrentarse a situaciones desagradables, por la que también renuncia a dejar atrás esos problemas y a la consecuente recompensa positiva de ello, por lo que la persona finalmente acaba desarrollando pasividad ante este tipo de situaciones.
¿Cómo se descubrió?
Pero ¿de dónde nace este término y quién lo descubre? Martin Seligman y Overmairer fueron los primeros investigadores que mencionaron este término para intentar dar respuesta a por qué un animal o una persona, que constantemente sufría condiciones adversas y dolorosas de forma habitual, decidía no hacer nada para cambiar esa situación.
Una investigación que llevaron a cabo primeramente con perros y después con humanos. En el caso de las personas, estas fueron sometidas a altos niveles de ruido en diferentes situaciones adversas de las que no podían escapar, por lo que aprendieron inevitablemente a escuchar ese ensordecedor ruido y a no hacer nada para evitarlo.
Un experimento con el que estos expertos demostraron que sentir que no hay nada que pueda hacerse también se aprende y que incluso llega a trasladarse a situaciones que, por el contrario, sí podrían cambiarse, pero que estas personas deciden no enfrentar o modificar.
Un término que, por lo tanto, también puede aplicarse a nuestro entorno social y cultural en muchos ámbitos diferentes, pero no a una situación específica ni a una misma forma de vivir esa situación.
¿La razón? Cada individuo puede vivir una misma situación de manera totalmente diferente al resto, en función de su propia interpretación y percepción, pudiendo, por lo tanto, afrontarla de manera totalmente diferente en cada caso.
Cómo identificarla
Las personas que experimentan la indefensión aprendida acaban desarrollando una serie de síntomas que suelen integrarse en la propia personalidad del individuo.
Síntomas como la ansiedad ante esa situación negativa, bajos niveles de motivación y autoestima con pensamientos a menudo autodepreciativos, pasividad y bloqueo, síntomas depresivos... Estos son solo algunos de los más comunes.
A menudo, las personas que lo sufren suelen sentirse víctimas, se menosprecian y llegan a sentir que su situación es causa del destino y que no se puede hacer nada para cambiarla.
Por lo que, como consecuencia, la persona acaba sufriendo un grave problema de autoestima y de falta de motivación extrema, que en ocasiones puede acabar derivando en casos de depresión y de ansiedad.
Precisamente por ello, es fundamental detectar este problema lo antes posible y su sintomatología para poder acudir a un psicólogo especialista y para que la persona que lo sufre pueda entender que todavía está a tiempo de volver a conseguir el control de su vida y de empezar a ver las soluciones.
Terapia cognitivo-conductual
Para conseguirlo, una de las terapias más empleadas es la terapia cognitivo-conductual, en la que el psicólogo ayuda al paciente a volver a estructurar sus pensamientos y emociones, al igual que las conductas aprendidas que le impiden dejar a un lado esas situaciones adversas que ha preferido afrontar de forma pasiva.
Un síndrome de la indefensión aprendida que lamentablemente en la actualidad se puede ver reflejado en muchas situaciones de bullying, de violencia familiar e incluso en otras situaciones más cotidianas, pero que es posible afrontar con apoyo, visualizando las expectativas positivas que ese cambio de visión podrían tener sobre tu futuro y volviendo a ser consciente de que uno mismo siempre tiene la capacidad de enfrentar aquellas situaciones que le disgustan y de tomar las riendas de su propia vida para salir de la pasividad y luchar por su propia salud mental.