El Parlamento español dió el pasado martes el primer paso para legalizar el uso medicinal del cannabis para ciertas dolencias como las oncológicas, la que afecta al útero (endometriosis), del sistema nervioso (neuropáticas), por eclerosis múltiple, algunas formas de epilepsia, y por náuseas y vómitos derivados de la quimioterapia.
Ana María González-Pinto Arrillaga, presidenta de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental y catedrática de Psiquiatría y jefa de servicio en el Hospital Universitario de Álava, ha dedicado parte de su vida a la investigación del trastorno bipolar, a los primeros episodios psicóticos y al cannabis, y asegura que “un 10% de las psicosis que se producen, las ha inducido el consumo de cannabis, una cantidad nada despreciable, y necesitamos difundirlo para poder actuar”.
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PREGUNTA: ¿Cómo afecta el consumo de cannabis al cerebro?
RESPUESTA: Al consumo de cannabis le debemos un efecto agudo y un efecto más a largo plazo. En el efecto agudo se produce cierta desinhibición y algunos problemas cognitivos, que es lo que hace que determinados chicos que consuman tengan más dificultades para el rendimiento escolar. Y se acompaña también de una sensación de bienestar, por eso se produce la dependencia.
Pero a los especialistas lo que más nos preocupa es el efecto a largo plazo en un grupo de personas muy vulnerables. Este grupo son los menores de edad, los que tienen menos de 18 años, que son los que tienen mayor riesgo y van a desencadenar psicosis.
Y además, se ha cuantificado. Aproximadamente un 10% de las psicosis las ha inducido el consumo de cannabis. De cara a la prevención nos interesa difundirlo y es importante conocerlo, porque aquí se puede actuar.
Pero se está debatiendo el uso de esta sustancia para fines médicos...
Estamos hablando de cosas distintas. Una cosa es que una sustancia pueda tener un uso terapéutico, que hay que demostrarlo y tiene que pasar a una serie de fases bastante complejas… Hay algunos usos que se están estudiando como posibilidades.
Y otra cosa es que se haga una difusión en medios de comunicación diciendo que el cannabis es bueno, porque eso hace daño a esa parte de la sociedad que es vulnerable, el que cree que le va a beneficiar su consumo. Estamos lanzando un mensaje que no es real.
Del mismo modo, te diré que en los hospitales en los que estamos trabajando se están prescribiendo todos los días opiáceos. Y eso no significa que tengamos que decir que son maravillosos y que los consuman los niños. Ese es un poco el tema.
Entonces, ¿desaconseja su uso?
Creo que en principio, es mejor que podamos funcionar sin necesidad de consumir sustancias. Sin embargo, ante la enfermedad, es posible que nos tengan que dar medicamentos o sustancias naturales, como es el caso del cannabis, pero que tienen unos efectos muy intensos en el sistema nervioso central. Y en el caso, por ejemplo de los opiáceos, ayudan a controlar el dolor, pero sólo con algunos componentes del cannabis, no del cannabis en su conjunto.
Algunos componentes se ha visto que pueden mejorar, por ejemplo, determinados espasmos en determinados pacientes. Y eso, por supuesto que defendemos que se estudie. Y si se demuestra que hay un efecto beneficioso, que se apruebe.
Pero luego está el consumo libre, la difusión que se hace hacia los menores y hay que ser muy cuidadoso para no mezclar el mensaje.
Y en el ámbito psiquiátrico, ¿hay patologías que padecen más las mujeres?
Sí. Por ejemplo, la depresión es una patología muy común que se da en el doble de casos en mujeres que en varones, así como también los trastornos de la conducta alimentaria, donde la relación todavía es mayor: en torno a 9 a 1 o incluso, 10 a 1.
Como las enfermedades mentales son muy complejas, también en el caso de las causas suelen ser muy complejas y mixtas. Hay factores evidentemente culturales que no podemos obviar porque están ahí, pero también algunos factores biológicos.
Por ejemplo, en cuanto a la depresión, se sabe que en momentos concretos del desarrollo de la mujer, como puede ser el posparto, hay riesgo de padecer un cuadro depresivo por el cambio hormonal tan brusco que se produce.
La mujer a lo largo de la vida sufre una serie de cambios, de oscilaciones a las que de alguna manera se va habituando. Pero aún así, algunos momentos esos cambios hormonales se asocian a la aparición de una patología depresiva como es el posparto.
También hay otros factores que no son biológicos, sino culturales. Por ejemplo, el rol de la mujer en la sociedad y el hecho de que se ha ido incorporando al mundo laboral, pero no se ha modificado en la misma medida otra serie de roles. Con lo cual hay una sobrecarga en la vida de las mujeres y mayores dificultades para poder progresar.
¿Y cuando comienzan a aparecer las patologías psíquicas?
Hay patologías que pueden aparecer en cualquier momento de la vida, desde la infancia hasta la senectud, pero quizás la edad más crítica para la aparición de las enfermedades mentales es la adolescencia.
Es un momento de cambio muy importante a nivel del sistema nervioso central y desde el punto de vista social también. Se pasa de la etapa infantil, en la que uno está más protegido por la familia, al momento en que se abre al mundo y a la sociedad. Y además, hay un cambio de roles.
Se pasa de ser una estudiante a un grado mayor en los estudios, con más exigencia, o al mundo laboral, donde las reglas cambian de una forma muy importante. Y todo eso son factores de riesgo que influyen en las enfermedades mentales, especialmente en los aspectos más relacionados con la modificación del cerebro y del sistema nervioso central.
¿Y hay alguna forma de poder evitarlo?
Europa ha realizado inversiones en los últimos años en la investigación a la prevención primaria en salud mental, porque estamos intentando mejorar y abordar las enfermedades lo antes posible, para que el daño que se produzca sea menor.
Pero la parte de prevención primaria, para intentar que no aparezcan, está menos trabajado, aunque se han hecho bastantes estudios.
Nosotros hemos participado en uno de prevención en las escuelas, un poquito antes de que aparezcan las enfermedades mentales. Es decir, prevención en la adolescencia temprana, a los 12 años y 13 años, para aumentar la resiliencia y el conocimiento en la enfermedad mental.
Eso les va a ayudar a detectar enfermedades si aparecen y acudir tempranamente, pero también a aumentar las fortalezas que tienen las personas, no sólo individualmente, sino también a nivel de grupo, de apoyo de unos a otros, a la disminución del bullying, etc.
Para que tengan conciencia social y para que sean conscientes de que somos un grupo que tenemos que ayudarnos, no sólo intentar estar mejor individualmente, sino también estar mejor como grupo.
Estamos analizando los datos y lo hemos hecho a nivel europeo, con otros países como Polonia, Finlandia, Islandia e Italia. Hemos visto que las intervenciones en las escuelas y enseñar a los niños han sido útiles. Es un lugar ideal porque la educación es obligatoria y es el momento y el lugar para hacerlo. Luego es difícil conseguir que los adolescentes quieran asistir a las consultas. El colegio es su medio y donde es más fácil hacer la intervención.
Alguien que ha padecido una depresión en su juventud, ¿es posible que lo arrastre durante toda su vida?
Las depresiones se tratan y se curan. Lo que pasa es que alguien que ha tenido una depresión, a la hora de tratarla hay que ver por qué le ha ocurrido. Y supongamos que es alguien que hace más cosas de las que puede hacer. Algo que ocurre muchas veces: una persona muy activa que intenta llegar a todo. Pues a lo mejor tiene que hacer algún cambio.
No es que lo arrastre toda la vida, sino que hay algo en su forma de ser, que en este caso sería algo más psicológico, que es bueno que cambie para que no vuelva a tener una depresión de ese tipo.
Puede haber otros problemas. Puede ser que haya un problema de relación con alguien, que ya no sería un problema psicológico, sino más social o familiar. Se puede curar la depresión, pero si ese problema familiar no se soluciona o no se establecen estrategias para alejarse, puede ser que se repita. Cada depresión hay que tratarla de una manera muy personalizada, para intentar conseguir que no se repita.
¿Ha aumentado el número de suicidios en jóvenes tras la pandemia?
Han aumentado los intentos de suicidio en jóvenes y gestos autolesivos, pero en general también toda la patología en jóvenes. Especialmente en los adolescentes, que es dónde más hemos notado ese cambio y concretamente la patología que más ha aumentado son los trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
¿A qué cree que es debido?
Hay varias hipótesis. Por un lado, la propia pandemia ha podido afectar tanto a los niños como también a sus familias. Han ocurrido muchas historias lamentables en las familias: fallecimientos de abuelos, tíos, etc.
Y luego, por otro lado, la modificación social derivada de la pandemia. Se cerraron los colegios, se ha hecho más vida en casa. La convivencia también ha sido mayor con la familia. A veces, no poder estar con los padres ha sido determinante. También había muchas limitaciones a nivel social, incluso cuando se ha recuperado el colegio, han sido inevitables. Y al final, han afectado a las personas más vulnerables.
Y en cuanto al trastorno bipolar, que es una de las investigaciones en las que está inmersa, ¿cómo se ha avanzado?
Lo que sabemos a nivel internacional es que el trastorno bipolar se está detectando ahora de forma más temprana. Puede que haya un poquito más de casos, pero siempre queda la duda en los estudios epidemiológicos y en la clínica también, si es un tema de que hay más o que se detecta más. Antes, a lo mejor había casos más leves que no se trataban y pasaban desapercibidos. En este momento, hay una mejor atención y entonces hay más casos en tratamiento. Sí que parece que el inicio es más temprano.
¿Y cómo definiría un trastorno bipolar?
El trastorno bipolar es una enfermedad mental importante que afecta a la regulación del estado de ánimo, de manera que haya episodios o períodos en los que hay depresiones y otros periodos de normalidad y períodos de euforia, hiperactividad y cierta desinhibición también de la conducta.
Hay muchos detractores de la psiquiatría que acusan de exceso de tratamientos con pastillas y menos psicología...
Quizás no conocen bien los procedimientos psiquiátricos. Por un lado, sí que es cierto que hay un abordaje farmacológico, pero que no es desde la psiquiatría, sino desde diferentes ámbitos y desde la atención primaria.
En esos ámbitos, se está empezando a poner atención psiquiátrica y psicológica, pero en muchos sitios todavía no las hay. Se trata de un área que está en desarrollo, pero cuando llegas a una atención especializada, en todos los centros hay psiquiatras y psicólogos.
Además, los psiquiatras somos médicos y estamos capacitados para hacer psicoterapias y de hecho, siempre se hacen. Otra cosa es que no haya tiempo, eso es distinto. Lo que habría que decir es que, además de psicólogos, que también, faltan psiquiatras y enfermeras, porque lo que falta es tiempo para poder activar otro tipo de tratamientos.
Si nos comparamos con el resto de Europa, no estamos todavía al mismo nivel. No me gusta que se enfatice sólo en una parte del problema porque parece que unas cosas están bien y otras mal, y creo que en general faltan recursos y falta tiempo.
¿Se está normalizando la asistencia al psiquiatra?
Sí, porque las consultas están absolutamente llenas. Las urgencias están absolutamente llenas. Por un lado, se ha incrementado la patología mental que comentaba en caso de la depresión, de los niños también. Y por otro lado, se está perdiendo el miedo a acudir a la consulta.
Ahora con la pandemia se ha hablado muchísimo de salud mental y se está acudiendo antes. Y es lo más adecuado. En Atención Primaria te pueden atender, te atienden y también pueden aprender.
También les puede servir para diferenciar lo que es un malestar de lo que es un trastorno mental. No es fácil y las personas no tienen por qué saberlo. Decir: 'Oye, pues estoy preocupada por tal cosa, pero no alcanzo a saber si necesitaría un tratamiento'. Este tipo de dudas se pueden solucionar muchas veces en atención primaria.
¿El problema con el que se enfrentan los psiquiatras cada día es, sobre todo, la masificación de las consultas?
Sí, ahí la demanda es muy alta. Y bueno, están mejorando las cosas. En algunos sitios están poniendo más recursos. Pero sí que es cierto que hay que pensar muy bien la psiquiatría, sobre todo, su desarrollo como especialidad, que empezó un poco más tarde que otras especialidades y todavía necesita completarse.
Un aspecto en el que estoy segura que se va a trabajar muy pronto es el de la psiquiatría infantil porque la especialidad se ha aprobado. Y bueno, evidentemente eso tiene que conllevar el que haya más recursos de psiquiatría infantil y la reorganización de los servicios.